Evidencia de un futuro macabro

Un caso fuera de lo normal en la ciudad. 

Un caso fuera de lo normal en la ciudad.

Existe el mundo que conocemos y otro allí perdido. Estoy en ambos, pues así es mi vida. –

Me aventuré ese día por una casualidad extraña. Había visto a una mujer muy exótica que me invitaba un trago y luego no recordé nada más, solo que al despertar estaba en una cama de una habitación de un hotel de mala muerte. Supongo que un par de tragos hicieron que mi cabeza brillara en la resaca que aún palpitaba en mi cerebro como un tambor de carnaval.

  • ¡Uh! ¡Me duele todo! - ¿Lo último que recuerdo es que estaba bebiendo en un bar? ¿Pero no sé por qué fui y para qué? Luego vino una mujer y se sentó a mi lado y ella se reía. Solo, solo puedo recordar su silueta y sus blancos dientes que se burlaban de mí –

Me cambié y salí de allí, Supongo que he tenido relaciones con ella. Y tampoco lo recuerdo. Que mala sintonía la mía. Y debo ir al estudio.

Al salir de la habitación del hotel, no había nadie. Estaba todo desolado y muy abandonado.

  • ¿Qué rayos ocurrió? ¡Auch! ¡Mi cabeza nuevamente me duele! – caminé por unos corredores sin encontrar a nadie. Ni siquiera personal de limpieza. Y todo ello es porque veía que estaba todo muy sucio y algunos muebles polvorientos. – Recuerdo de ir a lugares totalmente fuera de serie y deprimentes, pero éste antro se ganó todo los premios -

Al llegar a la recepción, tampoco encontré quien me diera una indicación. Aparte supongo que debía pagar. Y nada de nada.

  • ¡Bueno! ¡Tampoco es un delito! – Volveré para pagar lo que corresponda – recogí mi móvil de celular, pero para mí infortunio estaba sin batería. -

Al salir a la calle, un silencio atroz y muy macabro se presentó ante mí. Era una siniestralidad que endurecía los huesos aún más pero con el gélido sentido del temor. Toda la cuadra, y las siguientes y subsiguientes estaban deshabitadas. Trozos de papeles volando, autos dados vueltas. Algunos choques. Negocios cerrados, y algunos abiertos y destrozados. En el suelo, se encontraba un papel semi quemado con un símbolo de cruces cruzadas. -

  • ¡Pero qué carajo pasó acá? – ¡Esto no es normal! - Sino me equivocaba el letrero decía Libertad y Lavalle. Y en la diagonal el poder judicial de los comerciales, cuyos barrotes de rejas estaban arrancados. La plaza principal que dirigía al Palacio de justicia que figuraba en ruinas totales - ¡¡Ésto no puede estar sucediendo!! - Salí corriendo de inmediato hasta el edificio en el cual se encontraba mi departamento, y mi estudio. Al llegar la misma situación – Carlos el portero no estaba, tampoco sus amigos de los edificios aledaños. Un colectivo de la línea veintinueve dado vuelta y en llamas, aunque no se veía indicios de vida. Es como un apocalipsis inentendible y sin habitantes. Continúe e ingresé por el ascensor. No había electricidad, así que subí los pisos por escalera. El hedor del fuego e incienso se podían notar claramente. Era como sise hubiera quemado el plástico con madera y revoloteaban cenizas en todas partes.
  • ¡Chisff! Esto no puede estar sucediendo. La parte céntrica es una hecatombe – Fui corriendo a mi estudio para encender la computadora y el cargar el móvil – y al entrar por la puerta principal algo me esperaba – No lo reconocí, y tropecé con una tabla del piso que se movía. – Ese algo abrió sus fauces de tal forma que me dio un susto – ¡¡Ahhh!! -Y luego, luego - ¡¡Ahhh!! – Grité –
  • ¡¿Disculpe?! ¿doctor? - ¿Se encuentra bien?
  • ¿Ehp? – Me miraba a mi mismo de forma extraña y con cierto sentimiento de confusión - ¿Eh? ¡¡¿Estem?!! - Rasqué el lóbulo de la cabeza pensando –
  • ¿? – La dama Frunció el ceño sin saber que decir. E incluso, percibió una cierta incomodidad. –
  • ¡Perdona! …¡Ep! – Y cavilé unos segundos. –
  • Bueno, como le comentaba doctor – Soy recién recibida de la universidad Austral, y no tengo muchos conocimientos de derecho, salvo los básicos. –
  • ¿Entrevista? – Me dije a mí mismo. – ¡Claro! Debía tomar a una persona para que me ayude en las investigaciones. - ¿Pero que fue todo eso? – Pensé unos momentos. –
  • ¿Doctor? – Frunció el ceño nuevamente. -
  • Si, te pido disculpas. – Me fantástico – ¿Cuando puedes empezar?
  • Pero todavía, apenas le he contado sobre mis estudios, y demás
  • ¡Olvídalo.. puedes aprender aquí! -
  • B-bueno..muchas gracias
  • ¡¡Listo!! ¡¡Contratada!! - ¿No sé que estoy diciendo? – Ah era para el caso que me ha llegado hace poco sobre la investigación contractual de una mujer que desapareció con una fortuna. Ello junto a un caso de defraudaciones y estafa. Como me iba a llevar tiempo necesitaba alguien que me ayudara con el asunto. - ¿Los pagos serán mensuales y con un horario de medio tiempo si te parece bien? Quinientos mil, al mes con aumentos y de lunes a viernes. –
  • ¿Me parece perfecto doctor?
  • Llámame Leandro. En definitiva somos colegas. – No necesito de los formalismos. –

Detrás de mí un titulo que me mencionaba. Leandro Júpiter Colligan

  • Lo primordial es ponerse en contacto con las partes por el caso de estafa contractual. Algo que fue imprevisto, pero no recuerdo bien como llegó a mí. Solo sé que debo iniciar la demanda respectiva, pero previamente preciso de información. - ¿Qué extraño que no recuerde bien ello? ¡Cada vez me vuelvo más viejo en la memoria! -
  • ¿Doctor?
  • ¡Ep sip! ¿Mira puedes empezar mañana?
  • Claro
  • Perfecto. Te espero a la hora de las nueve de la mañana. –
  • ¡Bien!

Nos despedimos.

Una mujer bastante joven y simpática. Tendría unos treinta años de edad. Vaya que soy viejo con mis cuarenta. – Cabello largo rojo, con ojos color oscuro. ¿No le pregunté su nombre y apellido? Su curriculum dice: ¿Fortuna Lavinia? ¡Qué nombre!

La veía salir por la puerta y mientras tanto la puerta se cerraba mi visión se iba comportando de una manera borrosa. Era como si desde mi mente un bucle girase corrompiendo las realidades en inverosímiles situaciones y sin darme cuenta, sin percatarme de ello, esa visión del apocalipsis regresaba a mi mente para quebrar los discernimientos en un caos total de incoherencias.




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