Evelyn |libro 2 Saga Inmortal|

Cap. Sesenta y Uno

La casona custodiada por los guardaespaldas que siguen a Bram –al menos los pocos que no lo siguieron al Consejo por órdenes del líder-, estos toman turnos para vigilar los alrededores mientras la pequeña Gaia duerme en su lecho, en aquella habitación ostentosamente rosa y femenina que le fue conferida en cuanto llegó; desde que Drakkar la obligó a desconectarse prácticamente del mundo no ha hecho otra cosa por lo que cuando algunos sonidos llegan a ella abre los ojos abruptamente para incorporarse asustada.

Sus orbes verdes viajan por la alcoba nuevamente como si no recordara donde se encuentra, a medida que cada detalle aparece ante ella cae en la cuenta de que sigue lejos de su madre, que no sabe nada de su hermano y que comienza a temer, por ellos, por ella, por Bram; para Gaia, el vampiro es tan solo un pobre hombre solo en el mundo que solo guarda dolor en su ser, que probablemente lleva tiempo sin tener alguien que bese su frente, que lo acompañe, que lo acoja en situaciones difícil y que sea capaz de iluminarle el camino como cuando su padre le habla sobre algún problema.

Suspirando, deja sus pies balancearse al borde de la cama, escucha como los ruidos fuera de la casa se hacen bruscos y los soldados gritan, ordenan y parecen estar luchando; con su corazón latiendo a más no poder –siendo sumamente extraño para su condición- corre hasta la ventana, con cuidado y cautela desliza la cortina hacia un lado e intenta ver fuera, solo es un caos abrumador, las personas van y vienen y los destellos de peleas intensas dejan su huella en la retina juvenil. Niega, ¿Es su mamá? ¿Su papá? ¿Encontraron  a Vladimir? Agitada vuelve  a dejar la cortina en su lugar cuando las puertas de las habitaciones aledañas que dan al pasillos están casi siendo azotadas por quien sabe quién; acurrucada contra la pared puede ver como la luz que entra por la mismísima puerta es cubierta por varias personas, hay alguien allí y solo puede respirar con suma preocupación causando que las cosas a su alrededor salgan disparadas por todos lados.

De repente, sin más, la puerta es arrancada de sus bisagras para dar paso a varias personas encapuchadas con túnicas azuladas y largas –arrastrándolas al caminar-.

― ¿Señorita Sophie? ― pregunta uno de ellos.

― No Haspped, esta mujercita es apenas una niña ― se acerca unos pasos quitándose la capucha en el proceso y dejando ver una larga cabellera dorada y ojos tan grises como un cielo nublado e invernal ― Hola pequeña, ¿Cómo te llamas?

― Gaia Armes Coll ― responde susurrando mientras los objetos de pronto se dirigen a la estilizada mujer que la ve, quien con solo ver la situación disipa el descontrol que las emociones de la infanta provocan.

― No te preocupes, somos amigos de tu madre, vamos a sacarte de aquí ― le tiende la mano sonriendo de la manera más dulce que haya visto la niñita, sin embargo, tal acto no oculta del sentir de Gaia que esa mujer es de un rango superior incluso a Bram, casi podría afirmar que le causa la misma sensación que su propia madre.

― ¿Y mi hermano? ― se acerca rápidamente a la mujer.

― ¿Son dos? ― pregunta la fémina a Haspped.

― Sí, la última vez que los ví tenían una apariencia aún más pequeña ― asiente viendo a la niña.

― Bueno, parece que has crecido bastante ― toma la mano de Gaia con suavidad dirigiéndose a la salida del cuarto ― Preparen el automóvil, desháganse de todos los seguidores de Bram Drakkar, que no quede ninguno. Tenemos que llegar al Consejo de la Ciudadela.

 

Samuel atraviesa el bosque con suma velocidad, su pelaje se mueve salvajemente cada vez que este salta o evade obstáculos mientras a su lado el Paria que encontró en su camino lo sigue de cerca viendo de reojo cada cierto tiempo al niño que yace aferrado al lomo del animal; el pelinegro parece tener la mirada decidida y observa a su alrededor con cautela, con afán de “comerse el mundo”.

― ¿Cuánto falta? ― pregunta el niño.

― No mucho, la Ciudadela está cerca ― responde el Paria obteniendo la atención del pequeño.

― ¿Cuál es tu nombre? ― frunce el ceño.

― Salem Cávaras ― responde volviendo a poner su atención en el camino evitando así que las preguntas sigan rondándole –puesto que no tiene las respuestas para darlas, apenas y ha podido recordad su nombre y también duda de que sea el suyo a veces-.

Para ser francos, Samuel encontró a Vlad gracias a las habilidades de su acompañante, este no solo pudo captar el aroma del infante sino que apenas se puso en marcha podía ver todos y cada uno de sus movimientos; fue así que dieron con el heredero de Sophie al encontrarlo oculto en una cueva, dormido o más bien, guardando energías por la falta de sangre en su joven sistema.

Cuando Bram ordenó que se deshicieran de él desapareció del lugar sin saber que el tranquilizante no haría efecto por mucho tiempo, en cuanto su cuerpo se vió desprovisto de la sustancia se activó su instinto de pelea y de supervivencia logrando así acabar con el trío de guardias inmortales; preso del miedo se escabulló tan rápido como pudo esperando ser encontrado por sus padres o por alguien más.




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