Para las once, Cristine había decidio volver al castillo, Evie tuvo que acompañarla, la arropó en la cama, y volvió al baile. Erick la esperaba en la misma mesa, con dos bebidas.
—¿Por qué tu compañero secuestró a una de nosotras? ¿Quería abusar de ella?
—Oh, no, Evie, no somos unos salvajes, no de ese modo, quería comérsela.
—Me estás timando, otra vez, se supone que ustedes ya no tienen que comerse a la gente.
—Para ser una Grehnne, sí que sabes poco de historia. —Erick sonrió mientras se llevaba un poco de su bebida a la boca.
—Pues instrúyame, señor.
—Te aprovechas de que no puedo mentirte, Evie, pero me parece que no te aprovechas bien. ¿Te es más interesante acaso la historia de mi raza que mi historia propia? ¡Oh, como sufro! —Erick se agarró el corazón, y le dedicó una mirada suplicante.
—El baile anterior, has dicho que Saimond es un descendiente de Valysaac, pero que se olvida que tú también eres uno.
—Claro, Evie, a tu naturaleza curiosa no se le escapa una. ¿Sabes que, los vampiros, muy pocas veces hablamos de esto? No es que falte a un juramento o algo así, es sólo que muchas veces, se revela parte de nuestra identidad, las brujas son muy clasistas, Evie.
—Cuéntame la historia. —Evie comenzaba a impacientarse.
—Como ordene, Madame. —Erick le sonrió en respuesta, derrotado. —Supongo, que habrás escuchado hablar sobre Drácula.
—Si, lo leí para el bachiller.
—Bien ¿Recuerdas algo sobre él? Quiero suponer que has leído la novela de Bram Stoker.
—La misma, recuerdo la historia vivamente.
—Pues, Drácula tenía seis novias, no tres, las asesinadas en el castillo por el profesor Van Helsing, eran ciertamente las más antiguas, pero no las únicas.
Evie abrió los ojos, la historia de Drácula siempre le había fascinado.
—En su paso por Londres, consiguió hacerse con tres jóvenes, igual de bellas, a las que mantenía en una de las vetustas propiedades que había comprado, Helen, Krista, y Smira, de las cuales, por su extraordinaria belleza, la favorita era Smira. Cuando Drácula murió, parte del hechizo murió con él, devolviéndoles la razón a las pobre mujeres, y ciertamente, envejeciéndolas un par de años, pero no librándolas de la terrible herencia, así que aquellas mujeres, tenían que consumir sangre humana para continuar, pues aunque no lo hicieran, no morían. Smira, que era además una inteligente mujer, buscó ayuda, cansada de tener que profanar tantos cuerpos de personas inocentes, a las que ya no asesinaba, pues con calmar su sed le era suficiente, en una de sus exhaustivas búsquedas, se encontró con la Gran Bruja Blanca, que en aquel entonces estaba por Londres buscando un trato con la Reina Oscura, con intención de unificar las magias, Smira contó su historia, sin omitir detalle alguno, y suplicó ayuda, la Gran Bruja se compadeció de la pobre mujer, y la citó junto con las otras dos desgraciadas, cita a la que sólo llegaron Helen y Smira, pues Krista se había marchado. La Gran Bruja, entonces llegó a un acuerdo, devolvió a las jóvenes parte de su humanidad, y consiguió hacerlas vivir sin necesidad de sangre humana, a cambio de su inmortalidad, pues, aunque tendrían una vida longeva, serían mortales. El resto de la historia es deducible, Helen y Smira se casaron, y llevaron hasta donde se sabe, una vida medianamente normal, con hijos que si bien no necesitaban la sangre, no podían hacer uso de sus poderes bajo el Sol, que tenían una fuerza sobrehumana, una salud impresionante, y podían convertirse en una aberración entre murciélago y humano, que podía volar, y como Drácula, encantar a los animales.
—¿Qué pasó con Krista?
—Ahí el meollo del asunto, Krista, buscando ayuda, terminó encontrándose con Prishka, la única novia de Valysaac que gozaba de los privilegios del Vampiro, tales como tener vida pública, y salir de su castillo a placer, pero a diferencia de las novias de Drácula, no se encontraba bajo ningún hechizo.
—¿A qué te refieres con que no se encontraba bajo ningún hechizo? —Inquirió Evie.
—Pues, Prishka, hacía lo que hacía por placer, Valyssac era poderoso, pero sus deseos lo llevaron a cometer errores, no hechizaba a sus novias, pues le gustaban con su escencia, y las mantenía encerradas en su castillo, por temor a que escaparan, Prishka entonces, después de ganarse la confianza de Valysaac, y por demostrar tener un corazón tan lleno de odio, se había ganado la libertad de salir y actuar a su antojo, además, las novias de Valysaac eran numerosas, y el pobre Valysaac, no se daba abasto para llevarles de comer, por lo que la ayuda de Prishka, era indispensable. No obstante, Prishka no era la novia favorita de Valysaac, su libertad simplente se debía a la confianza que este tenía puesta en ella.
Evie hizo acoplo de toda su paciencia para no llenar de preguntas a Erick, y amablemente le pidió que continuara.
—Krista terminó por acompañar a Prishka, y tan pronto estuvo dentro del castillo, fue encerrada con las mujeres de Valysaac, mientras Prishka comunicaba a Valysaac lo sucedido y veían en conjunto, la forma de actuar. Ahí dentro, Krista conoció a Myrissa, la primera novia de Valysaac, a Ryuki, la más joven de ellas, y a Livermy, la favorita de las once, según dicen, Valysaac no recluía a sus novias sin entretenimiento, y tampoco las limitaba a simples damas de compañía, las mujeres tenían acceso a numerosos libros, los viernes tenían un maestro de música, y los sirvientes les daban todo cuando pedían, pero de alguna forma, no eran felices, y tenían un profundo odio por Valysaac.
—Vaya vida.
—Espera, déjame terminar.
—Por favor, continúa.
—Te lo agradezco. Myrissa, que era la más antigua de las novias, había intentado escapar en diversas ocasiones, y conocía el poder Valysaac, así como su debilidad por ellas, y aunque sus intentos habían sido frustrados en más de una ocasión, no desistía en conseguir su libertad, y la de las otras mujeres, comprenderás entonces que la llegada de Krista significó una nueva oportunidad de poner en práctica todo lo que habían aprendido de Valysaac, y de Krista, con la intención de destruirlo definitivamente, así se pasaron la noche planeando su tentativa, y la noche siguiente, Myrissa escapó, ignorando las advertencias de sus compañeras, a buscar ayuda con la Gran Bruja Blanca, de la que Krista había escuchado por medio de la conexión que mantenía con Smira, misma que tan pronto se selló el trato, había dejado de existir. Pero Myrissa no se encontró con la bruja blanca, si no con la Reina Oscura, que le ofreció una solución, y le entregó una estaca de plata, a la par que le daba un guante para que pudiera empuñarla sin hacerse daño, Myrissa volvió con sus compañeras de sufrimiento, y les contó lo ocurrido, y decidieron hacerse con un plan para acabar con Valysaac, y de una vez, con la terrible Prishka.
Editado: 07.08.2021