Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Cincuenta y Uno

Jackson corre tan rápido como sus patas se lo permiten, en cuanto salió de esa condenada mansión su cuerpo comenzó a mutar para dejar salir la bestia interior y no dudó en dirigirse a las montañas en busca de algún Paria que pudiera dar aviso a Evelyn o a su hermano; para su desgracia, no tenía ni la remota idea de dónde podía estar escondida tal comunidad pero deseaba poder captar el olor y seguirlo.

Las secuaces de Bram lo siguen de cerca en una veloz carrera, puede escuchar reír y alentarse entre ellos como si se tratara de una caza deportiva, un juego nada más.

De repente se ve obligado a detenerse, sus patas se anclan en la nieve y deja salir un gruñido amenazador contra quienes le han cerrado el paso, la sonrisa de aquellos vampiros que siguen ciegamente las voluntades de Drakkar le causan algo de escalofrío; quién sabe de qué puedan ser capaces esos seres.

Uno de ellos sonríe viéndolo retador, apenas Jack hace ademan de atacarlo este le hace seña con su mano para que vea detrás de él; desconfiado y a la defensiva el enorme lobo observa de reojo para notar que aquel descarriado Paria bajo el mando de Bram lo observa atento, libre y sin ningún tipo de atadura que le impida moverse a sus anchas.

En un rápido movimiento el lobo se ve evadiendo el ataque de la criatura que intenta a toda costa subirse sobre él, las descomunales garras cortan el aire cada vez que puede acercarse lo suficiente para herirlo, los ojos ennegrecidos sin razón o pensamiento no dejan de verlo y ni siquiera parpadean lo que llama la atención de Jack; una vez más se encuentra corriendo por su vida, esquivando árboles, levantando toneladas de nieve cada que pisa y viéndose rodeado por los vampiros que se encargan de no perderlos de vista pero sin ensuciarse las manos, tal y como haría su creador.

Gaia yace sobre algunos almohadones vistiendo y peinando muñecas que su padre ha traído para ella, sonríe como una niña común y corriente mientras tararea las canciones que su madre le ha enseñado; Vlad la observa atento, no pierde de vista los movimientos de su hermana pensando cómo es que la niña no se ha cansado ya de esa actividad –y es que él necesita realmente estar interesado para no aburrirse-, se acerca a ella tomando asiento y viéndola suspirando.

― Juega conmigo, me aburro ― pide rodando los ojos.

― Estoy ocupada, ¿Por qué no juegas también? ― responde tendiéndole una muñeca.

― Porque eso es para niñas ― eleva una ceja viendo la larga cabellera del juguete.

― ¿Cómo lo sabes? ¿Dónde está escrito que es solo para niñas y no para todos? ― Suelta viéndose muy confiada.

― Pues… ― medita ― No lo sé, pero verte me aburre, quiero salir a jugar y mamá no quiere que estemos solos fuera.

― Sabes que es por ese hombre malo ― suspira ― ¿Ha vuelto a salir mamá?

― Sí, pero no sé a dónde ― se encoge de hombros.

― ¿Quieres uno de mis libros? Tío Draco me los regaló, son muy interesantes y puede que te entretengan ― se pone de pie corriendo hasta el pequeño bolsito rosa y floreado que lleva a todas partes. ― Toma, son bonitas, dos son de amor y la otra es de terror.

― Bueno, leeré la de terror primero ― asiente entusiasmado ― El romance es tonto.

― No lo es, es tan… ― suspira ― Bello.

― Ajá ― se carcajea mientras toma asiento en el gran sofá de Sam, ese que no puede ser ocupado por nadie más que no sea el lobo y el niño –porque hicieron una especie de trato para compartirlo-.

Nuevamente la pequeña se sume en su mundo rosa de muñecas mientras que su hermano toma el libro de escalofriantes relatos en sus manos pero la curiosidad por constatar lo que su hermana dice es mayor por lo que con cuidado y sin ser visto por ella comienza a leer uno de los más melosos cuentos de amor para sonreír apenas con las primeras páginas y clavar sus ojos por encima de las antiguas páginas para ver a su melliza; el olor a viejo del papel llega a su nariz, comienza a entender porque Gaia pasa tanto tiempo leyendo…

El ruido se hace presente, las voces de los padres de los niños los hacen voltear con una sonrisa y dejar lo que están haciendo para correr hasta ellos y lanzarse a sus brazos; son recibidos con amor, las caricias y los besos van y vienen y no faltan los comentarios de Draco advirtiendo que a él nadie le ha dado cariño durante el día –lo que causa que Diana le lance a la cabeza un zapato y el chico evada casi de milagro-. Para los niños ha sido algo sencillo adaptarse al crecimiento de su familia, tener tíos y tías que los aman es sumamente divertido y les brinda toda clase de oportunidades de nuevas y mejoradas travesuras –siendo Draco quien encabeza todos los planes de los mellizos­-, pero, lo que ha hecho que ambos se abran a todos ha sido la presencia de Ivoh pues –tras mucho esfuerzo- logró compenetrarse con ellos y poder entenderlos sin problemas –aunque aún no pueda hacerlo de la misma forma que Sam-.




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