Alara estaba mirando la túnica de su prometido mientras hablaba con Shia y Juna. Shin estaba parado frente a al mirador de su yate hablando con Tori. Por alguna razón todo olía a flores en la nave. Artrisa estaba piloteando mientras notaba que nunca habían tenido tanta gente en un solo viaje. Hussan había armado un equipo pequeño de espías y estaba contenta de verlos a todos con sus nuevas túnicas, incluso si todavía no habían aprendido lo necesario para considerarse uno de los Grises.
“Tienes que hacer algo al respecto, Ali. No puedes permitir que tu prometido siga agregando mujeres al templo.” Decía con malicia Shia.
“¿Qué tiene de importante eso?” Preguntó sin cuidado Juna.
“Ah, tú no sabes como son los hombres… Todos tienen sueños de vivir rodeados de mujeres.” Dijo jocosa la mandaloriana. “El problema con Shin es que puede cumplirlo, su trasero es demasiado lindo y fácil de seguir.”
“Confío en mi prometido…” Dijo celosa Alara.
“Eh, tu cara no dice lo mismo, Ali.” Respondió sin cuidado.
“Cambiando de tema, ¿Qué puedo esperar de este lugar, maestra?” Preguntó con cuidado Juna.
“Es una estación espacial completamente ajena a cualquier cosa que hayas visto. Para empezar, es a cielo abierto.” Respondió al instante Shia. “No sé cómo estará ahora, creo que los chicos estaban intentando minimizar el acceso a los controles así no había peligro de que abran la compuerta…”
“A Shin casi le explota la cabeza la primera vez que visitamos la Joya, ten cuidado. Yo sentí un escalofrío, pero él tuvo visiones por horas y terminó abierto a la Fuerza…” Dijo pensante Alara. “Estaba dándoles consejos a Tori, supongo que ella sienta algo más que nosotras.”
“Entendido, supongo que esto es de las sensaciones que no hay que resistir…” Dijo pensante Juna.
“Exactamente, o por lo menos eso estaba diciéndome mi… hermoso prometido.” Dijo apenada Alara. “¿Por qué es tan difícil decir eso, Shia?”
“Porque no estás acostumbrada a decir lo que piensas, Ali. Supongo que esos jedis te han enseñado a pensar todo tres veces y que lo material no es importante…” Dijo divertida Shia. “Si te cuesta decirlo puedo hacerlo por ti...”
“Puedo sola…” Dijo ofuscada Alara mientras Eridia se acercaba a ellas. “¿Cómo estás, Eridia? ¿Lista para la primera misión?”
“Estoy un poco nerviosa…” Dijo pensante la purasangre. “Estuve hablando con Kaisa y Shin me contó una de sus visiones.”
“Por lo que Miri me dijo es honesta con lo que dice.” Dijo pensante Shia. “Veremos, nadie va a lastimarnos.” Terminó con severidad.
“Me imagino que todos ustedes pueden detectar cuando un espía está cerca.” Dijo pensante Juna.
“Shin está intentando que todos se relajen y dejen de forzarse a ser espías, así que están un poco distraídos.” Dijo pensante Alara. “Nada de qué preocuparse. La visión de Shin confirmó algo de lo que Kaisa encontró en sus visiones.”
“Eso escuché…” Dijo pensante Eridia. “Todavía no estoy cómoda con usar el otro lado de la Fuerza…”
“Solo es cuestión de práctica.” Dijo divertida Alara. “Tengo que admitir que yo tengo el mismo problema.”
“Ahora que no se ocultan puedo sentir su… confusión.” Dijo al aire Juna. “Estuve hablando con los espías, todos tienen historias peculiares.”
Alara dejó a su padawan conversar para acercarse a su prometido. Con mucha vergüenza, lo manoseó un poco sin el efecto que esperaba, lo que sí ganó fue una sonrisa de Shia y Mirana.
“Deja que fluya, no puedes resistir semejante eco…” Decía divertido Shin. “Es muy extraño, tiene… pulsaciones regulares. Si es que tengo que ponerle palabras.”
“Entiendo, intentaré seguir tus consejos…” Dijo pensante Tori.
Las líneas azules de la hiperlane brillaban frente a ellos mientras intentaba avergonzar a su prometido.
“Yo sabía que te gustaba mi culo, preciosa.” Dijo jocoso para apretarla hacia a él.
“Quería que te sonrojes…” Dijo ofuscada Alara.
“Es difícil…” Dijo divertido Shin.
“¿Esas son las estrellas?” Preguntó de la nada Tori.
“Sí, así se ven por la deformación del espacio-tiempo.” Dijo sonriente Shin mientras miraba a Alara con mucho cariño.
“¿Por qué me miras así?” Preguntó divertida mientras lo manoseaba. “Así me miras cuando… tú sabes, en la cama.”
“Estás radiante, tesoro. Quiero confesarte que así es como más me gustas, mi hermosa maestra jedi. Con tu cola de caballo y hermosas túnicas grises.” Dijo sonriente Shin.
Alara se sonrojó al instante.
“Estúpido…” Respondió apenada.
“Eres mi sueño, mi maestra… corrompida solo para amarme.” Dijo jocoso su prometido. “Adicta a mis caricias…”
“Me gustan sus túnicas…” Dijo al aire Tori. “Maestra… ¿Puedo ser una de las Grises?”
“En el futuro, Tori.” Dijo sonriente Alara. “Necesitas la experiencia de los jedi y la verdad es que todavía no tenemos nada para mantenerte ocupada.”
