Shin y Alara saltaron al techo de la nave directo desde la rampa del Cóndor rodeados de sus voladores amigos mandalorianos. Sanza tardó poco en abrir una entrada para ellos. Shin aterrizó para encender sus sables y pelear con todos los enemigos que había dentro. Alara pasó detrás de él para ayudarlo mientras entraban sus amigos. Keyfour bajó de la nave con sus cohetes para conectarse a la computadora mientras ellos peleaban con sus enemigos. La pelea fue violenta y sangrienta. Sus sables parecían ser lo más eficaz contra ellos, ya que la mitad de los disparos rebotaban en sus densas armaduras. Alara estaba mirando a uno de sus enemigos sin poder imaginar que ocultaba esa plateada armadura. Sus garras eran tan afiladas como sus espadas y al cabo de unos momentos todo se sumió en silencio. Keyfour estaba hablando con Shin mientras los demás revisaban todo.
“Este lugar es extraño.” Dijo al aire Sanza.
“Parece a una de esas naves de estasis…” Dijo al aire Erdos.
“¿Del otro lado?” Preguntó en voz alta Shin. “Ahí iremos… ¿Puedes abrir las puertas?”
Keyfour respondió al instante.
“Después puedes hacerme uno, ahora estás a cargo del hackeo.” Dijo pensante Shin.
Shin se paró frente a lo que parecía ser un pasillo para que la puerta se abriera frente a él. Saltó hacia el frente llevándose a todos los enemigos con él. Alara lo vio pelear con su viejo estilo sith. Su Soresu Imperial era magnífico y sabía porque lo estaba usando. Su prometido no podía depender de sus sentidos. Alara saltó a ayudarlo para terminar junto a Keyfour en la siguiente puerta.
“¿Puedes bloquear los desprendimientos?” Preguntó en voz alta Shin.
Keyfour podía intentarlo.
“Hazlo.” Afirmó el gris.
“No estamos aportando nada.” Dijo ofuscado Erdos.
“Ahora van a brillar… Necesito llegar al otro lado de la nave. Keyfour dice que su diseño es… opuesto a nuestros estándares. La sala de control está al final, donde está el motor principal. Allí podríamos bajar esta cosa del espacio.” Dijo pensante Shin. “Necesito que llamen su atención mientras llevo a Keyfour hacia el frente.”
“Ya escucharon al jefe.” Dijo divertido Cresso.
Alara estaba mirando a Shin mientras su prometido daba órdenes por su comunicador.
“No sé cómo manejas tantos frentes al mismo tiempo…” Dijo pensante Alara. “Por eso nunca quise ser Gran Maestra…”
“Costumbre, recuerda que era el Ministro de Inteligencia en el Imperio.” Dijo pensante Shin. “Ten cuidado, preciosa. Estos enemigos pueden derrotarnos de un golpe.”
“Lo sé, tú eres el que debe tener cuidado, no puedes usar tus instintos para pelear.” Dijo pensante Alara.
“Solo tengo que pelear como Darth Ihsahan.” Dijo divertido Shin. “¿Listo?” Preguntó a su mecánico amigo.
Shin dejó pasar a sus amigos para atravesar a toda velocidad el campo de batalla junto a Keyfour, desviando y peleando solo con los que cruzaban en su camino. Su amigo ya estaba ducho con las puertas y empezaron a pasar más rápido de lo que los enemigos podían desconectarse de sus estaciones. Shin no se detuvo hasta que llegaron a la última puerta mientras escuchaba a sus amigos por el comunicador. Su sable cortaba enemigos mientras su armadura recibía más daño que en todos sus años de servicio. Lo primero que iba a hacer cuando volviera a casa era estudiar a estas criaturas, ya que parecían influenciadas por la armadura que llevaban puesta.
“¡Sanza!” Gritó Lura por el comunicador.
