Evie Grehnne. Introducción a la magia.

Orwell Hudson.

Querida Jannie:

Sé con anticipo que he de morir pronto, lo sé como lo sabemos todos, uno percibe la muerte como un huésped silencioso que se posa en una esquina de la habitación, esperando con paciencia, le he sentido desde hace días, y está cada vez más cerca.

Sé también, que no podría irme de este mundo sin confesarte el mayor error que he cometido, y no espero tu perdón, pues sé del gran dolor que pasarás por mi causa, que has tratado de evitarlo para tu familia desde hace tiempo, y que mi egoísmo y amor por ti han causado que condene a toda tu raza un poco más.

Soy un vampiro, Jannie.

He dejado a los niños mis zafiros, que son sus llaves para escribir sus nombres en la gran lista de piedra, ya sabrás tú que tienen que hacerlo, y debe ser lo más pronto posible, haz que George y Harrison les lleven, es de urgencia inmediata.

En el baúl del ático encontrarás escrituras del castillo de mi familia, te pertenece, le pertenece a nuestra familia, haz que se muden durante la adolescencia, los niños necesitarán amplios espacios para correr, y un clima frío para explotar sus capacidades, mis cosas de caza, mis trajes y todo mi artilugio están en él, cuando sea el momento, debes dárselos, y ellos deben usarlos, he dejado instrucciones con los trabajadores.

Debes saber, Jannie, que nunca tuve miedo de que se me cayeran las alas, jamás busqué compañera alguna para perpetuar mi especie, ni tuve intención de encontrarte para preservarme, pero cuando te vi, aquella noche del baile, sobre la mesa, ebria hasta las narices, haciendo aquella demostración de magia, supe que estaba en casa.

Era demasiado tímido, dudo que me recuerdes, durante el tiempo que se mezclaron las casas, solía observarte practicar al aire libre, y aunque fiel a mis convicciones estaba decidido a olvidarme de ti y vivir una vida de soltero, te vi un par de años después, habías dejado todo, te habías revelado ante tu responsabilidad, fue cuando me decidí a conocerte, tenías los pensamientos más hermosos del mundo, y lograbas calmar mi espíritu.

Cuando me dijiste que eras una bruja, y que tenías miedo de continuar con aquello cuando te habías revelado, y que si las cosas se tornaban bien, la generación de tus nietas estaría libre de toda magia, no supe que hacer, yo era muy joven, Jannie, y te amaba profundamente, y mis sentimientos no eran tan maduros como ahora, y te veía, con la suave llama roja sobre tus hombros, no pude alejarme, y te juro que lo intenté muchas veces.

Y cuando Grace logró un lugar en el consejo, te juro que tuve miedo, nuestra genética había creado brujas demasiado poderosas.

Te excusaste en que eran las últimas de la casa, que sus poderes iban a ser sobresalientes, pero siempre creí que, en el fondo, lo sabías.

Y cuando Petnie resultó ser una bruja blanca, estaba seguro de que lo sabías, mi corazón me lo decía con cada fibra, y callaste, sabías que no era normal, y nunca dijiste nada.

Lamento lo que te haré pasar, pero sé que eres lo suficientemente fuerte como para poder con lo que viene.

Espero la casa esté llena de brujas poderosas que no teman aceptar lo que son, Jannie, he amado a esta familia como jamás un hombre puede amar algo, y te he amado a ti, con cada centímetro de mi cuerpo.

Orwell Hudson.

Padre, esposo y abuelo.



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En el texto hay: brujas, magia, hadas

Editado: 07.08.2021

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