Luego de unos días de estudio y charlas en su nave, Alara estaba lista para el futuro. Shin estaba preocupado por el futuro, pero no podía hacer nada al respecto. Su novio estaba con su armadura y máscara parado frente a la compuerta con el puente detrás de él. Estaba esperando por la República y el Imperio, que en cualquier momento podrían aparecer. Junto a ella estaban Shia, Mirana y Artrisa mientras que Hussan y el resto de los espías iban a esperarlos en las instalaciones. Alara se aferró a su brazo para mirar su horrenda máscara.
“Cada día me gusta menos.” Dijo divertida la jedi.
“Tengo que hacer presentaciones, hoy me convierto oficialmente en Shin.” Dijo divertido.
Alara sonrió encantada.
“No me gusta que tengas alter egos.” Dijo sonriente. “¿Cómo estás? Tuviste demasiadas visiones estos días.”
“En la nave estoy mejor. Es bastante… regular lo que llega de la Cascada.” Dijo pensante Shin. “Ya estoy acostumbrado… ¿Qué hiciste con tus padawans?”
“Están paseando con Keyfour.” Dijo pensante Alara. “Querían explorar ese lugar donde peleaste con los droides.”
“Ah, ¿ya confías en Juna? Ese lugar es bastante oscuro.” Dijo pensante Shin.
“No hay nada de qué preocuparse.” Dijo pensante Alara.
“Shin, todo está listo.” Dijo con seriedad Artrisa. “¿Quieres que me posicione en la torre?”
“La idea es hablar, Artrisa. Supongo que tu hermoso rifle es bastante disuasivo.” Dijo sin cuidado Shin. “La próxima misión vamos a conseguirles uniformes.”
“Shia salió beneficiada.” Dijo divertida Mirana. “Yo me conformo con una de esas túnicas.”
“Son demasiado sueltas para ti, Miri.” Dijo con malicia Shia. “Yo no me preocuparía demasiado, Shin… Contigo alcanza.”
“No es mi idea demostrar nada, Shia… Recuérdalo. Esta no es una de las situaciones que podamos resolver con mi sable.” Dijo pensante Shin. “Estoy seguro de que van a llegar al mismo tiempo… se deben estar espiando para no quedar expuestos.”
“Eso parece lo correcto, Shin…” Dijo con seriedad Artrisa. “¿Puedo elegir los uniformes?”
“Por supuesto, solo necesitan un toque gris o la insignia de la Orden.” Dijo jocoso Shin.
El horizonte se pobló de naves que salían del hipervuelo por la misma ruta. Las flotas se separaron en dos y terminaron sobre la estación. Las naves del Imperio eran exactamente el número que había especificado, la República parecía tener un par de cazas más de los que deberían tener. Una nave de cada bando empezó a caer sobre ellos mientras las flotas se enfrentaban y parecían listas para pelear. Una tercera nave salió del hipervuelo, era la nave de Cen. Esta aterrizó en el centro del lugar mientras los grupos se enfrentaban, los soldados parecían estar listos para pelear y los líderes aparecieron a intermediar. Por un lado, estaba Lady Akilina y Moff Remus Pyn, cosa que lo sorprendió poco, ya que Tiberius era demasiado tibio para dirigir el Ministerio de Guerra. Por el lado de la República, estaban el Canciller, el Almirante Krishu y la maestra Shura. Solo intercambiaron una mirada entre ellos para dirigirse hacia su grupo. Shin podía notar la disciplina en los soldados del Imperio, ya que parecían estatuas en presencia de sus superiores.
“Buenos… días.” Dijo jocoso Shin mientras hacía una ridícula reverencia. “Espero que ahora crean mis palabras.”
Alara estaba mirando a los jedis cuando notó a Mirabella detenerse frente a ella, era una de las custodias de Lyndon. Thirin era el líder del grupo y la milicia estaba siento reforzada por sus amigos mandalorianos. Del otro lado, notó unos droides y unos mercenarios con peculiares y gigantescas armaduras.
