Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Veinticinco

― ¿Qué tanto ves? ― Aléh observa a Ivoh mientras firma algunos documentos en su nombre.

― Hay algo en la montaña, siento que allí hay una parte de mí y que se está llevando a cabo en ese lugar ― suspira ― Pero no entiendo nada, no quiero pensar estupideces.

― Creo que te comienza a afectar estar cerca de Drakkar, ves cosas donde no las hay. ― responde serio.

― ¿A qué te refieres? ― voltea a verlo.

― ¿Cuántos más asesinará? ¿Crees que no nos damos cuenta que es Bram quien se está deshaciendo de todo aquel que no sea noble o puro? ― se pone de pie indignado ― Lo peor de todo es que no te opones y lo sigues cual cachorro con el rabo entre las piernas, ¡No te entiendo! ¿Dónde quedó mi valiente amigo?

― Mi valentía no serviría contra él, jamás ― suspira.

― ¿Qué ocultas Ivoh? ¿Qué es lo que te ata a él? ¿Por qué no hablas conmigo o con tus hermanos? ¿Cuántas personas más planeas alejar de ti? ― pregunta molesto.

― Las que sean necesarias ― responde sintiendo sus ojos encenderse.

― ¿Por eso te deshiciste de Ev? ¿Por él? ¿Qué fue lo que te dijo para que la abandonaras así? ― Se acerca a él ― Joseph, dime, ¿Qué fue?

― Él la quería para sí, no podía permitir que eso sucediera. Tenía que alejarla tanto que nunca nadie pudiera hacerle daño, tenía que volverla lo que es realmente para que se defendiera pero… Me equivoqué, ella murió y fui yo quien la mató. ― muerde su labio con furia mientras cierra los ojos.

― Mierda… ― susurra pero sabe que oculta algo más, no puede ser toda la historia, no puede ser toda la fuente de su extraño comportamiento, a no ser que… ― No me digas que Bram Drakkar es…

― Silencio, no quiero escuchar más y por favor no le vayas con cuentos a Calendra ― masculla saliendo de la habitación dejando a su mejor amigo con dudas.

Mientras el silencio se apodera de la mansión Coll y Bram toma el mando del Nuevo Consejo Vampírico, Draco pone en marcha su plan pues también se encuentra en aprietos por no poder ser aceptado por Erosh y su hijo prohibiéndole así ver a Diana o siquiera hablarle.

Se escabulle entre los matorrales habiendo pasado con total facilidad a los guardias de la entrada –sus poderes mentales le facilitan la tarea de sobremanera-, observa la construcción, es bastante alta y de varios pisos pero su olfato lo guía perfectamente a la alcoba de su amada por lo que en un dos por tres puede vérselo trepando con rapidez por el techo hasta llegar a la ventana correcta; asoma su cabeza con cuidado intentando ver el interior y encontrándose con Diana de espaldas a él mientras lee atentamente lo que parecen ser documentos importantes. Tocando el vidrio de la ventana con sutileza la sorprende al mismo tiempo que le regala una sonrisa.

― ¿Qué haces aquí? ¡Harás que nos maten! ― susurra riendo ayudándolo a ingresar.

― No podía esperar hasta otra reunión insulsa para poder verte ― se encoge de hombros atrayéndola hacia si para besarla.

― Somos dos ― corresponde gustosa ― Tenemos un problema, mi padre quiere que me case con un aristocrático noble ― muestra los documentos con el rostro compungido ― No lo conozco siquiera pero es una orden dada, mañana vendrá a conocerme.

― Tu padre es un imbécil, de todos los suegros del mundo a mi me enviaron el maniaco ― rueda los ojos lanzando los papeles al suelo.

― No es tan malo ― susurra ella.

― Vamos, tu propia madre te alejó para que no terminaras como Kauris ― habla incrédulo ― No lo defiendas cuando te ve solo como una opcion comercial y oportunidad para hacer sus negocios viables.

― No es así ― niega.

― ¿No? ¿Acaso me equivoco Diana? ― eleva una ceja esperando una respuesta que no llega ― De todas formas ya venía con una idea en mente, tú y yo no iremos y te casarás conmigo.

― No necesitas decirlo, me casaría contigo aunque tuviera que abandonarlo todo ― sonríe acomodando el cabello del muchacho.

― Entonces, empaca algunas prendas, nos iremos ahora mismo ― guiña un ojo.

― ¡¿Ahora?! ― abre los ojos asombrada.

― No voy a esperar a que don estirado elegido por el maniaco te ponga las manos encima mañana, no hay tiempo ― gesticula exageradamente.

― Diana, ¿Con quien hablas? ― La voz de Kauris detrás de la puerta del cuarto los sobresalta.

― Con nadie, estaba memorizando unas notas ― responde rápidamente la joven.

― Baja, padre quiere hablarte ahora mismo ― los pasos alejándose los relajan.




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