Alara estaba mirando a su prometido dormir cuando escuchó unos golpes en la puerta. La semana había sido tranquila luego de los primeros días de la República y el Imperio en la Joya. Los Grises estaban a la altura de la situación y habían mantenido la paz como se había prometido. El único problema que tenía era su prometido, ya que tenía visiones recurrentes y no estaba durmiendo lo suficiente. Se puso su túnica para encarar a la puerta mientras apretaba su cinturón. Hussan estaba esperándola.
“Me disculpo, Alara. Tenemos una… situación.” Dijo pensante. “Tengo noticias también…”
“¿Es urgente? Al fin se durmió…” Dijo con cuidado Alara.
“No lo sé, ese es el problema.” Dijo con seriedad el espía.
“Dame un rato…” Dijo pensante Alara. “Ya te alcanzamos.”
Alara volvió a la cama para encontrar a su novio como lo había dejado y acariciar su pecho con cariño para despertarlo.
Shin había tenido el mismo sueño toda la semana, una danza de sombras, un botón y la oscuridad aparecía por la compuerta. No tenía detalles, no tenía culpables, solo tenía eventos. Abrió los ojos para encontrarse con los de su prometida, que estaba acariciando su pecho con cariño.
“No quería despertarte, pero Hussan tiene noticias…” Dijo en voz baja Alara. “Si quieres puedo decirle que vuelva más tarde.”
“No te preocupes…” Dijo sonriente Shin.
Alara estaba alejándose en la distancia, solo podía verla a ella mientras una misteriosa oscuridad los separaba. Pestañó para vestirse bajo la preocupada mirada de su amada.
“Nada que hacer, tesoro.” Dijo sonriente Shin. “Espero que no sean noticias del Imperio, he estado escuchando rumores disparatados…”
“Veremos…” Dijo distraída Alara. “No puedo pensar cuando te vistes frente a mí.” Agregó avergonzada.
Shin se agachó para besarla.
“Nada de qué avergonzarse, preciosa. Siento lo mismo cuando me regalas un poco de tu belleza.” Dijo divertido.
“Estúpido…” Dijo Alara mientras se ponía de pie.
Hussan estaba en el puente de mando junto a Eridia y Artemios, los tres estaban hablando efusivamente mientras Vitti y Keyfour miraban algo en un monitor. Un par de los grises estaban a cargo de la nave y todo marchaba con normalidad.
“Shin, noticias. ¿Escuchaste lo mismo que yo desde el Imperio?”
“¿Sobre la nueva flota con todos nuestros amigos? Sí.” Dijo pensante Shin. “Nadie sabe quién es el líder…”
“No es ninguno de los que crees, debe ser alguien nuevo…” Dijo al aire Eridia.
“O es alguien que parecía irrelevante.” Dijo pensante Shin. “¿Qué pasa en el Joya?”
“La República quiere la palabra y van a esperarte para empezar.” Dijo pensante Hussan. “No tengo idea de porque te necesitan.”
“Esperemos que no sea venganza.” Dijo divertido Shin. “Voy a ponerme la armadura por las dudas, con suerte su imagen los hace recapacitar si llegamos al peor caso.”
“No seas tan pesimista… tal vez descubrieron algo.” Dijo pensante Alara.
“O tal vez quieran echarnos del lugar.” Dijo divertido Hussan.
Alara miró a su amado marchar mientras ella miraba hacia la estación.
“¿Pensamientos? ¿Ideas?” Preguntó al aire Alara.
“No lo sé, Alara…” Dijo pensante Hussan.
“Yo creo que han descubierto algo, pero… Uzuri nos hubieran dicho algo.” Dijo al aire Artemios. “¿Por qué estás preocupada, Ali?”
“No sé, Shin ha estado inquieto estos días y solo me dice que tiene visiones…” Dijo al aire Alara. “Quédense en la nave, así tenemos perspectiva.”