“Aquí está el asesino de mi hijo, Ihsahan.” Dijo con seriedad Krishu. “Nadie cree esas patrañas de que…”
Shin se quitó la máscara para sorprender a Akilina, ya que no conocía su cara.
“Xania siempre había dicho que eras demasiado bonito para ser un sith.” Dijo con seriedad la sith.
“Mi nombre es Shin Aleaus Karadin y soy el Primero de los Grises.” Dijo sonriente. “Esta es la Maestra Alara Domo-Sareh y estos son mis amigos, estamos aquí para mantener la paz. Espero que respeten el mínimo de decoro que imponemos.”
La sith enfrentó a Shin para mirarlo con fijación.
“Eres menos formidable sin esa máscara… Shin.” Dijo con desprecio Akilina.
“Si eso fuera cierto ya estaría muerto, sith.” Dijo divertido Shin. “No acapares la atención, tenemos gente importante de la República presente.”
Krishu lo estaba mirando con fijación mientras Lyndon intercambiaba una mirada con Remus.
“¿Por qué estamos aquí, gris?” Preguntó con seriedad Remus. “¿Qué es este lugar?”
Alara dejó a su prometido explicar el asunto mientras ella se acercaba a Thirin y Erdos, que eran los únicos relajados en el lugar. Shin se perdió en el puente con sus amigas mientras ella miraba de cerca a un soldado del Imperio.
“¿Cómo estás, Thirin? No has venido a visitarnos…” Dijo divertida Alara. “Su temple es formidable.”
“Así es el terror.” Dijo divertido Erdos. “Esos son parte de los Eclipses… Mercenarios de espacio Imperial, supongo que extrañaran a nuestra amiga en estos momentos si contratan a esos inútiles.”
“Buenos días, Alara. Quería disculparme, he estado ocupado…” Dijo apenado Thirin. “Shura me tiene yendo para todos lados y estoy organizando a los Vigilantes.”
“Solo tuve que irme de la Orden para que tomes el trabajo…” Dijo con malicia la jedi.
“Iba a tomarlo…” Dijo apenado Thirin. “Me gusta la túnica…”
“Gracias…” Dijo sonriente Alara. “Mirabella estaba custodiando al Canciller.”
“¿No deberías estar con Shin?” Preguntó con curiosidad Erdos.
“Quiero ver a las tropas y me encargó a nuestros amigos de las ciencias.” Dijo sonriente Alara. “Krishu emanaba odio…”
“Yo estuve cuando se enteró del nombre de Ihsahan, no fue bonito.” Dijo pensante Thirin. “Te sigo, quiero saludar al profesor.”
Alara caminó junto a su amigo mientras Cen y Junia custodiaban la rampa.
“Si no es mi jedi favorita.” Dijo divertido Cen. “Es la primera vez que transporto científicos…”
“Son más exigentes de lo que esperaba, pensé que nuestra presencia de contrabandistas iba a disuadirlos un poco.” Dijo divertida la cereana. “Deberíamos robarles algo de su precioso equipamiento para que nos recuerden.”
“Es un trabajo para mi sobrino, Junia. La próxima vez.” Dijo divertido Cen.
Uzuri fue el primero en bajar y apretar las manos de Alara.
“Bienvenido, profesor.” Dijo sonriente la jedi. “Estábamos esperando, gracias por organizar a esta gente.”
“Me reencontré con viejos amigos.” Respondió divertido. “Cen es un gran capitán, espero que podamos volver con él.”
“Veremos, por ahora quiero tenerlos seguros.” Dijo pensante Alara.
“Thirin.” Dijo divertido el profesor. “Ah, ya estoy animado…” Agregó lleno de energía.
Hussan apareció por un costado junto a Eridia para mirar al profesor con curiosidad.
