Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Treinta y Siete

Bram camina de un lado a otro en la oficina, golpea cuanta cosa se le cruza en el camino y destruye alguna botellas de licor que se encuentran sobre el escritorio; lleva el malhumor encima, está molesto de sobremanera y no encuentra explicación a la aparición de la mestiza en su reunión, ¿Cómo fue que sucedió? ¿Cómo paso exactamente? ¿Por qué sobrevivió a su ataque? Lo peor de todo era que había regresado para enfrentarlo y eso le ponía los nervios de punta pero a la vez lo ponía ansioso y le excitaba la idea de tenerla cerca, ha resultado ser una mujer bastante entretenida y peculiar. Lo que aún más curiosidad despierta en él es el hecho de que la pelinegra tenga descendencia y no una cualquiera sino igual de paria que ella; ¿Qué tantos secretos oculta la sangre de los mestizos? ¿Qué cualidades han heredado los niños de su propia madre? ¿De su padre? ¿De Armes y Absalón? Esto último teniendo en cuenta que la joven bebió la sangre del primer Coll cuando este fue envenenado por Milo en la pelea que libraron contra el líder de estas criaturas.

― Bien, ¿Quién es el padre? ― se pregunta a sí mismo, ver la manera en la que el lobo se mantenía protegiendo a los niños le da cierta información en la que podría estar implicado, ¿Qué posibilidades había de que fueran hijos del lobo? Era imposible pero… ¿Y si no?

Las probabilidades eran muchas, podrían ser hijos de cualquier persona y aun así tener vida, no había razón por la que la cruza de genes –dando lugar a los mestizos e híbridos- no los dejara llevar una vida normal pero pensar que el joven lobo podría ser progenitor de esos seres no encajaba, no podía ser…

De pronto, frunce el ceño al sopesar un poco la nueva idea que ha llegado a su mente, aunque pudiese ser extraña también; si Ivoh era el padre de los niños, ¿Por qué la dejó ir tan fácilmente? ¿Sabía de la situación en el momento en que deshizo su unión? ¿Estaba al tanto ahora? ¿Qué sabía de los hijos de la mestiza?

La mansión de los Coll se ha sumido en un profundo caos debido a la repentina aparición de la mestiza y de sus hijos, Calendra camina por la sala hecha una furia pasando por el lado de Alfred quien se limita solo a ser un espectador; tras haber llegado a la oficina que solía ser de su padre abre la puerta de un manotazo encontrando a su hermano sumido en pensamientos.

― Dime que no lo sabías cuando la dejaste ― masculla golpeando la mesilla con sus manos al posarlas.

― No tenía idea alguna ― responde viéndola para cambiar la vista hacia la pared más cercana, pensativo, distante.

― ¿Cómo…? ―  suspira ― Esos niños, son mis sobrinos, tus hijos…

― Son hermosos ― sonríe Ivoh recordando sus rostros, sus ojos…

― ¿Has podido verlos? ¿Has hablado con ella? ¡Dime que intentas arreglar las cosas! ― masculla ― No te pido que vuelvas a amarla pero ellos son parte de nuestra familia y yo los quiero en ella.

― Pude hablar con ella, limitadamente, le dejé en claro que quiero verlos, conocerlos oficialmente y que deseo explicar algunas cosas ― suspira ― La amo como el primer día, la deseo como el primer día y Gaia y Vladimir son lo más hermoso que he visto; los encontré jugando y merodeando la mansión, me resultaron extrañamente maravillosos.

― También quiero verla, hay tanto que quisiera saber ― toma asiento frente a su hermano ― Al menos me da tranquilidad saber que está acompañada y protegida por sus hermanos y por Sam.

― Sin mencionar que Draco y Diana conocen la situación de lo contrario no los hubiéramos visto tan tranquilos ― Ivoh chasque la lengua ― Nos ocultó lo que sabía, ese Draco, no cambia.

― Creo que ha sido lo mejor, ya has visto como ha tomado Bram el tema y estoy segura de que odia a Evelyn tanto o más que cuando creyó haberla asesinado ― su rostro denota profunda preocupación ― ¿Y tú? ¿Qué harás ahora? ¿Seguir bajo sus órdenes después de saber que intentó matarla?

― Aunque quisiera arrancarle las extremidades lentamente, no puedo ― cierra los ojos ― Bram fue quien me dio la inmortalidad, me trajo a esta vida y por ende…

― Es tu creador… ― susurra Lendra abriendo los ojos ― Por una ley natural el discípulo no puede levantarse contra su creador a menos que este muera o le otorgué libertad al romper los lazos.

― Y como habrás visto Drakkar adora tener seguidores, tiene tantos que no puedo contarlos, son su ejército ― masculla ― Cuanto más peculiar eres, menos posibilidades de ser libre tienes.

― Tiene que haber una manera ― niega poniéndose de pie y observándolo un momento en silencio antes de volver a hablar ― Es por eso que dejaste a Eve, le quitaste nombre, marca, unión y todo lo que pudiera atarla a ti para evitar que llegara a ella…




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