“Entendido.” Dijo divertido Artemios. “Shin me hizo prometerle que no iba a bajar por unos días… Nuestro jedi favorito tiene prohibido bajar también.”
“Estás corrompiendo a mi amigo, Artemios.” Dijo pensante Alara. “Ya escucharon al Primero, descansar es importante.”
“Lo sé, lo sé… este conocimiento es muy tentador como para dejarlo pasar.” Dijo al aire Artemios.
“La Joya no va a irse a ningún lado.” Dijo desde lejos Shin mientras acomodaba sus guanteletes.
Alara tomó el brazo de Shin para llevarlo hasta el hangar. Los pasillos estaban desiertos cuando todos estaban en la estación y sus amigos trabajaban para la República.
“¿Estás feliz?” Preguntó de la nada Shin. “Conmigo… con tu nueva vida…”
“¿Qué clase de pregunta es esa?” Preguntó ofuscada Alara.
“No lo sé, a veces pienso que te mereces algo mejor que yo.” Dijo apenado Shin. “Hoy es uno de esos días. Tal vez estarías mejor con tus amigos de la Orden, con tus padawans…”
“No funciona así, Shin.” Dijo divertida Alara mientras se aferraba a él. “Yo estoy aquí por ti, porque me gusta dormir contigo, porque me encanta salir a pasear con mis amigas, porque ahora entiendo mucha de las cosas que antes me parecían estériles y efímeras…” Agregó sin cuidado. “Además, ¿Quién va a hacerme el amor todos los días?”
Shin la miró con curiosidad.
“Lo que quiero decir es que no puedes decidir si puedo amarte o no, Shin. Estás equivocado si piensas eso…” Dijo sonriente Alara.
Su novio se sonrojó por primera vez desde que estaban juntos.
“Al fin…” Dijo jocosa. “No deberías avergonzarte por nuestro amor…”
“Me avergüenza ser el receptor de tu amor, tesoro…” Dijo apenado Shin. “Solo eso…”
“Bueno, me encanta que seas mi prometido…” Dijo divertida Alara. “Más me gusta tenerte en mi cama, me haces bien a cualquier hora del día, Shin. Recuerda eso…”
Shin besó a Alara mientras escuchaban los cortos y rápidos pasos de Vitti y los sonidos de Keyfour. El astromech entró directamente en el caza mientras Vitti los espiaba de cerca.
“Puedes besarme a mi si quieres…” Dijo con malicia la twi’lek.
“Es mío…” Dijo celosa Alara.
Shin sonrió divertido.
“Espero que hayas descansado, Vitti.” Dijo mientras escuchaba los pitidos de Keyfour. “Ya estás al día, Keyfour. No puedes quejarte de esas mejoras y solo puedo escucharte andar porque haces ruido contra el piso.”
“Me vinieron bien esos días en casa… Los muchachos de las minas ya no saben que hacer sin mí.” Dijo contenta la twi’lek. “Quedó espectacular nuestro mecánico amigo, esa pintura te da todo el estilo que Jaythree envidia, Keyfour.”
Keyfour sabía que tenía más estilo que el traductor.
“Un astromech vanidoso… Eso es nuevo.” Dijo al aire Alara mientras manoseaba a Shin. “Nada de besar a tus amigas, ¿Me escuchaste?” Preguntó divertida.
“Hay otras cosas que puede hacer conmigo…” Dijo con sensualidad Vitti.
“Eso tampoco…” Agregó celosa para saltar a su habitáculo. “Te toca ser copiloto, Casanova. Ya pasaste muchos días como capitán.”
“Lo que diga, señora.” Dijo divertido Shin mientras acariciaba la cabeza de Vitti. “Nos vemos luego, voy a terminar esa partida y vas a tener que ayudarme a doblar las túnicas.”
“Ya lo veremos, Shin… Espero que tengas un lugar especial para nuestra cita.” Dijo jocosa Vitti. “No peleen con nadie…”
Alara no dudó en despegar.