Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Treinta y Ocho

Gaia coloca en un pequeño bol una generosa cantidad de frutillas, tras tomar una cuchara coloca sobre las mismas crema tan blanca como la nieve acumulada fuera y con una sonrisa de oreja a oreja se dispone a tomar asiento en la modesta isla de la cocina; balanceando sus piecitos mientras lleva los bocados a su boca y disfruta el recién descubierto manjar como si de algo enviado por los dioses se tratara.

― ¿Qué haces? ― Vladimir entra en la cocina observándola con curiosidad.

― Comiendo, una delicia humana ― sonríe con los cachetes inflados por las frutillas dentro de su boca.

― ¿Es un dedo? ― pregunta emocionado.

― No en ese sentido ― rueda los ojos ― Frutillas con crema, ¿Quieres probar?

― No ― responde sentándose frente a ella.

Los ojos de la niña se desvían hacia la salita de estar, entre los cojines del sofá se encuentra Devin quien acurrucado en una esquina parece tener la atención puesta en la nada misma, ido, perdido en recuerdos y pensamientos; de un saltito ella se encuentra en el suelo y corre hasta el chico –quien aparenta ser unos tres o cuatro años mayor que los mellizos- con el tazón en las manos.

― Ten, come una ― ofrece con una sonrisa.

― Gracias ― susurra probando un bocado algo inseguro pero al cabo de unos segundos dibujando una sonrisa enorme ― Es delicioso, Gaia.

― Déjame probar ― pide Vlad quitándole el tazón a su hermana y comiendo un poco. ― Rico.

― Te lo dije ― cruza los brazos sobre el pecho.

― Si, bueno ― se encoge de hombros.

Evelyn camina apresurada pasando por el lado de los niños quienes la observan ser seguida por Draco quien habla sin parar y gesticula como todo un dramaturgo sobre cómo y porqué Calendra se encuentra en las afueras de la villa esperando a ser recibida por la mestiza –la cual no disimula su disconformidad sobre que ya sepa dónde ubicarla, esto debido a su metido ex cuñado que no puede mantener un secreto ni dos segundos-.

― Te digo que quiere verte, ha pasado este tiempo preocupada por ti, llorando tu supuesta muerte, ¿No crees que merece una explicación de tu parte? ― farfulla ― Éramos tu familia no solamente Ivoh y creo que no merecemos este comportamiento tuyo a causa de su estupidez.

― No se trata de eso, ¿Qué tal si Bram halla la manera de hacer que Calendra le diga donde rayos estamos? ¿No has pensado eso? ― voltea molesta viéndolo y el inmortal retrocede.

― No puedes huir por siempre, no te podrás esconder por siempre, en algún momento tarde o temprano los encontrara ― suelta suspirando ― Y para cuando eso suceda será mejor que tengas aliados dispuestos a pelear por ti.

Evelyn observa a sus hijos para luego desviar la mirada, no siente que este huyendo  y es que la realidad de las cosas es que se siente asustada, temerosa de cometer una equivocación que perjudique a sus pequeños y al nuevo miembro que ha llevado a la villa…

Suspirando sale de la casa sin decir una sola palabra mientras que Devin y Draco se disponen a entretenerse un poco, por su parte, los mellizos mantienen el silencio intercambiando miradas de preocupación; el niño camina hasta entrar en su habitación seguido de su hermana, ambos saben que su mamá esta presionada por la situación, por las expectativas del pueblo paria y por ellos mismos sin ser conscientes de esto del todo.

― ¿Crees que mami estaría mejor sin nosotros? ― pregunta Vlad algo cabizbajo.

― No lo sé, supongo que no ― responde Gaia insegura. ― ¿O sí?

― Creo que no puede pelear contra ese sujeto sin que algo nos pase ― toma asiento sobre su cama.

― Pero, ella quiso que naciéramos, ¿No? ― pregunta su hermana imitándolo.

― Supongo ― la ve confundido.

― ¿Y si mamá pensaba que era un solo bebe y no dos? ― pregunta de repente la niña jugueteando nerviosa con sus dedos.

― No ― se pone de pie ― Eso no es así porque si no uno de nosotros es un error, ¿No?

Gaia sale corriendo de la habitación dejando a su hermano algo entristecido, la realidad es que ambos están siendo afectado por los sucesos recientes, saber que tienen un padre pero no conocer del todo la historia del porque no lo conocen a veces causa estragos en los niños, saberse en peligro por un desconocido que no puede siquiera ver a su madre también les da que pensar y no mencionemos el barullo de pensamientos y emociones que cada interacción con nuevos integrantes de su supuesta familia les causa.

Corriendo entre la nieve la pequeña niña de cabellos negros cruza la entrada de la villa perdiéndose entre los arboles aledaños y dirigiéndose a casa de su padre, quiere verlo, hacerle tantas preguntas como su boca sea capaz de formular, quiere entender, quiere saber, quiere poder abrazarlo y dejar de lado esa nube de confusión que vive en su mente y su inexperto corazoncito.




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