“Hussan y Eridia van a ayudarlos con el equipo, profesor. Mis otros alumnos estás esparcidos por el lugar para mantener la paz.” Dijo con seriedad Alara mientras miraba al resto de los científicos.
“Entendido, ¿Eres maestra?” Preguntó con curiosidad el científico.
“Estoy a cargo de ellos en ciertos estudios, Shin enseña el resto por ahora. Nos faltaría un sith…” Dijo al aire Alara. “Quería hacerme Gran Maestra, pero no me siento capacitada todavía, la verdad es que el único Gris es él.”
“Entiendo, me imagino que debe ser difícil conciliar estilos tan diferentes…” Dijo sorprendido Uzuri.
“Es… complejo.” Opinó pensante Hussan. “Sigan a la maestra, Uzuri.”
Alara caminó entre los soldados pensando en cómo iban a contener la violencia, por ahora la presencia de Erdos era suficiente. El cuarto que habían elegido para ellos estaba entre ambas bases que habían preparado para las facciones. Los científicos eran los únicos mezclados. En el centro de la sala había una gigantesca mesa. Su prometido estaba en el centro cuando ella y Uzuri se sumaron a la junta.
“Nosotros nos encargaremos de toda la logística, solo tienen que ponerse cómodos para estudiar el lugar.” Decía con gracia Shin.
Krishu estaba mirándolo con fervor y desprecio en sus ojos.
“¿Crees que voy a confiar en…?” Empezó Lyndon.
“¿Vas a confiar en el Imperio?” Preguntó divertido. “Este lugar tiene que mantenerse como un secreto, Canciller. Estas son mis reglas.”
Lyndon gruñó ofuscado.
“No tenemos por qué someternos a tus reglas… sith.” Dijo con firmeza el Almirante.
“Ustedes hagan lo que tengan que hacer, Almirante. Este es el peligro más grande que tiene la galaxia en estos momentos, lo que esto contiene en la Cascada puede sumir tanto a la República como al Imperio en total oscuridad.” Respondió con seriedad Shin.
“Es cierto, Almirante. Por eso estamos aquí, no podemos dejar este lugar en manos de los Siths.” Dijo con seriedad Shura. “Incluso si tenemos que lidiar con un caído como él.”
Shin sonrió divertido.
“Espero que tu madre esté bien, Shura.” Dijo con malicia Shin. “Escuché que a ustedes las tratan mucho mejor que a mi Alara.”
“Nosotras no hemos caído al…”
Shin la interrumpió con un gesto ofensivo de sus manos, como si esta hablara repitiendo sandeces.
“Ya dejé en claro que no hay diferencia entre su amor y el nuestro, solo está avalado por la mayoría de su Orden. Supongo que mi tesoro no es tan popular como ustedes.” Dijo divertido.
“Las nimiedades de los Jedis nos interesan poco, Ihsahan.” Dijo con seriedad el Moff. “Las instalaciones serán suficientes, solo mantengan a estos… republicanos alejados de nuestros soldados. No voy a quejarme de la cantidad exagerada de naves que la República ha traído, ya que diez de sus cazas apenas son uno de los nuestros.”
“Gracias por su comprensión, Moff.” Dijo sonriente Shin.
“Nuestros pilotos valen diez de los suyos.” Dijo con firmeza Krishu.
“Eso puede decidirse con facilidad, Almirante.” Dijo con seriedad Remus.
“Nada de eso, pueden entrenar con nosotros si quieren.” Dijo divertido Shin. “Parece que no voy a poder dejarlos solos. Aprendan de sus científicos, ellos pueden alinearse a un objetivo común con facilidad.”
“Este lugar es fantástico, Shin.” Interrumpió Uzuri.
“Profesor, ¿Lo que dice este… hombre es cierto?” Preguntó el Canciller. “Sus historias parecen disparatadas.”
“Es todo cierto, Canciller. Shin ha estado siguiendo el rastro del gran Revan y ha encontrado su última parada.” Dijo con seriedad Uzuri.
