Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Cuarenta

― ¿Su creador? ― Evelyn abre los ojos viendo a Calendra.

― Sí ― asiente la castaña ― Está más que confirmado, ese idiota lo maneja como quiere, hace de él una marioneta.

― Maldito infeliz ― masculla la pelinegra golpeando la mesa.

― Eso no es todo Ev, quería obligar a mi hermano a que te entregara a él, es por eso que Ivoh deshizo toda unión que pudiera atarte a él mismo y así evitó que Drakkar tuviera control de ti ― comenta suspirando.

Evelyn voltea a verla lentamente, sus ojos verdes se han inundado de lágrimas después de mucho tiempo. Le ha caído como balde de agua helada, saber que su amado inmortal la alejó para poder protegerla ha aliviado un poco la carga que su corazón llevaba soportando, saber que tal vez no la desprecia como sus palabras dijeron hace que su corazón lata con fuerza; pero imaginarse atada, sirviendo a alguien a quien no puedes desobedecer le oprime el corazón, estruja el alma misma y poco a poco va dejando de existir esa voluntad de salir adelante… Así ha de sentirse Ivoh, así de triste debe ser una existencia eterna, sin elección, sin oportunidades, sin vida…

― Pasé todo este tiempo sintiendo odio hacia tu hermano, pensando en lo injusto que había sido pero a la vez culpándome por todo, sintiéndome menos, sintiendo que no era buena, que no era digna ni suficiente para él… ― masculla entre dientes ― Cuando Bram Drakkar fue el que ocasionó todo esto, el que me arrebató lo que debía ser mío, la felicidad que tanto me costó obtener, por la que luché contra un tirano; voy a desmembrarlo lentamente hasta que sacie las ganas de verlo extinto.

Los ojos de la joven se tornan tan rojos como la misma sangre, su ira ha crecido tan de repente que sus colmillos han salido a la luz dándole una apariencia asesina digna de un Paria.

― ¡Mamá! ― Vladimir entra en la sala ganándose la admiración de Calendra quien no puede evitar verlo como si fuera un precioso tesoro ― Gaia no está, se ha ido.

― ¿Qué? ¿Cómo? ― la joven intenta calmarse para no asustar al niño.

― Creo que está con papá ― suelta rápidamente.

― ¿Papá? ¿Qué sabes…? ― pregunta viéndolo.

― Bueno… ― muerde su labio inferior. ― Lo conocimos por casualidad, estábamos cerca de la mansión y… bueno, nos encontró allí. Fue muy amable, no supimos nada hasta que nos presentaste en la reunión, además Gaia sabe cosas de él porque…

― Porque se metió en mis pensamientos… ― susurra.

― ¡No fue a propósito! ― se apresura a hablar ― Estabas llorando mientras dormías y ella trató de calmarte, sus poderes solo hicieron lo que pudieron.

Evelyn toma al niño en sus brazos estrechándolo, entiende que no es algo que se pudiera evitar por mucho tiempo más y que sus hijos tienen tanto derecho a conocer a Ivoh como lo tiene él.

― Tengo que ir por Gaia, podría estar en problemas ― entrega al pequeño a Victoria ― Calendra, ven conmigo.

― ¡Quiero ir! ― Vlad observa a su madre.

― No puedo ponerte en riesgo a ti también ― acaricia su mejilla ― Volveremos pronto.

Mientras Calendra y la mestiza salen de la villa en busca de Gaia, Milo y Lyon se preparan para tenderle una emboscada a Bram en caso de que este desee tener una pelea con las féminas; Draco y Diana permanecen custodiando la entrada de la villa mientras que los habitantes ya puestos en aviso de la situación esperan pacientes las noticias y directivas que pudieran surgir conforme se llevan a cabo los hechos.

Bram baja las escaleras caminando con toda tranquilidad casi disfrutando de su dominio sobre el vampiro Coll, Gaia observa al pura sangre acercarse y por instinto retrocede pero ver a su padre inmóvil soportando dolor le hace dudar sobre su accionar, ¿Estaría bien huir? ¿Estaría bien salvar su vida cuando él esta tratando de luchar por la suya?

― ¡Déjalo en paz! ― grita la niña sin saber qué hacer por su progenitor.

― Querida, es tan solo una forma de mostrar quien manda ― se acuclilla quedando a la altura de la ojiverde ― Cuando crezcas, tendrás la oportunidad de tener sirvientes, seguidores, discípulos o como quieras llamarlos y para tenerlos bajo control hay que imponerles mano dura, ¿Comprendes? Bueno, eso en el caso de que yo te deje viva.

― Eres una persona malvada ― suelta la niña ― Yo no seré como tú, jamás.

― ¿No? ― sonríe ― Es verdad, serás como tu madre, ¿Sabes realmente todo sobre los de tu especie? ― la pequeña abre la boca pero nada puede decir, ¿A qué se refiere con esa pregunta? ― Veo que no, ustedes los Parias son criaturas repulsivas, feas, agresivas, asesinas, todo lo que los impulsa a vivir es la sangre y su sed es diez veces peor que la de un vampiro común, ustedes son la plaga que hay que exterminar. ― Toma a la niña por el cuello y poniéndose de pie la arrastra hasta una de las entradas laterales dónde al abrirse esta por mano de sus sirvientes –quienes tienen pleno conocimiento de los planes del tirano inmortal- deja a la vista un Paria al que mantienen preso, uno que no ha bebido sangre en un largo tiempo, una pobre vida que ha perdido consciencia alguna y que es usada como arma, distracción e incluso como diversión.




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