― Tengo tanto en mi cabeza ― susurra la pelinegra recostada sobre la cama.
― Es lógico ― acaricia su rostro.
― Creí que podría protegerlos a todos, pero, me equivoque ― cierra los ojos derramando un par de lágrimas, ojalá fueran las últimas ― No quiero seguir así, ya no quiero perder a nadie más.
― Encontrarás la manera de salir ― susurra apoyando su frente en la de ella. ― Y cuando eso suceda estaré allí para pelear a tu lado.
― Perdóname, por todo, por culparte, por hacerte a un lado ― comenta dormitando y tomando la mano del joven entre las suyas.
― Nada que perdonar, teniendo en cuenta la situación… ― sonríe.
― Estoy cansada ― se acurruca contra él, su cabeza da vueltas y vueltas. ― Cansada de huir, de esconderme, de beber sangre de personas amadas que sé que no volveré a ver nunca más…
― Es parte de lo que somos, no hay forma de no hacerlo ― suspira ― Cuando era un recién convertido tuve tantos problemas por ello, no comprendía ese lazo que se forma al beber de otro pero velo como una forma de legarle a quien te importa algo que te pertenece, sea poder, estatus, conocimiento, recuerdos.
― No lo veía así ― responde seria.
― Puedes verlo como a ti te plazca pero siempre será igual para todos ― se encoge de hombros.
― Si he bebido de Milo, ¿Qué me dio? ― lo observa frunciendo el ceño.
― Quien sabe, solo tú puedes responderte eso ― niega sin saber.
― Supongo que tienes razón ― susurra acurrucándose contra él.
Ivoh deja un beso en su mejilla, luego otro en su mentón hasta que encuentra sus labios en el camino y se apodera de ellos siendo correspondido con la misma intensidad; el heredero Coll deja un reguero de besos en su cuello y clavícula sintiendo la urgencia en su garganta, en su cuerpo, en su ser…
― No aguanto Ev ― susurra acomodándose sobre ella.
Sus colmillos rosan la piel causándole escalofríos a la mestiza, haciendo que su ansiedad también crezca, sin apresurarse desliza su lengua deleitándose hasta morder con fuerza y comenzar a beber la sangre; abundante y sabrosa, ha cambiado un poco la forma en la que la percibe pero sigue siendo atractiva al paladar.
― Qué extraño ― susurra el joven viéndola.
― ¿Sabe mal? ― eleva una ceja divertida.
― No, pero ha cambiado a como la recuerdo ― sonríe.
― Ya veo ― frunce el ceño sacado algunas conjeturas propias ― Creo que hay algo que deseo hacer hace tiempo, algo que tú me quitaste y quiero que me devuelvas ― suelta con decisión.
― ¿Qué es? ― Ivoh intenta encontrar la respuesta viéndola con suma curiosidad.
Ev acaricia con sus dedos la zona donde alguna vez estuvo la marca que le hizo a Ivoh cuando apenas se declararon, sonríe, le gustaba verla allí –aunque solo fuese ella la que la viera a menos que otros vampiros estuvieran presentes-; con una rápida mordida nuevamente la tiene allí, viéndola aparecer suspira sintiendo en su pecho la conexión que había perdido con el vampiro y para cuando levanta la vista se encuentra con los ojos de su inmortal adorándola como nunca antes lo ha hecho.
― A partir de ahora no te vas a alejar de mí, vamos a enfrentarlo todo y debes prometer que vas a consultar conmigo sea lo que sea que suceda ― habla tranquila ― No me vuelvas a dejar sola, por favor, no podré soportar saber que no estás.
― Lo prometo ― asiente abrazándola. ― Quiero poder pasar tiempo con los niños, siento que somos tres desconocidos, ¿Cómo puede Sam conocerlos más que yo?
― Ellos estuvieron en su compañía desde que estaban en mi vientre, no hay nada que no hayan hecho con él, comprende que Samuel ha sido como un padre para ellos ― sonríe recordando algunas escenas cómicas ― Ha sido como el compañero que no tuve.
― Eso me duele ― suspira.
― Pero es la realidad, he llegado a quererlo más de lo que me pude imaginar alguna vez ― se incorpora viéndolo.
― ¿Lo amas? ― pregunta algo incómodo.
― Si lo amara, no podría haberte marcado, ¿No crees? ― le sonríe con cariño ― Lo amo de una manera diferente a la forma en la que te amo a ti, ojalá pudiera evitar que él estuviera imprimado porque deseo verlo sonreír junto a alguien que pueda besarlo sin pensar en otro.
― ¿Se han besado? ― pregunta molesto.
― Creo que hay cosas que no es necesarias hablarlas ― ríe.
― Ese perro… ― masculla pero sonríe viéndola ponerse de pie ― Has cambiado, mucho.