“Esos holos han sido convincentes, Canciller.” Dijo con seriedad Akilina. “Lo único que no me parece real es que haya sido derrotado por estas… criaturas.”
“Revan peleó con valor y habilidad, pero este enemigo es mucho para cualquiera. Revan mismo ha dejado grabado de que son inmunes a la Fuerza y he tenido el placer de confirmarlo en mis visiones… Por eso los he llamado, creo que es un trabajo para fuerza militar de la galaxia.” Aclaró pensante Shin. “Voy a dejarlos solos, pero sepan que estaré vigilando. Mis grises estarán presentes para mantener la paz y responder preguntas. No quiero volver a anunciar mis reglas.”
La tensión estaba en el aire.
“Gente, no estamos aquí para pelear. Estamos aquí para proteger a la galaxia.” Dijo con firmeza Alara. “Estamos aquí para probar que podemos, por lo menos, unirnos para no sumirnos en la oscuridad.”
“Entendemos lo que está en juego, Alara.” Dijo con seriedad Shura.
“Es maestra.” Dijo sonriente Shin mientras apretaba su mano. “Oficialmente.”
“¿Quién crees que eres para darle un título?” Preguntó con seriedad Shura.
“El Primero de los Grises, ¿No me escuchaste?” Respondió jocoso Shin. “Ya he dicho que esto no es un concurso de popularidad.”
“Shin…” Dijo con cuidado Alara.
“Perdón, preciosa…” Dijo sonriente. “Quiero dejar algo en claro…”
Alara sabía lo que iba a decir, así que apretó la mano para detenerlo y llevárselo por el pasillo. Shin apretó su cintura para caminar por el pasillo mientras saludaban a sus amigos. Los militares ya estaban organizándose mientras ellos se enfrentaban a la compuerta.
“¿Por qué me detuviste?” Preguntó sin cuidado su prometido.
“No quería que te metieras en problemas…” Dijo pensante Alara. “Puedo cuidarme sola.”
“Lo sé, pero… Ahora todos saben que eres…”
“Tu prometida.” Dijo contenta Alara. “No me gusta que te ocultes detrás de esa máscara, Shin. Quiero que seas feliz siendo tú mismo.” Agregó mientras lo apretaba con fuerza. “Además… Siempre vas a cuidarme.”
“Es una de mis metas en la vida.” Dijo con seriedad Shin.
“Voy a dejarte ayudarme un poco, con lo que me estás entrenando creo que no debería tener problemas…” Dijo divertida Alara. “¿Te sigue preocupando esto?”
“Nada cambió, siento que es un error, pero al mismo tiempo siento que este es el camino menos… peligroso, por así decirlo.” Dijo preocupado Shin. “Estoy bastante preocupado por lo que hagan estos… bandos, pero más me preocupa lo que hay detrás de esa barrera.” Agregó mirando hacia la gigantesca compuerta.
“Yo creo que es lo correcto, Shin. Especialmente si la Fuerza te lo ha dicho.” Dijo sin cuidado Alara.
“Yo no creo lo mismo, tesoro. El pasado ya está escrito y los futuros que la Fuerza me muestra son todos posibles… Solo puedo afectar el presente sin saber cuál camino estamos siguiendo.” Dijo pensante Shin.
“¿Qué pasa si el pasado, cuando era futuro, ya estaba escrito?” Preguntó sin cuidado Alara.
“No quiero vivir en un lugar como ese, tesoro…” Dijo divertido Shin. “Si eso es lo que pasa, voy a pelearme con el destino sin temor a represalias.”
Alara apretó a su prometido.
“Me gusta tu estilo, Shin. Siempre estás pensando en el presente y es lo que me parece correcto.” Dijo sonriente. “¿Qué vas a cocinar?”
Alara ya quería volver a casa, pero iban a tener unos días difíciles en la estación.