Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Cuarenta y Dos

― ¿Por qué no lo mataste? ― Calendra observa a la mestiza algo confundida.

― Porque hubiera sido mi sentencia de muerte ― responde viéndola ― No puedes matar a un sangre pura sin tener un castigo del Supremo Consejo, es el peor de los crímenes de nuestra sociedad.

― Tienes razón ― susurra ― Pero no puede ser intocable, debe haber una manera.

― No te preocupes, todo sale de acuerdo al plan ― sonríe la joven viendo a sus hermanos guiñarle un ojo.

Gaia se mantiene a una distancia corta de todos, sus brazos siguen abrazando su propio cuerpo mientras solloza en silencio, su hermano observa todo con el ceño fruncido y decide acercarse a ella.

― No debiste irte sola, ¿Por qué no me dijiste algo? Podríamos haber ido a buscar a papá, juntos. ― cruza los brazos sobre el pecho, realmente está molesto pero más aún dolido por haber sido dejado de lado por ella, también sufre y se siente confuso sobre lo que ocurre.

La niña voltea a verlo con la mirada más triste que él le ha visto alguna vez y lo único que atina el pequeño a hacer es abrazarla, son demasiado jóvenes para manejar la situación de otra forma que no sea esa; su madre no los ha entrenado en ese sentido y está bien así, deben llorar, temer, sentir las emociones embargar su cuerpo después de todo lo que menos quiere Evelyn es criar soldados –como solía hacer Armes con sus propios hijos-.

Ivoh se acuclilla junto a los niños y tomándolos en sus brazos los estrecha con fuerza sacándoles una sonrisa, Ev observa de reojo sonriendo para sí pero dudando sobre cómo proseguir con ese tema; ¿Cómo puede el inmortal mantenerse cerca de los niños sin causarles daño? ¿Cómo pueden evitar que Bram lo utilice para hacerles mal?

― Los amo ― susurra el vampiro recibiendo la mirada asombrada de los mellizos.

― ¿Te irás? ― pregunta Vlad serio.

― No ― niega lentamente ― Voy a estar con ustedes eternamente, pero no puedo quedarme a su lado por ahora, los pondría en peligro.

― Pero, ¿Te veremos? ― pregunta la niña.

― Claro, no lo dudes princesa ― sonríe.

Ambos niños se sonríen mientras Calendra se acerca a ellos para presentarse, Milo y Lyon observan los alrededores ya que tras dejar la enorme mansión huyeron rápidamente sin tener la precaución de evitar encontrarse con algún intruso en la zona; la villa Paria está próxima a ellos pero eso Ivoh no lo sabe y evidentemente no lo sabrá, él es el canal de expiación que Bram posee, quiera o no.

― Será mejor que regresen, Calendra los llevará junto a Milo ― Evelyn acaricia las mejillas de sus hijos ― Tendremos tiempo de hablar sobre lo que pasó hoy, luego. ― los niños bajan la mirada ― Estoy orgullosa de ambos y mucho ― les sonríe mientras ellos la ven asombrados ― Pero no deben ponerse en peligro por cuestiones adultas, les debo una charla y estoy segura que luego de ella podrán ver el panorama con mayor claridad.

La despedida entre los mellizos y su padre es bastante dolorosa para quienes ven la escena desde fuera, los niños no quieren marcharse pero obedecen en silencio y desapareciendo entre los árboles dejan paso al largo y tortuoso suspiro del heredero Coll.

Evelyn lo observa desde detrás, sus ojos se han clavado en la anatomía del inmortal y en cuanto este voltea a verla los aparta rápidamente. Ambos tienen cosas que decir, reproches, dudas, dolorosas palabras que no pueden salir aun pero que se clavan con fuerza en sus seres.

Ivoh se acerca a ella hasta estar a escasos centímetros de distancia, la pelinegra no se atreve a verlo a la cara por lo que mantiene la vista baja, por su parte el muchacho no puede evitar inhalar hondo y sentir su peculiar aroma, ese que lo volvió loco desde el primer momento, ese que le avisa que está ella cerca, ese que no puede quitarse de su sistema, ese que reclama su presencia no importa donde esté… Sus dedos se enredan en los largos y negros cabellos, recuerda cómo lo entretenía mientras ella dormía… Con su dedo índice lentamente recorre la curva de su cuello para luego dirigirse al mentón y obligarla a enfrentarlo, a verlo lo quiera o no; en el momento en que sus ojos se cruzan el impulso nace, se ve besándola con vehemencia y disfrutando aquel contacto anhelado, soñado y en alguna ocasión llorado por él.

― Ivoh… ― Eve se separa apenas de sus labios para verlo con los ojos llenos de lágrimas, las cuales no caen sino que se mantienen en su lugar con gran esfuerzo.

― Ev, por favor… ― susurra intentando besarla nuevamente pero siendo repelido.

― No puedo ― limpia sus mejillas que ya están siendo humedecidas por sus traicioneros sentimientos. ― Al menos, no ahora, lo siento.

― ¿No me amas? ― pregunta dolido ― ¿Es eso? ¿Te alejé tanto que no puedes siquiera verme?




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