Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Treinta

Dieciocho meses desde la partida de Evelyn.

 

― Mamá, cepilla mi cabello ― Gaia pide mientras  se coloca los zapatos.

― Creo que se te ve bien así ― Sam la observa sin comprender porque esa fascinación del género femenino por arreglar el cabello a cada segundo.

― Gracias tío Sam pero igual quiero que lo cepille ― ríe.

Vlad observa al muchacho quien se ha lanzado sobre el sofá de la habitación como si fuera el más divino lecho –ya que no aceptar compartir cama con Evelyn y tampoco hacer traer una para él-, el niño se acerca con cuidado hasta quedar frente a él

― ¿Qué sucede Vlad? ― pregunta sabiendo que algo está por cambiar en su tranquila mañana.

― ¿Por qué estás aquí Samuel? ― suelta de pronto.

― Porque tengo sueño, estoy cansado pues pasé la noche haciendo mis actividades de lobo ― responde perdiéndose entre sueños.

― No me refería a eso, ¿Por qué sigues a mi madre? Eres un lobo y ella un vampiro ― ladea la cabeza luciendo inocente pero astuto a la vez.

El joven se incorpora viendo al pequeño, juraría que lleva las mismas intenciones de su padre pero eso es imposible. Sus ojos pasan del niño para centrarse en Evelyn quien cepilla gustosa el cabello de su hija y esta la observa con adoración, puede estar seguro que no hubiera escogido mejor camino que ese; ella, ¿Por qué la seguía? La respuesta estaba allí, clara pero escondida en lo más profundo de su ser y no saldría de ese lugar, por ahora.

― Porque es mi amiga, porque esto va más allá de especies, razas, pasa por lo que uno cree, siente y piensa Vlad ― acaricia el revoltoso cabello azabache del niño ― Ustedes son mi familia, los amo inmensamente.

Vladimir le sonríe de la manera más sincera que puede, toma asiento junto a él recostando su cabeza sobre el regazo del joven; Sam sonríe, le costó mucho llegar al niño, tuvo que esmerarse bastante para ser de su agrado y para ser aceptado por él, una vez pudo tener su amistad Gaia le brindó la suya sin problema alguno.

Viendo a detalle, los mellizos son irrevocablemente la perfecta combinación de genes de sus padres, una perfecta simetría entre Ivoh y Evelyn; Vlad es una versión miniatura del inmortal Coll pero lleva los ojos de su madre y su hermana es la copia exacta de Ev pero con el cabello tan ondeado como el de su padre –aunque esto no se notara debido a la diferencia de corte-.

Las actitudes de ambos niños eran similares, carácter sereno, apacible y social pero fuerte e impulsivo, amorosos y dulces con su madre pero tan letales como cualquier vampiro Paria; desde temprano edad mostraron el interés y curiosidad por lo que los rodeaba por lo que no fue difícil para ellos aprender tanto podían y su madre no dudó en prepararlos para cualquier situación que pudieran enfrentar.

Siendo mestizos como su madre y llevando en la sangre genes Armes y Coll han podido desarrollar –aunque no del todo debido a la inmadurez de sus habilidades- capacidades interesantes y similares a las de sus progenitores, si bien ambos poseen la velocidad y fuerza como todo inmortal Vladimir es capaz de incendiar cuanto campo se le cruce en medio y a la vez manipular las sombras como Ev –aunque no tan bien como ella- mientras que Gaia heredó las artes sanadoras de su madre y una increíble habilidad para jugar con la mente de los demás a su antojo.

― Sam, estoy hablándote ― ríe Ev moviendo su mano frente a él.

― ¿Ah? ¿Qué? ― vuelve en sí tomando su muñeca con calma ― ¿Decías?

― ¿Estás en la luna de nuevo? ― pregunta divertida.

Samuel la observa embobado, en un acto impulsivo –nada común en él- la jala en su dirección logrando así poder robarle un beso, uno casto pero sorpresivo, para ambos.

― Sam, no ― retrocede un paso ― No es correcto.

― ¿Por qué? ― la ve sin expresión alguna.

― Porque yo amo a alguien más y lo sabes ― suspira.

― Sí, lo sé. Sé que no llego a ser como él ― se pone de pie.

― No eres ni más ni menos que él, eres tú, eres diferente ― le sonríe cariño ― Necesitas una mujer que te ame con la misma intensidad con la que lo haces, yo no te convengo, no soy lo que necesitas.

― ¿Cómo lo sabes? ― suelta de pronto ― ¿Por qué no me dejas a mí decidir eso? ― Toma su mano ― No me importa que tengas dos hijos de él, los amo de la misma manera en que te amo a ti, no me importa la raza ni la especie, porque lo que me importa, lo que me hace quererte como lo hago está aquí ― señala el pecho de la joven ― Evelyn, Sophie, no importa el nombre que lleves porque no hay nada que haga que te ame menos, ¿Comprendes?




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