Evidencia de un futuro macabro

El apocalipsis es venidero.  Fortuna aparece en el mundo de la destrucción. Y yo, no entiendo nada. -

El apocalipsis es venidero. Fortuna aparece en el mundo de la destrucción. Y yo, no entiendo nada. -

La incomprensión es una madera que debe pulirse para entender lo que ocurre.

  • ¡¡Maldita sean las pesadillas!! - ¿Otra vez estoy en este lugar? ¿Me estará pasando algo en la mente? ¿Alguna enfermedad? ¿Poco sueño? - ¿No será ese golpe que me di en la cabeza jugando una vez al futbol en la plaza? ¡¡Estúpido Leandro por qué no vas al médico? –

Comencé a pisotear el suelo y la madera se iba resquebrajando de tal manera que parecía que se iba a destrozar por si misma. Mi estudio estaba hecho un desastre. Polvoriento, paredes color gris en ruinas y pronto comencé a ver desde las afueras de una ventana rota en su vidrios, una niebla muy espesa. Tal así que impedía que pudiera visualizar la difunta calle, y la desolada plaza cuyos árboles caídos, cortados y en retazos sueltos, y pastos, y yuyos quemados y resecos me daba a comprender que significaba el perfecto escenario destructivo.

La vieja estatua de la plaza con su cabeza arrancada y un color marrón de agua que vertía del fondo de su cuerpo en un caño negro corroído por el oxido.

No podía ver aves alrededor, ni animales. Digamos que ni mencionaré a los humanos. Pues si bien soy uno de ellos. Esto se asemeja a esas películas de habitantes que están solos en el mundo y comienzan a buscar a otros, y otros. ¿Y si? Se parecen a esas series de mierda. ¡Qué boludo!, ¿Pensando en esto? Tranquilo Júpiter, por algo te recibiste con promedio seis en la universidad. Era un eficaz pensador a la hora de estrategias. Aunque esto fuera una pesadilla, hay que sobrellevarla hasta que despierte.

  • ¿Y si me pellizco? ¡¿Veamos?!

Inmediatamente me di un tirón en la parte baja cerca del vientre

  • ¡Auch! – Eso no funciona – ¡Hmmmm! - ¿Podría? ¡¡No!! – Apoyé la mano en el escritorio – ¡¡Auch!! – sin querer me había lastimado la yema del dedo gordo derecho. – Una gota de sangre escapaba de allí – Eso dolió y metí mi dedo en la boca para cicatrizar la herida. Acto seguido busqué alguna gaza. En el armario tenía un botiquín de primeros auxilios. Al abrirlo - ¡Ahhh! – Me lancé hacia atrás - ¿Qué mierda es esa cosa? –

Impregnado en aquel mueble, apareció un cucaracha del tamaño de un zapato. Estaba atrapada en una seda muy gruesa y del armario por detrás se ubicaba un buraco como una pelota. Rápidamente y sin pausas, salió una enorme araña y se la llevó a su madriguera

  • ¡¡Ep!! Eso … - Y señalé hablando solo – E-eso se llevó a esa otra cosa. – ¡¡Me largo de aquí!!

Salí espantado descendiendo las escaleras hacia la calle. El desamparo de todo este paramo descollante me daba escalofríos.-

  • Realmente siento que no es una pesadilla – fui directamente hasta la avenida Córdoba cruzando todo el sendero de destrucción. Aún había fuego, y de inmediato, encontré algo que se movía. – Espero no sea una araña, ni nada que se le parezca. – No me sorprendería. – Y pronto podía verse que continuaba movilizándose. La neblina opacaba aquella forma. – Que no se sí era humano. Era como un perro. -

Estaba entre unas rocas grandes. Que no eran tales, sino parte de cimientos de un edificio partido a la mitad. Desde aquí veía parte de los escritorios y vidrios rotos. Mientras tanto el silencio se confrontaba con aquella figura jugando al juego de los sonidos misteriosos. –

  • ¡Uf! La fetidez de éste lugar me produce nauseas. Ahora si puedo oler un rancio aroma que proviene justo desde donde se mueve ese esbozo que puede ser real o imaginación mia, pues ya no creo en nada.

