Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Cuarenta y Seis

Milo camina tranquilo mientras Vladimir se divierte atrapando numerosos copos de nieve que caen lentos del cielo, el aire sopla con fuerza pero es agradable; algo que siempre ha disfrutado el muchacho es la sensación fresca en la piel, la manera en que el frío parece escarchar los sentidos.

Sus ojos se desvían al niño que salta sin cesar por el aire, ajeno a los problemas del mundo, ajeno a los peligros que conlleva una sociedad vampírica, ajeno a todo…

Le hubiera gustado tener una vida así, una madre amorosa y dedicada como lo era su hermana con los pequeños, tener amigos como los que ha podido hacer ahora, poder entender en ese entonces cuales eran los mejores métodos y caminos a tomar; pero, ya es tarde, carga con tanto peso y culpa en sus hombros que no hay manera de que se sienta a gusto con su vida, lo único que lo retiene en este mundo es su hermana, aquella que en algún momento deseó muerta, aquella que algún momento fue su enemiga y la única que supo ver más allá de las enseñanzas que su padre le inculco, supo apreciar a ese niño triste, sufrido, obligado a realizar tareas horrorosas y forzado a crecer súbitamente y a fuerza de golpes y amenazas. Sí, Sophie supo encontrar al chico roto y destrozado que su padre había dejado, pero, era tarde; siempre fue muy tarde para él…

― Tío ― Vlad se detiene frente a él viéndolo con el ceño fruncido. ― ¿Por qué lloras?

El muchacho lleva su mano hasta la mejilla donde constata que realmente está llorando, ¿En qué momento paso eso? ¿Desde cuándo él llora? ¿Alguna vez lloró estando con su padre? ¿Realmente es la primera vez que lo hacía?

― Lloro porque no puedo seguir así, ya no… ― responde cerrando los ojos.

― Tranquilo ― las manos del niño ahuecan su rostro, tampoco sabe en qué momento su tío se dejó caer al suelo tan abatido ― Yo te quiero, así como eres.

Milo sonríe estrechando a Vladimir, un pequeño muy vivaz e intuitivo según él.

De repente, los sentidos del mestizo lo alertan obligándolo a incorporarse con rapidez mientras coloca al niño detrás de sí mismo; esa fuerte presencia solo puede significar una cosa y no es nada buena, voltea observando a su sobrino, el niño ha adoptado una pose ofensiva y sus manos centellean en llamas esperando por lo que sea que este vagando a su alrededor.

― Debes irte Vlad, vuelve a la Villa ― Milo lo empuja con suavidad ― Alerta a todos, dile a Victoria y a Salvatore.

― No, no te dejaré solo ― niega.

― Debes ir y proteger a todos, si alguien quiere hacerles daño no lo sabrán hasta que sea muy tarde ― masculla ― ¡Vete!

Vladimir desaparece de su campo de visión, corriendo tanto como su cuerpecito se lo permite y esperando poder llegar a su hogar pronto para dar a conocer la situación; lo que claramente ignora es que su tío acaba de salvarle la vida. De entre los árboles y con una enorme sonrisa gatuna Bram emerge como todo un triunfador, observa en la dirección en que el niño se fue pero no parece estar interesado –al menos no en ese momento-; camina con pereza, observa a detalle a Milo mientras este no le quita los ojos de encima y espera cualquier truco que el sucio pura sangre pueda intentar.

― Admito que me sorprendes, para ser un asqueroso Paria tienes sentimientos y eres capaz de poner a salvo a tu sobrino ― sonríe ― Conmovedor.

― Al grano imbécil ― masculla en respuesta el mestizo.

― Bueno, sigues siendo un idiota ― niega divertido ― El que más me desespera de los herederos Armes y al que más rencor le tengo, si hablamos de hacer daño claro está ― se detiene  ― Según tengo en claro, es tu veneno el que me debilita y aunque no alcanza para matarme de igual manera interrumpe mis planes.

― Cuanta pena siento ― ironiza.

― La sentirás créeme ― sonríe ― Temo que tendrás que desaparecer de la faz de la tierra porque hay una sola mestiza que me interesa y tú estás obstaculizando mis planes, eres la piedra en mi zapato, el pilar más fuerte de Sophie; te voy a derrumbar.

A pesar de estar siendo su sistema ensuciado por el veneno el pura sangre es capaz de generar energía y lanzarla contra su oponente, Milo no espera a otro ataque para dejar salir sus enormes garras a la luz y sus colmillos extremadamente afilados y sobrenaturales para lanzarse sobre Bram; ambos se enfrascan en una pelea cuerpo a cuerpo, golpe tras golpe buscando herir de gravedad al otro.

El mestizo concentra su atención en lo que rodea el campo de batalla para que cada roca, árbol u objeto que pueda ayudarlo se eleve por los aires cayendo sobre Drakkar como si de proyectiles se tratara; el pura sangre evade cada uno de los obstáculos, salta por el aire con gran agilidad pero Milo lo intercepta en el camino arrancando de un zarpazo parte de la mejilla del heredero maligno, este observa como la sangre cae tiñendo las blanquecinas huellas bajo sus pies y lo hace enfurecer de sobre manera.  




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