Everest: La elegida [1]

Capítulo XIX- Huracán

Viernes, 17 de febrero

Visualizo a Gunter quien se encuentra tenso y con sus manos hechas puños, las sombras se van acercando cautelosamente para darme cuenta de que no son sombras, son personas, son desterrados, mi corazón cae a mis pies, ¿Cómo los venceremos solo Gunter y yo? Moriremos, oh dios mío, moriremos

Nadie va a morir, Everest, no puedes dejar que le hagan nada a Gunter, es tu deber, eres la elegida

Eso me da la suficiente valentía de dar un paso a delante, Gunter toma mi mano, pero me zafo

—Veo que son algo persistentes, ¿No tuvieron suficiente en el último ataque? —Digo con fingida superioridad

—Está vez será diferente—Dice un voz femenina

—Pues... Lo siento, cariño, han venido a su fin—Digo antes de enviar tres bolas de fuego en dirección a tres hombres, dan en el blanco, los tome con la guardia baja.

Gunter se transforma en lobo y corre hasta llegar a un desterrado, acorralándolo contra un árbol, flechas se disparan hacia mí, disparo hielo antes de esquivarlas, tres desterrados más caen, la nieve empieza a mancharse de sangre pero me vale, estoy furiosa, estoy enojada, harta y cansada.

Una ráfaga de viento envía a un desterrado contra un árbol, él luce asustado, puedo verlo detrás de toda esa pintura color carbón que rodea sus ojos, mi brazo está extendido y mi mano abierta solo basta con cerrarla en un puño para extinguirle todo el aire de los pulmones, cae inerte al suelo, siento una molestia en mis piernas y veo que unas flechas le han dado a Gunter en sus patas traseras, sus ojos lobunos chocan con los míos, llenos de dolor, esta vez es diferente...

Veo rojo, la ira me consume, el poder también, suelto un grito estridente que hace que la tierra tiemble, rayos iluminen el cielo, y truenos se oigan, de mis manos sale una ráfaga de hielo que se incrusta en el pecho de varios desterrados, luego fuego empieza a formarse detrás de mí como si fueran alas, alas de fuego.

Disparo contra todos, no me detengo, suelto otro grito, pero no me detengo, no me importa escuchar gemidos de dolor, ni gritos de piedad, no me importa, solo los quiero destruir

Ellos no van a ganar, no...

— ¡Everest!—La voz de Gunter vagamente llega a mi oído, pero aun así continuo destruyendo a todo a mi paso, excepto a él—. Pecosa, detente—Su voz suena como una caricia que ablanda mi corazón y me hace aminorar el ataque

—Estoy bien, pecosa, estoy bien—Dice suavemente—. Detente, por favor. Ya no estamos en peligro, estamos bien—Dice intentando convencerme salir del trance en el que he entrado, pero no puedo, no puedo parar.

El dolor que siento en mi hombro me hace soltar un grito de dolor, es una flecha, me enfurezco aún más, veo como Gunter ruge y me doy cuenta de que es un lobo de nuevo, corre hasta mi atacante y despedaza, literalmente ha arrancado su cabeza.

Siento las húmedas lágrimas en mis mejillas, y veo que otro desterrado se dirige a él pero no llega a atacarlo porque un ataque de mí, lo ha detenido.

Gunter llega en su forma de humano nuevamente a mi lado

—Pecosa, ya basta, detente. Estamos a salvo, eran los últimos—Dice, pero solo termino por colapsar, me duele mi hombro, los arboles han comenzado a incendiarse, por el fuego que han expulsado mis manos, unos seguros brazos rodean mi cintura y lloro con más fuerza.

—Ya... Ya...—Susurra Gunter a mi oído, tengo los brazos extendidos a mis lados, los ataques van cesando, las manos de Gunter se deslizan por mis brazos, la caricia hace estremecerme, pero el dolor en mi hombro es agudo, sus manos llegan a las mías, están abiertas, las toma entre las suyas que son más grandes y las cierra, lentamente me hace girar, sin dejar de decirme que todo irá bien

—Esto dolerá, bonita, lo siento—Dice antes de sacar la flecha incrustada en mi hombro, suelto un grito cargado de dolor y me desplomo en su pecho.

Lloro, lloro por mí, por él, por los desterrados que si no están muertos, están al borde de la muerte, recuerdo los días en el que era una niña feliz y este sufrimiento no existía, sobre todo está responsabilidad.

—Shhh, lo siento pecosa, lo siento tanto—Mi corazón empieza a acelerarse, no, corrijo, el corazón de Gunter empieza a acelerarse.

Soy una asesina y lo peor del caso es que lo disfrute, deje que la rabia cegara toda sensatez que hay en mi cuerpo, me deshice de casi doce desterrados yo sola, mis manos ardían mucho, no me sorprendería ver ampollas.

Por los momentos solo podía llorar en el pecho de Gunter, solo podía dejar que sus brazos me rodearan haciéndome sentir segura

Sentía como si en mi interior hubiera un huracán, un huracán lleno de emociones y sentimientos. La culpa, la tristeza me estaban dejando sin cordura.

No sé en qué momento empecé a calmarme, pero el torrente de llanto se había reducido a exhalaciones cargadas de culpa.

—No es tú culpa—Me susurra Gunter como si leyera mi mente, o tal vez es eso—. No es para nada tú culpa

Hasta ahora no me había sentido tan, pero tan agotada que ni siquiera podía mover el brazo, o siquiera hablar, pero es lo último que supe, porque todo se volvió negro

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Domingo, 19 de febrero. 2017

Mis músculos duelen como el demonio, miro el techo de la habitación desconocida en la que estoy

¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí?

Los recuerdos de lo que paso anoche me asaltan, miro mi hombro para corroborar y ahí está un gran vendaje

Dioses. En. El. Olimpo

¿Y Gunter? Mi corazón ha acelerado su marcha

Lo último que recuerdo es haberme desmayado en brazos de Gunter

¡Por Ledus! Los recuerdos son más lúcidos ahora. Me dio un ataque de ira y poder, miro mis manos que están vendadas, al igual que mi hombro

¡Gunter! Él... Lo han lastimado y yo enloquecí, ¿Dónde está? ¿Dónde estoy?

De pronto la puerta se abre de par en par, intento apartarme pero cuando veo a Gunter casi salgo de la cama para abrazarlo




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