Comienza a mantenerse la calma, y aquel silencio que percibí se retiró como si fuera una parca con el farol en su mano alumbrando desgracias. La nebulosa niebla se disipa en una sonido de ventisca. Allí mis ojos apreciaban lo que era un perro. Y, y el terror me llegó al vientre y luego al estomago de lo que estaba apreciando.

  • ¡Válgame dios!

Desde una perspectiva siniestra y terrorífica. Era un perro con heridas secas y deformes. Tenía en su rostro tres ojos y dientes que salían hacia afuera y en el suelo estaba devorando lo que se asemejaba a un torso humano reseco y de color grisáceo, como si hubieran pasado días en descomposición. Pronto de la piel escapaba una larva grande color blanco, lo que me produjo arcadas en la boca. Tenía na necesidad de taparme la nariz y querer vomitar. Aquella larva se movía lentamente, y apareció otro perro que la mordió cortándola y se sumó otro más para aniquilarla. La pus escapaba dejando un espeso fluido opaco en el suelo. Me di la vuelta y uno de esos perros me vió. Su rostro atroz y voraz era de un cazador nato.

Los tres se colocaron en fila y miraban hacia mí gruñendo y listos para cazar.

  • ¡Oh no! ¡Perritos! No se preocupen por mí – Tampoco es que me guste la carne de gusano y menos la de mi especie. - ¡Je! ¡Je! – Comencé a moverme lentamente paso, a paso hacia atrás para que no se percataran de mí – y ellos sigilosamente iban hacia mí, hasta que uno comenzó a correr y dirección a mí - y me dí la vuelta espantado, pero su velocidad era mayor. Uno mordió mi pie en cuanto me di la vuelta - ¡¡Ahhh!! - Solté un patada dándole en el hocico - los otros dos se acercaron. – por detrás y les arrojé piedras que encontraba en el suelo. Con ello mantuve la distancia. - ¿Piensa Leandro? ¡Auhh! Esa mordida fue dura – Me coloqué delante de ellos – Y de inmediato no supe cómo actuar. - Un ruido de un chillido se escuchó y los perros bajaron la cabeza y salieron corriendo espantados como si algo los hubiera asustado. – ¡Uff! -Me salvé - ¿Pero que fue eso?

Di unos pasos apenas cojeando por cierto dolor. Y un estruendo comenzaba a sentirse desde muy lejos. El ruido venía de la avenida. – de lejos, muy lejos un árbol caía al suelo y supe que existía otro peligro mayor – Mayor no solo en agresividad –

  • ¿No puede estar pasando esto? – Mis ojos no lo podían creer – Me costaba asociarlo. – Un mono del tamaño de un ómnibus se presentaba erguido mirando al frente y con su mano derecho llegó a atrapar a uno de esos perros, y lo llevó a su boca partiéndolo en dos partes desiguales, y en cuanto sostenía la mitad, la otra era masticada crujiendo los huesos del perro con los dientes molares del gran simio. Ver ese espectáculo era realmente espantoso y di marcha atrás a toda velocidad a esconderme - ¡¡¡Debo irme de aquí enseguida!!! – Fui hasta un cartel grande y me arrodillé para evitar que me detectara. Todo mi cuerpo estaba temblando del miedo. Era un pánico atroz. Como si fuera una de esas películas de terror de monstruos de los ochenta. ¿Por qué pienso en esas estupideces? ¡Uff! – respiraba para mantener la calma – y luego de la inhalación, exhalaba cuidadosamente. – ¡Esto no puedo estar pasando! ¡Esto no puedo estar pasando!..No, no – ladeaba la cabeza de manera negativa - ¡No puede estar sucediendo tal! ¿Tengo que escapar? ¡Quiero volver a mi lugar! – Los pasos se iban intensificando cada vez más. -




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