Shin sabía que su prometida no iba a permitir que sus amigos fueran lastimados, así que siguió protegiendo a Keyfour. Lo primero que hacía era destruir las armas, ya que esas escopetas podían ser mortales si llegaban a impactar de lleno en su pecho otra vez. Lo extraño de la pelea era el hecho de que no necesitaba ignorar sus instintos, ya que no sentía nada en esos momentos. Sus alrededores eran estériles y parecían ajenos al Fuerza, pero no pudo distraerse, ya que sus enemigos lo habían encontrado. La puerta se abrió para dejar paso a una docena de robots mientras escuchaba los gritos de Alara de fondo, su prometida estaba protegiendo a sus amigos y los estaba haciendo retroceder al último tramo de la nave. Keyfour abrió las puertas laterales para que Shin lanzara a sus enemigos al vacío. Sus puños y pies tenían un gran impacto cuando usaba su bakuuni. Cuando levantó la mirada, encontró la puerta abierta y a Keyfour entrando al lugar para conectarse a lo que parecía ser un servidor. Nada de lo que veía parecía diseñado para personas como él. Keyfour tenía malas noticias.
“¿Ya está programado?” Preguntó ofuscado Shin. “No podemos dejar que se esparzan por la galaxia, Keyfour. Están apuntando a los planetas más poblados de la República y el Imperio.”
Keyfour tenía una alternativa.
“Eso es mejor que nada.” Dijo al aire Shin. “Jaythree, necesito que escuches a Keyfour.” Agregó por su comunicador. “Espero que estés listo, amigo.”
Keyfour no iba a defraudarlo.
Alara vio pasar a su prometido a toda velocidad cuando empezó a intercambiar golpes con las criaturas que habían aparecido por la compuerta. Sus manos sudaban y parecía que las armas de corto alcance de sus amigos estaban siendo inofensivas. Sus disparos revotaban y Erdos estaba incendiándolos en vano con su lanzallamas. La puerta apenas podía dejar pasar a sus enemigos que parecían ser interminables. Ella estaba distrayendo a los enemigos junto a Cresso, intentando detener su flujo mientras los demás los remataban. Una espada pasó a su lado y tuvo que girar para esquivarla mientras hacia un golpe ascendente con la mitad de su sable. El otro se enterró en lo que parecía ser el cuello de su enemigo. Sanza terminó peleando con uno de los espadachines, su técnica de cuerpo a cuerpo era deficiente, ya que prefería sus blasters en cualquier situación. Su madre gritó por ella cuando una espada atravesó su hombro. Ella, en cambio, derrotó al enemigo mientras retrocedían al habitáculo por el cual habían entrado. Alara notó que había más de esas criaturas en las paredes, ya que parecían compactadas en pequeñas planchas que apenas ocupaban espacio en las paredes. Alara siguió peleando mientras escuchaba a Shin hablar con todos por los comunicadores. Él era lo único que podía sentir en la distancia. Todo lo demás parecía vacío e inerte. Sanza se paró detrás de ellos para disparar con su mano hábil mientras seguían derrotando enemigos sin para. Todo sintieron la nave activarse de repente mientras sus comunicadores se llenaban de estática. La puerta que los separaba de la nave se cerró de repente, aplastando a uno de sus enemigos. Un hueco se abrió en el lugar por los disparos de sus enemigos para dejar entrar la luz de los sables de su prometido. Shin estaba peleando con todos al mismo tiempo y ella solo pudo observar. Sintió un vacío en su estómago mientras sentía la nave moverse y escuchaba un grito de Shin. Su comunicador solo tenía estática. Alara se asomó a la ventana para notar que estaban separándose del resto de la nave. Levantó la mirada para encontrarse con los ojos de su prometido, tenía la máscara en su mano cuando sonrió para ella. Notó de casualidad que el domo había vuelto a desaparecer mientras su prometido se convertía en un punto en la distancia. Lo único que pudo hacer fue gritar su nombre mientras la nave caía sobre el puente de la estación espacial.