Shin dejó a Alara con sus padawans para acercarse a sus espías, todavía tenía problemas para verlos como sus estudiantes, ya que muchos de ellos eran grandes siths y no sabía cómo ayudarlos a entender el otro lado de la Fuerza. Se agachó junto a Eridia para mirarla de cerca. Estaba cerca de encontrar la serenidad, pero fallaba a último momento.
“Eridia, esto no es como lo que hacemos todos los días. De hecho, es el opuesto. Deja que la Fuerza te guie.” Dijo sonriente mientras la purasangre lo miraba con curiosidad.
“Esto es más difícil de lo que esperaba, maestro.” Respondió pensante.
“Es solo práctica.” Respondió sonriente. “Todos están aquí porque quieren mejorar o aprender. Eso estamos haciendo, la luz tiene un par de trucos para mostrarles.”
“Hussan ya puede sanar, es asombroso…” Dijo pensante Eridia.
“Eh, es extraño que ahora lo usen como un signo de debilidad, sanar siempre ha sido una de las metas de la magia sith.” Dijo sonriente Shin. “Telequinesis será el primer examen.” Agregó en voz alta. “Va a ser tan sutil que el único que va a pasar es Xaos.”
Shin paseó entre sus estudiantes para terminar contra la pared, viendo como algunos intentaban posturas avanzadas para encontrar su centro. Mirana se acercó en silencio para detenerse a su lado, terminando aferrada a su brazo.
“Shin, llegaron las chicas.” Dijo con cuidado Mirana. “Shia estuvo alardeando de su armadura con los otros mandalorianos y mañana se marchaban los amigos de Alara. Los invité a almorzar.”
“Entendido.” Dijo sonriente Shin. “¿Qué pasa?”
“¿Cómo sabes?” Preguntó ofuscada.
“Ya te conozco bastante bien, Miri.” Dijo divertido Shin.
“Encontramos una sith en la ciudad, estaba preguntando por ti.” Dijo pensante Mirabella. “No parecía agresiva, pero…”
“¿Nombre? Estoy esperando a alguien.” Dijo con cuidado Shin.
“Era una sith, alguna vez la he visto en la Ciudadela…” Dijo pensante Mirana mientras sacaba su holo.
“¿Kaisa?” Preguntó sin cuidado Shin.
“Sí… ¿Qué hacemos? Artrisa la siguió un rato, pero no descubrió nada extraño…” Dijo pensante Mirana.
“Ahora iré a hablar con ella, ¿Quieres venir?” Preguntó sonriente Shin.
“Sí, no quiero que traigas a una espía a casa.” Dijo divertida Mirana. “Preparo la nave.”
Shin sonrió al ver a su amiga partir.
Sus alumnos ya estaban relajados y estaba encantado de verlos charlar cuando pasó en busca de su prometida. Alara estaba en las termas, golpeó con cuidado para ser atendido por Juna. La caballera tenía una bata puesta y lo miró con recelo.
“Juna, dile a mi hermosa prometida que voy hasta la ciudad.” Dijo sonriente Shin. “Erdos y compañía vienen a almorzar. Todavía les queda un rato en soledad, recién liberé a los muchachos.”
“Entendido.” Dijo pensante Juna. “Quería… agradecerte por compartir tu conocimiento…” Agregó con mucho cuidado.
“No hay nada que agradecer, Juna.” Dijo sonriente Shin. “No podría negarme, además, es nuestro deber compartir nuestro conocimiento. Creo que voy a escribir unas reglas como las suyas…”
“Eres extraño, Shin…” Dijo ofuscada Juna.
“Hasta luego, Juna. Disfruta el baño.” Dijo sonriente Shin para seguir su camino.
Mirana estaba preparando la nave de Alara cuando entró al hangar. Tenían muchos más vehículos que antes, pero todo estaba ordenado gracias al sistema que había implementado Vitti. Mirana estaba escaneando la nave cuando se detuvo a su lado.
“¿Por qué desconfías de los cazas de la República?” Preguntó divertido.
“No es porque sea de la República, es más que nada porque tiene como treinta años, Shin.” Dijo pensante la guardia.
“Esa nave tiene mucha historia, Miri. No creo que encuentres defectos en ella.”