“Escucha a tu maestra, Tori. De todas maneras, ya eres una de las amigas de los Grises.” Dijo sonriente Shin.
“Entiendo… ¿Qué más van a hacer?” Preguntó con curiosidad.
“No lo sé todavía, tenemos que sacar la primera camada de Grises y ver cómo nos acepta la galaxia, por ahora estamos en las sombras…” Respondió sin cuidado Shin.
La nave salió del hipervuelo para dejarlos cerca de la estación espacial. Tori y Juna se asomaron para mirarla desde la distancia mientras Vitti les daba la bienvenida por el comunicador. Sobre la estación estaba el Guardián Gris en todo su esplendor.
“Esa pintura le vino bastante bien.” Dijo al aire Shin. “Gente, ya escucharon a Vitti. No olviden nada.”
Alara apretó su mano mientras miraba a la Joya en la distancia.
Celosa, Alara vio como Vitti saltaba a los brazos de Shin mientras los demás revisaban el hangar de la nave con curiosidad. En un rincón estaba el taller de Vera, que caminaba hacia ellos mientras Mirana presentaba a todos.
“¿Cómo estás, Vitti?” Preguntaba con una sonrisa Shin.
“Shin… Bienvenidos. Viene a recibirlos… Ali, me encantan los nuevos Grises.” Respondió sonriente Vitti mientras se aferraba al brazo de Shin. “Vera se estuvo quejando de que tiene mucho trabajo.”
“Culpa de Shia.” Dijo divertida Alara. “Parece mucha nave para ustedes dos.”
“Aquellos dos nunca vienen, yo vengo a cenar con Vera. Vatse se está convirtiendo en Artemios…” Dijo preocupada la twi’lek.
“Cuando los vea los mando a descansar, Vitti.” Dijo divertido Shin.
Los tres estaban mirando a Vera saludar a todos con algo entre las manos. Parecía ser una hombrera y estaba hecha de beskar. Shia saludó a la mandaloriana para que esta pusiera la hombrera en su armadura. El símbolo era el mismo que el de los grises, una especie de planeta con un lightsaber con alas en el centro. El planeta era distinto de cada lado del sable y era todo gris.
“Al fin.” Dijo divertida Shia. “Gracias, Vera. Ahora soy una de las Grises.”
“Bienvenida.” Dijo divertido Shin mientras sacaba algo de su túnica.
Shia apoyó el casco en el suelo para recibir unos relucientes binoculares.
“Gracias…” Dijo sonrojada.
“Ahora me haces quedar mal… Dejé mi regalo en casa.” Dijo divertida Alara.
“Puedes decir que es de mi parte, son los beneficios de ser mi futura esposa.” Dijo divertido Shin. “¿Cómo está todo por aquí, Vera? Espero que la nave no sea muy solitaria.”
“Estoy acostumbrada, Shin.” Dijo pensante la mandaloriana. “Tienes un grupo silencioso de aprendices.”
“Están nerviosos.” Dijo divertido Shin. “¿Novedades?”
“Nada que informar. ¿Cuándo llegan las visitas?”
“Mi mensaje debería llegarles en un par de días. Quiero que los chicos aprendan el mapa del lugar y se acostumbren al eco que viene de la Cascada… Aunque no sé si todos van a sentirlo, ahora nos vamos a enterar.” Dijo pensante Shin.
“Entendido.” Dijo con seriedad Vera.
Hussan y Eridia estaban bajando cajas de la rampa con la ayuda de los demás espías.
“Trajimos provisiones.” Dijo con seriedad Hussan. “Voy a hacerme cargo de la nave.”
“Te la encargo, yo me llevo a los demás… Una lástima que los amigos de Alara no estén con nosotros. Ellos tienen más práctica que nosotros en las naves.”
“Creo que es una buena ventaja tenerlos en el convoy de la República.” Dijo al aire Hussan.
“Es cierto.” Opinó pensante Artrisa. “¿Bajamos en el yate?”
Shin estaba mirando hacia el otro lado del hangar.
“¿Eso es lo que pienso que es?” Preguntó mientras empezaba a caminar.
En el fondo del hangar había una destruida nave, apenas podía decirse que tenía forma de una, pero Alara estaba segura de que era la nave que estaba destruida en una de las torres de la Joya. Su parte trasera era medio disco y tenía pintada unas rayas de otro color que el resto de la nave. Shin apoyó su mano en el casco y lo perdió en sus visiones.
“Es la nave de Revan, Keyfour quería repararla, pero…” Dijo al aire Vitti. “Esa torre está reparada gracias a esa flota de drones que enviaste… ¿Shin?”
“Está teniendo una visión, Vitti…” Dijo Alara mientras acariciaba la espalda de su prometido. “Dale unos minutos…”
Hussan la estaba mirando con curiosidad cuando Shin se agachó para mirar una marca en el casco.
“Esta nave tiene demasiada historia…” Dijo al aire Shin. “Revan besó por primera vez a Bastila en la cabina y Meetra entrenó a Briana en salón de cargas…”
“¿Estás bien?” Preguntó preocupada Alara.
“Nada que lamentar, Revan tenía un par de amigos ignorados por la historia.” Dijo sonriente Shin. “Esta nave tiene que descansar…”
“Eso estaba diciéndole a Keyfour.” Dijo al aire Vitti. “El Cóndor está en el otro hangar.”
“¿Dejaste a los demás varados en la estación?” Preguntó divertida Shia.
“Solo vienen a bañarse… y no tan seguido como deberían.” Dijo jocosa Vitti.
Shin empezó a llamar a todos para viajar hacia la Joya.