Alara sonrió al ver a su prometido entrenando a toda velocidad con Juna y Tori. Sus padawans estaban entretenidas con él mientras ella tenía al resto de los aspirantes a grises a su cargo. El único que se destacaba era Hussan, que ya se había amigado con la luz en poco tiempo. El resto apenas podía concentrarse en lo que hacían. Estaba caminando entre ellos cuando escuchó los sables de sus padawans zumbar cerca de su prometido. Eridia estaba esforzándose demasiado.
“Abrirse es primer paso, aprendices.” Decía en voz alta. “No tienen que… tomar nada de la Fuerza, dejen que ella los encuentre. La mejor manera es limpiarse de uno, ser un calmo charco de agua y que la Fuerza nos encuentre como una lluvia…” Agregó sin saber que estaba diciendo.
Eridia se conectó por un instante.
“Buen trabajo, es normal que les tome tiempo…” Dijo sonriente Alara mientras la sith relajaba su postura.
“Esto es más difícil de lo que te hacen creer en Ziost…” Dijo al aire la purasangre.
“Es… diferente más que nada, de a poco voy entendiendo lo que dice Shin.” Dijo al aire Alara. “La postura ayuda a la disciplina, aunque ustedes ya traen la disciplina de otro lado.”
Los aprendices estaban sentados en sus piernas mirando hacia la misma pared, donde había un hermoso mural que habían rescatado de una ruina. Era de piedra y tenía un antiguo jedi caminando por un desolado desierto en ella.
“Recuerda la sensación, Eridia. Es el primer paso.” Agregó sonriente. “Hussan aprendió rápido…”
“¿Tú como vienes? Siempre los veo entrenar…” Preguntó con cuidado Eridia.
“Bien… ya no grito tanto y puedo sostener mi ira por un rato.” Dijo mientras se sentaba a su lado.
“Tú eres más pasional de lo que muestras, Alara… Tendrías que ver a la mayoría de los siths en el templo.” Dijo pensante la sith. “Recuerda que tus alumnos somos espías.”
“No había pensado en eso…” Respondió sorprendida.
“Shin tampoco es como el resto, su presencia solía ser… fría y afilada. No hay otro sith como él.” Aclaró pensante.
“Mi prometido es poco común…” Dijo divertida Alara.
Juna y Tori estaban atacando a Shin desde todas las direcciones con técnicas distintas sin ningún tipo de efecto, este las esquivaba y bloqueaba mientras corregía, de manera burlona, alguno de sus movimientos.
“Esa padawan es extraordinaria, es mucho más sensible que yo…” Dijo pensante Eridia.
“Así es Tori, cuando era pequeña nos sorprendía con sus detalles y definiciones.” Dijo sonriente Alara. “¿Estás bien entre nosotros?” Preguntó sin cuidado mientras se ponía de pie.
“Es… diferente a lo que esperaba y estoy conociendo a mis viejos compañeros mucho mejor que antes.” Dijo pensante la purasangre. “En ese congelado pueblo me miran raro…”
“Los purasangre son raros en este lado de la galaxia, Eridia. Artemios tardó un tiempo en hacer amigos…” Dijo pensante Alara. “Vuelve a lo tuyo… Nos falta un rato todavía.” Agregó para acercarse a su prometido.
“Tori, no te despegues tanto del piso. Un espadachín decente puede cortarte al medio en esos saltos, solo deberías usarlos cuando estás segura de que nada puede alcanzarse.” Decía con seriedad Shin mientras bloqueaba los sables con sus manos.
Tori y Juna se detuvieron frente a él listas para atacar.
“¿No vas a remarcar nada?” Preguntó ofuscada Juna.
“Ya te dije todo lo que pensaba, te gusta demasiado ese Ataru, si te gusta tanto deberías especializarte y aprender lo avanzado para cubrir sus falencias.” Dijo divertido Shin. “Mezclar formas es más difícil de lo hacen parecer tus otros maestros.”
“Espero que estés tratando bien a mis padawans.” Dijo divertida Alara.
“Me parece que les falta motivación, tesoro… Tal vez debería quitarles la sopa de mi madre.” Dijo con malicia Shin.
“Es un golpe bajo, Shin.” Dijo divertida Tori.
Alara saltó de frente para intentar golpearlo con su puño, Shin, para su sorpresa, lo detuvo con un frentazo lleno de Fuerza. Su frente era más dura de lo que esperaba.
“Es mi cabezazo rompedor de narices.” Dijo jocoso Shin. “La gente no sabe cómo reaccionar a esos golpes poco ortodoxos.”
“Estúpido…” Dijo al aire Alara mientras aireaba sus nudillos. “Me dejaste golpearte…”
“Querían ver el famoso Soresu Imperial, aquí está.” Dijo sonriente Shin mientras la atrapaba entre sus brazos.
“Patrañas, has estado usando tu técnica para esquivarnos…” Dijo al aire Juna mientras se cruzaba de brazos.
“No lo ha hecho, Juna…” Dijo divertida Alara. “No me manosees…” Agregó mientras atrapaba sus manos.
“Ellas ya no se ofenden…” Dijo jocoso Shin.
“No importa, siempre nos miran…” Dijo apenada Alara. “Me gustan tus caricias, pero no tanto que me acaricies en público.”
“Perdón, tesoro…” Dijo divertido Shin. “¿Cómo vienen los aprendices?”