“No, pero… No me cuesta nada revisarla. Le tienes mucho cariño.” Dijo pensante mientras subía al habitáculo trasero.”
“¿No quieres conducir?” Preguntó divertido.
“Es la nave de tu novia, Shin.” Dijo divertida Mirana. “No quiero ofenderla… Además, me gusta tener chofer.”
“Estás aburguesada, Miri.” Dijo divertido Shin.
La vista era extraña en Kyros-4, en unos minutos uno pasaba de aguas cálidas a frías para terminar con glaciares. Karion, la capital del planeta, era una ciudad moderna y sofisticada que había sido diseñada desde el primer día. Extrañamente era más parecida a las ciudades Imperiales que a las de la República.
“No te apures…” Dijo con cuidado Mirana. “Me gusta la vista…”
“Esos glaciares son extraordinarios. Cen solía traerme al muelle a ver los buques pesqueros zarpar…” Dijo sonriente Shin. “Mis favoritos eran los rompehielos.”
“Este planeta tiene su encanto… Solo tienes que escarbar un poco en la nieve.” Dijo divertida Mirana. “¿Quieres ir a tomar algo?” Preguntó sin cuidado.
“Podríamos, Vitti dice que hay un lugar nuevo en el centro.” Dijo al aire Shin.
“Tienes que decir que no, estúpido.” Dijo ofuscada Mirana.
“¿Por qué? Preguntó divertido Shin. “Somos amigos, Miri. Deberíamos poder ir a tomar algo de vez en cuando…”
“Lo sé, pero yo quiero quitarte los pantalones ahora mismo…” Dijo ofuscada la guardia. “Además, eres un hombre casado…”
“¿Qué estás haciendo, Miri?” Preguntó sin cuidado Shin.
“No sé…” Dijo ofuscada la guardia. “A veces odio esta estúpida sonrisa que tienes, siento que me estás… seduciendo, recordándome lo que hacíamos en el pasado.”
“Miri, te quiero mucho.” Dijo sonriente Shin. “Tal vez necesitas…”
“No hay nadie como tú…” Dijo con firmeza la guardia.
“No le haces bien a mi ego, Miri…” Dijo divertido Shin.
“Vas a tomar algo conmigo…” Dijo ofuscada.
“Solo tienes que pedirlo, Miri. Has estado ocupada… ¿Te gusta tu trabajo?”
“Me gusta ser instructora…” Dijo pensante Mirana. “También me gusta lo que hago aquí en la ciudad.”
“Siempre has sido fantástica para abastecer nuestras necesidades.” Dijo pensante Shin.
“¿Hola? ¿Ali?” Preguntó de la nada Mirana. “Aquí está, te paso por la nave.”
“Gracias, Miri.” Dijo la voz de Alara por el comunicador.
“Espero que hayas disfrutado de tu baño, preciosa.” Dijo sonriente Shin. “Estoy paseando a Miri por la ciudad, creo que vamos a tener nuevos amigos. ¿Recuerdas la sith que salvé en el templo de Xania? Está en la ciudad preguntando por mí.”
“¿Kaisa?” Preguntó sin cuidado Alara.
“Rubia, alta… Imperial como Miri.” Dijo jocoso Shin.
“¿Por qué son siempre mujeres?” Preguntó celosa Alara.
“Miri es más peligrosa, tesoro. Me invitó a tomar algo y todo…” Dijo jocoso Shin.
“Me pidió permiso…” Dijo divertida Alara. “Cuida a mi prometido…”
“No hay problema, voy a morderlo con cuidado…” Dijo con malicia Mirana.
Alara gruñó ofuscada.
“No te invité porque siempre te quejas de que extrañas a tus padawans… ¿Ya te preguntaron?” Preguntó sin cuidado Shin.
“Todavía no, creo que Tori quiso hacerlo un par veces…” Dijo pensante Alara.
“¿Sigues con la misma opinión?” Preguntó con cuidado Mirana. “¿Quieres que sigan con los jedis?”
