Evie Grehnne. Introducción a la magia.

Hilwerthmield

—Espero que lleves suficiente ropa, Hilwerthmield no tiene precisamente la administración más eficiente de todas. —Su madre se ponía dos guantes verde oscuro mientras observaba su rostro en el espejo.

—¿La tía Petnie no viene?

—Ella y su familia se quedan, al menos hasta que volvamos.

—Ya veo. —Evie se puso un moño sobre el cabello, y le asintió a su madre, indicándole que estaba lista.

Afuera ya las esperaba Jannie Grehnne, con su vestido negro, y su abrigo verde oscuro.

Evie se despidió de Anthony, mientras se prometían contar todo al volver, luego se despidió de su padre, emocionada.

Viajaron en auto hasta el aeropuerto, tomaron un vuelo de 4 horas, y luego salieron de la ciudad con rumbo a un pequeño pueblito, la abuela estaba cansada por el viaje.

—Cuando puedas transportarte, nos ahorraremos mucho tiempo.

Justo al final del pueblo, muy alejado de todo había un pequeño puestecito de comida, con una joven atendiendo.

—Soy Jannie Grehnne, he venido a inscribir a mi nieta.

La joven la miró notablemente confundida.

—¿Grehnne? ¿Está segura? ¿Su nieta ha dicho?

—Efectivamente, chica, quita esa cara de asombro y dame tres escobas.

—Por favor perdone, me he sorprendido, sus escobas son la 22, 23 y 24, es su responsabilidad devolverlas en buen estado al bajar ¿Está segura de que su nieta sabe volar? No luce muy entusiasmada

—Estoy segura, dámelas.

—Firme aquí, por favor.

La abuela caminó con las tres escobas en mano detrás del puestecito, era por lo visto, una especie de pista.

—Pon atención, no lo repetiré una vez más, corre un poco, luego móntala, dirige el mango hacia arriba y cuando te eleves ligeramente, choca los talones. —Jannie Grehnne daba indicaciones apoyándose de sus manos. —Primero irá tu madre, para que lo observes, yo me quedaré aquí hasta que lo logres, y te daré una mano si la necesitas.

Su madre hizo exactamente aquello, se elevó con tal velocidad que Evie tuvo miedo, y avanzó tan rápido que antes de darse cuenta, ya la había perdido de vista. Pero Evie lo intentó una, dos, tres, y a la cuarta vez, consiguió finalmente elevarse.

—¡Eres una bruja talentosa Evie Grehnne!

Evie gritó, disfrutando la adrenalina, y se tambaleó un poco.

—Cruzaremos las montañas, en unos minutos, entre todas ellas está el valle, y en el valle está Hilwerthmield, yo iré directo a la pista de aterrizaje, pero tú puedes recorrer el lugar un rato y disfrutar de la vista, te encantará.

Y así hizo, Evie voló, hasta que la altura le dio frío, y su rostro comenzó a arderle por el mismo, pero sus ojos se maravillaron con todo lo que hubo por ver.

Amplios campos de pasto verde, un lago de agua cristalina, un castillo enorme y vetusto, las cuatro estaciones parecían dividir el lugar en cuatro partes, montones de brujas con hermosos vestidos, el castillo con sus banderas de tres colores, blanco a la derecha, negro por la izquierda y verde en el centro, el ala principal y dos torres, y era tan grande que Evie no pudo evitar abrir la boca en señal de sorpresa.

Detrás de un estadio en forma de bola de cristal había un bosque, tan extenso que escapaba de la vista, fue lo que más la impresionó.

En la entrada del castillo, se divisaba a su abuela en una acalorada conversación con una vieja mujer, mientras esto ocurría, su madre le hacía señas pidiéndole que bajara.

El descenso fue más difícil que le ascenso, mientras iba en picada, Evie alcanzó una mayor velocidad que mientras subía, y al llegar a tierra, trató de detenerse con los pies, trastabilló y cayó llenándose de lodo, raspándose las rodillas y con la boca llena de pasto. Su madre no pudo evitar soltar una carcajada.

—Los métodos para enseñar vuelo de la abuela no son precisamente los más ortodoxos ¿No crees? —Su madre le ayudaba a levantarse, a la par que mantenía su enorme sonrisa en su rostro.

—No me parece que me haya enseñado. —Evie se levantó haciendo acopio de la mayor dignidad que pudo recoger. —Me he ensuciado

—Y arruinaste la pista, también, pero es lo de menos, ven, vamos a inscribirte, y arreglaremos tu desastre.

—¿Puedo cambiarme la ropa?

—¿Ves la puerta a la derecha del castillo? La más pequeña, entra por ahí, luego camina por el pasillo, unos dos metros, y gira a la izquierda ¿De acuerdo? Tu abuela y yo te estaremos esperando.

Su abuela y su madre ingresaron por la puerta principal, y aunque Evie se encontraba un poco temerosa, siguió las instrucciones de su madre, ingresó por la puerta pequeña, caminó un poco, y la puerta se cerró sola, dentro el aire era denso, no olía mal pero se sentía la humedad, estaba a oscuras, el espacio era apenas para dos o tres personas, caminó en línea recta por un momento, guiándose de sus manos, y luego de una distancia que creyó eran dos metros, giró a la izquierda, no había mucho para perderse, el pasillo seguía hacia la izquierda, caminó un poco más y se encontró con una puerta sin llave, que abrió sin problema, cuando Evie salió, supo que estaba en la recepción del castillo, su madre hablaba con la recepcionista, una mujer de su edad, aproximadamente, mientras que su abuela sostenía un gran espejo entre sus manos, donde pudo observarse de cuerpo completo, totalmente limpia, como si su accidente jamás hubiera ocurrido. Consternada, Evie se acercó a su abuela, que dejó de lado el espejo y estrechó su mano.



#18192 en Fantasía
#2329 en Paranormal
#734 en Mística

En el texto hay: brujas, magia, hadas

Editado: 07.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.