“Duros…” Dijo al aire Alara. “Su diciplina es tan rígida que me está costando ablandarlos. Hussan es un erudito…”
“Después tienes que poner al día a nuestro Archivista, con esto de la Joya ha estado esquivando sus responsabilidades.” Dijo al aire su prometido. “Tus padawans ya sudaron, voy a ver qué puedo hacer por nuestros aprendices.”
Alara se dejó soltar por su prometido pensando en hacer algo que venía esquivando. Antes de que se marchara pellizcó su cola con mucho cariño, avergonzándose en el proceso.
“Ya te dije que mi culo es tuyo, tesoro.” Dijo jocoso mientras se marchaba.
“Estúpido…” Dijo sonrojada Alara.
“Maestra…” Dijo apenada Juna.
“Lo hace parecer fácil…” Dijo pensante Alara. “¿Quieren ir a las termas?”
“Playa.” Dijo contenta Tori.
“Está enamorada de esas aves con patas largas…” Dijo divertida Juna.
Tori ya estaba corriendo hacia el pasillo.
Alara siguió de cerca a sus padawans para terminar con los pies en el agua mientras Tori espiaba de cerca un grupo de aves. Estaba usando su técnica para que no se marcharan y poder mirar a una de las más pequeñas. Juna estaba a su lado, mirándola con curiosidad.
“Parece que ya te amigaste con Shin…” Dijo al aire.
“No sé, es más que nada por ti.” Dijo pensante Juna. “Eres feliz a su lado y… no sé, no parece el sith que solía ser.”
Alara sonrió divertida.
“Gracias por intentarlo.” Dijo divertida. “De paso aprendes algo en el proceso…”
“Eh, no sé cómo hace. A veces pienso que está leyendo mi mente…” Dijo ofuscada Juna.
“Le gusta mucho pelear, Juna. Entrena todos los días y nunca subestima a sus enemigos…” Respondió sin cuidado. “Tiene un gran estilo y ha aprendido técnicas olvidadas… Voy a hacerlo grabar todas sus formas…” Agregó sonriente.
“Tú solo quieres un holo de él…” Dijo divertida Juna.
“Puede ser, me gusta mirarlo… especialmente cuando está disfrutando de lo que hace.” Dijo sonriente Alara. “También me gusta verlo pelear, siempre usa algún movimiento inesperado o resuelve movimientos con técnicas inesperadas…”
Tori se acercó a interrumpirlas.
“Creo que la cría ya puede volar…” Dijo pensante. “¿Aprendiste algo nuevo, maestra? Shin me está ayudando a sanar.”
“Es todo un experto…” Dijo divertida Alara. “No mucho, ahora puedo enojarme sin gritarle…”
“Debe ser extraño conectarse de esa manera a la Fuerza.” Dijo al aire Juna. “En tu caso parece que tu… aura se prende fuego.”
“Es difícil, especialmente porque la Fuerza trae sentimientos que no tengo… que ya no tengo…” Dijo avergonzada Alara. “A veces es como que… lo odio, pero…”
“Por eso nuestras enseñanzas, Alara…” Dijo pensante Juna. “El odio o el amor puede cegarte y desviarte del camino de la luz.”
“Si algo aprendí de Shin es que el problema no es el apego, ni el odio ni el amor. El problema es tomar una decisión cegado por ellos. Aprendí esa lección hace poco…” Pensó en voz alta Alara. “Entender nuestros sentimientos nos hace más fuertes, Juna. Shin me contó como derrotó a algunos de nuestros amigos y no me gustó lo que escuché…”
“No todo lo que diga tiene que ser cierto, Alara.” Dijo pensante Juna.
“Shin no me miente, es sincero incluso cuando sabe que va a lastimarme…” Dijo apenada Alara. “Por eso puedo creer en sus palabras. Nuestro desapego dura hasta que lo perdemos, Juna. Es todo lo que quiero decir, cuando eso pasa deberían estar preparados para sentir ese odio, ese rencor. Cuando pasas tu vida ignorando esos sentimientos es muy fácil que se apoderen de ti.”
“Es nuestro deber controlar nuestras emociones para que eso no suceda.” Respondió sin cuidado Juna. “Hasta que fallas… Entiendo lo que dices, maestra. Solo parece demasiado bueno para ser cierto.”
“Solo quiero que tengas la mente abierta, Juna. Eres una gran jedi.” Dijo sonriente Alara.
“Shin siempre dice que tú eres una gran jedi.” Dijo al aire Tori.
“No sé porque lo dice…” Dijo al aire Alara. “¿Tú que piensas, Tori? ¿Somos siths como dicen en la Orden?”
“No, creo que quieren entender la Fuerza desde otro punto de vista.” Respondió sonriente la padawan. “Creo que la Orden los juzga sin pensar demasiado en lo que hacen o dicen…”
“Eso es cierto, si no fuera por el entrenamiento que haces con Shin, un día en este lugar sería muy parecido a los nuestros…” Opinó pensante Juna.
“Shin quiere que seamos un lugar para los que no pueden seguir el código jedi o sith, pero eso no implica que no tengamos responsabilidades.” Dijo pensante Alara. “Gracias por venir. Shin me dijo que las invite a venir con nosotras a la Joya. Hoy voy a enterarme de los detalles de nuestra primera misión.”
“No creo que podamos negarnos, maestra.” Dijo pensante Juna. “¿Verdad?’ Terminó mirando a Tori.
“Ya estoy lista para partir… Solo necesito un baño.” Dijo contenta la padawan.
Alara estaba lista para darse un largo baño.