“Creo que es lo mejor para ellas, por ahora…” Dijo pensante Alara. “Necesitan la experiencia y Shin dice que no necesitan ser Grises para estar con nosotros. Cuando tengamos más estructura me encantaría invitarlas. Ahora no tenemos mucho trabajo para darles…”
“Es lo correcto, tesoro.” Dijo sonriente Shin. “Vatse va a ser el primero y no creo que vaya a ser uno de los nuestros.”
“Vatse está demasiado amigado con Artemios.” Dijo al aire Mirana. “Quien iba a decir que iba a hacer amigos más rápido que yo.”
“Las chicas están listas, Shin. Compra los filtros para las termas ya que estás en la ciudad y recuerda que vienen mis amigos a almorzar.” Dijo pensante Alara.
“Tengo los mandados en cuenta, preciosa. Voy a comprar uno de esos pescados que tanto le gustan a Lura y Sanza.” Dijo pensante Shin. “¿Quieres hacer algo?”
“Veremos, quiero mostrarle mis habilidades a las chicas… ¿Por qué siempre son mujeres?” Preguntó divertida.
“Los otros tres están felices con las raciones, tesoro, felices. No voy a esforzarme por ellos…” Dijo divertido Shin. “Atiende a tus padawans, creo que voy a comprar algo de postre.”
“Entendido, pórtate bien…” Dijo divertida Alara. “Cuida a mi novio, Miri…”
“Eso sí puedo prometerlo, Ali.” Dijo jocosa la guardia.
Shin descendió en el puerto para empezar a caminar por la ciudad, Mirana se aferró a su brazo mientras compraban los filtros para luego terminar guardando todo en la nave. Mirana lo paseó por el mercado para buscar el lugar que había nombrado Vitti, pero Shin tenía otros planes. Sintió a la sith en el bar de un hotel, así que apretó la mano de la guardia para entrar al lugar. Todos los comensales estaban mirando hacia la sith, ya que estaba vestida de negro y tenía una larga capa con hombreras. Mirana quería sentarlos en la barra, pero Shin la sentó frente a la sith. Kaisa tenía brillantes ojos amarillos y estaba mirándolos con curiosidad cuando Shin se sentó junto a la guardia.
“Buenos días, Kaisa.” Dijo sonriente.
“No deberías sentarte en mesas que no te han invitado.” Dijo con severidad la sith.
“Eh, que agresiva…” Dijo jocoso. “Uno de mis hermosos pajaritos me dijo que me estabas buscando…”
“Eres demasiado hermoso para ser Ihsahan.” Dijo sin cuidado la sith.
“A todos nos pasa eso la primera vez…” Dijo al aire Mirana. “Ya recuerdo a esta mujer, Shin. Era una de las aprendices fallidas de Xania.”
Shin abrió los ojos para que brillaran en rojo.
“¿Cómo haces eso sin anunciar tu presencia?” Preguntó sorprendida Kaisa.
“Truco de sombra.” Dijo jocoso Shin. “¿Qué haces en nuestro frío planeta, Kaisa?”
“Dijiste que debería cambiar de amigos…” Dijo con seriedad la sith. “No tengo amigos.”
“Es normal… Supongo que has escuchado un poco de nosotros.” Dijo pensante Mirana.
“Todos saben que tu familia vive aquí, pero no hice más que decir tu nombre y me anunciaron que no me atreva a aparecer en ese pueblo.” Dijo con seriedad Kaisa. “En la Orden todos hablan de ti, no tengo ni idea de tu… organización.”
“Supongo que debería presentarme primero.” Dijo sonriente Shin. “Shin Aleaus Karadin, Primero de los Grises.”
Mirana sonrió divertida.
“Somos una… organización de sensitivos que buscamos entender la Fuerza más allá de lo que han grabado en nuestras cabezas los jedis o los siths.” Agregó sin cuidado. “Supongo que eso basta por ahora. La verdad es que somos un grupo de personas que no entramos en ninguna de nuestras Ordenes.”
“Eres mucho menos de lo que esperaba.” Dijo con seriedad Kaisa.
“Somos todos amigos aquí, Kaisa. No quiero romper eso, si quieres ver lo que hacemos o como lo hacemos, tendrás que hacerte a la idea de que no puedes seguir siendo una sith sedienta de poder.” Dijo sonriente Shin. “Ya no somos eso y estoy seguro de que tú nunca lo has sido.”
“¿Ella era la aprendiz del hermano de Eridia?” Preguntó con curiosidad Mirana.
“Exactamente, quiso consumirla para lanzarme un rayo que no iba a tener efecto en mí.” Dijo pensante Shin.
“Espero que te haya dado las gracias.” Dijo divertida la guardia.
“No he tenido la oportunidad…” Dijo ofuscada Kaisa.
“Kaisa, te dije esas palabras sabiendo que ibas a terminar aquí. Nunca has tenido el temple para ser una sith de alto vuelo, por eso has estado en la sombra de ese energúmeno siendo que podrías derrotarlo de un plumazo.” Dijo sonriente Shin.
“¿Cómo sabes eso?” Dijo pensante Kaisa. “Nunca me has visto pelear…”
“Estabas en mi lista de candidatas a Espada, Kaisa. Además, poco puedes ocultar de mi a través de la Fuerza.” Dijo pensante Shin. “Miri, te encargo que averigües si sus intenciones son reales.”
“Será un placer, Shin.” Dijo con seriedad Mirana.
“También tendrás que pasar sus pruebas para empezar a entrenar con nosotros, a diferencia de los siths nosotros nos mantenemos en forma.” Dijo sonriente Shin mientras llamaba al mozo. “¿Qué quieres, Miri?”
“Algo fuerte…” Dijo pensante Mirana.
“Yo quiero un jugo, nuestra amiga va a probar la cerveza local.” Dijo sonriente Shin. “¿Qué quieres de nosotros?”
“No lo sé, solo sé que ya no quiero vivir bajo la Orden…” Dijo pensante Kaisa. “Tal vez…”
“Supongo que seremos tus primeros amigos…” Dijo al aire Mirana. “Esperemos que los amigos de Alara sean más fáciles que los que vienen del Imperio.”
“Vienen bastante bien, hasta charlan en los almuerzos.” Dijo divertido Shin. “Hussan contó una historia sin que nadie se lo pida…”
“Están sanando, no puedo creer lo poco que entendía de esto hasta hace poco.” Dijo pensante Mirana.
“¿Cómo te están tratando en el planeta? Deberías cambiar tu ropa.” Dijo divertido Shin. “Esas hombreras te delatan.”
“Solo me miran, no he tenido problemas.” Dijo con seriedad Kaisa. “¿Ella era una Guardia Imperial? Su cara me resulta conocida.”
“Exactamente, Mirana solía ser una de las chicas de Xania. Ahora es una de nuestras instructoras y ha sido una gran amiga en mi vida en el Imperio.” Respondió pensante Shin.
El mozo sirvió la mesa en un instante.
“Me gustaba más ser tu herramienta.” Dijo con malicia Mirana.
“Todos tenemos trabajos en el templo, a veces es limpiar, a veces ordenar…” Dijo pensante Shin.
“A veces ayudarme con las compras.” Agregó Mirana.
“Pronto tendremos nuestra primera misión.” Dijo al aire Shin.
“Escuché decir que eres el enemigo número uno del Imperio…” Dijo pensante Kaisa. “No sé si podría ayudarte con eso.”
“No estamos interesados en ese tipo de movimientos, Kaisa. Estamos protegiendo a la galaxia de los peligros de la Fuerza. En este caso, ya has tenido esas visiones.” Dijo pensante Shin. “Estamos en crecimiento.”
“¿Cómo te fue con tu maestro?” Preguntó sin cuidado Mirana para tomar un sorbo de su tarro.
“Estaba inconsciente cuando me marché, por alguna razón llegué a Ziost para luego ir a Korriban. Alguien me dijo que podría encontrarte en este congelado planeta, así que aquí estoy. Gracias por salvarme, Ihsahan.”
“Su nombre es Shin…” Dijo divertida Mirana.
“No hay nada que agradecer, vas a tener que acostumbrarte a nuestro altruismo. A diferencia de los jedis no elegimos nuestras peleas, así que no vas a sentir como la luz nos apadrina.” Dijo jocoso Shin. “¿Cómo te sientes? ¿Necesitas algo?”
Shin iba a pasar la mañana hablando con Kaisa, pero su mente iba a estar en otro lado.