Evie Grehnne. Introducción a la magia.

Sobre secuestros y otros rumores.

Los juegos y combates dentro del castillo cesaron, Susie Crewthon había desaparecido, las puertas estaban cerradas, y más de una quiso transmutarse a otro lugar sin éxito.

—A veces las brujas son un poco tontas.—Katy estaba sentada observando el caos, acompañada de sus amigas.

Primero se sintieron preocupadas, por la situación de Susie, y de la brujería mundial, luego quisieron buscar una solución, pero su estado de ebriedad se los impidió, a Cristine le dolía la cabeza, Evie luchaba por no quedarse durmiendo.

—A veces hay brujas muy listas, eso es lo que pasa.—Cristine estaba recostada en uno de los sillones, con la cabeza hacia atrás.—Estoy rogando por una aspirina, dime, Katy ¿No tendrás una aspirina, o si?

Katy negó con la cabeza.

—Va a ser una noche larga.—Bufó Cristine.

Como medida preventiva, por la situación de la magia, que ahora no tenía límites, Lucy Crewthon había propuesto que las brujas se quedaran en el primer piso, mientras que los vampiros estaban en el segundo, en pro de protegerse mutuamente, todas habían aceptado, y las rivalidades se habían calmado un momento entre las brujas inglesas y francesas, pues se trataba de una situación en la que se necesitaban.

Tristemente, luego de un par de horas, todas comenzaron a desesperarse.

Arriba, aunque no podían verlo, se escuchaban ruidos que denotaban un caos.

—Creo que deberíamos escoger un comité para que imponga orden arriba.—Era una inglesa la que hablaba, partidiaria de mantener todo en una total paz.

—Por mi que los muchachos se maten, mientras no nos toquen a nosotras.—Las brujas francesas solían ser bastante más despectivas.

—Creo que todo mundo ha hablado mal de ellos, conozco varios que son bastante agradables.—Lucy Crewthon se sentó en el centro de la sala. —Y mi hermano está ahí.

—¿No les parece extraño? Es decir, tu madre no nos dejaría así como así, no se ha echo siglos.—Katy se acercó al centro.

—Escucha, Katy, no sé que vaya a pasar, y sí, estoy preocupada, pero no sé si tratar de salir de aquí sea lo correcto, mi madre nos quiere a todos al márgen.—Lucy extendió sus manos a sus amigas, que las tomaron, tratando de meditar y mantenerse en calma.

Las brujas se sentaron en silencio, esperando indicaciones.

—Dudo mucho que nos quedemos demasiado aquí, mi madre sabe que es peligroso.—Lucy comenzó a meditar.

Algunas en la sala lanzaban hechizos al aire, otras hablaban, unas más se ponían a caminar desesperadas, pero eventualmente Lucy terminó por hacer que todas se tranquilizaran.

Los ruidos no cesaron arriba, mientras que abajo reinaba la calma.

Un par de horas después, bajó un muchachito, no mayor de 15, estaba pálido, lloraba un poco, y apenas podía articular palabra.

Katy fue la primera en acercarse para calmarlo, luego se acercó Lucy.

—Joan ha muerto, ha perdido un combate.

—¿Acaso Joan no sabía lo que podía pasar?—La más joven de las brujas se acercó también, tocó el rostro del muchacho, y curó un par de sus heridas al contacto.

Ahí, aunque la chica era unos tres años menor, tenía la lucidez de un adulto.

—Joan es mi hermano, tiene 17, ha peleado contra Marcos, lo obligaron a pelear, necesito ayuda señorita Lucy.—El chico había sido acogido por una de las mayores, le había conjurado una manta caliente, los rumores decían que era su única magia.

Y la paz había terminado, al menos por esa noche.

Lucy consiguió un comité, entre las que estaba Evie, por su apellido y el respeto que este implicaba, Katy y sus dos amigas se quedaron abajo, para continuar manteniendo el orden, ella subió acompañada de la mayor de las brujas, de Cristine, de Rossy, del chico y de Evie.

Los jóvenes hacían un círculo, y varios se alejaron a otras habitaciones en cuanto vieron entrar a Lucy, ella fijó su mirada en uno de ellos, un castaño-rubio, de cejas pobladas y ojos almendrados, que le devolvió una profunda mirada de ojos verdes, tenía la frente arrugada y había cruzado los brazos, buscando imponerse.

El chico se acomodó los gemelos, se irguió, le dedicó una sonrisa a Cristine, que se sonrojó un poco, luego volvió la mirada a Lucy, él le pasaba una cabeza, aunque ella era la más alta de todas, a su lado estaba Marcos, eso le susurró la bruja de la manta a Evie cuando él comenzó a reirse.

El rubio le hizo una reverencia a Lucy, ella se la devolvió, sin apartar su mirada cargada de furia.

—Revívelo.

—No.

Lucy inspiró profundo, luego sonrió levantando las cejas, cambió su tono, mostrando autoridad.

—Creo que no me has entendido, revívelo.

—Escucha, señorita, él sabía perfectamente a lo que se atenía.—Marcos interrumpió.—Creo que la decisión deb...

Cristine alzó una mano, que le selló los labios a Marcus al momento.

—No puedes venir a decirme que hacer, no aquí, no con nuestras reglas.

—Nadie morirá esta noche.

—Aun no estamos a fin de mes, si encuentran a nuestro padre muerto, querrás que sea yo quien lo haga, y no podré.

—Y si lo encuentran vivo, habrá muerto un joven en vano.

—Me voy a arriesgar.

—Una cosa sé, Steven, si no haces que el chico se levante, respire y hable, tendrás que elegir a quien de tus amigos quieres revivir.

—Lo último que deseo es pelear, hermana, créeme, pero ¿Quién sería yo si no tengo convicciones que seguir?

—No vas a ganarme, Steven.

—Ni tú vas a asesinar a nadie, no eres una genocida, hasta donde sé, claro.

Lucy se elevó unos centímetros, quedando a la altura de su hermano, y sus manos comenzaron a tornarse brillosas y verdes, su rostro estaba rojo de cólera.

Steven sacó un pañuelo blanco, en señal de derrota, sonrió, y lo agitó en el aire.

—Quiero verlo.—Dijo Lucy, que estaba ahora, en total tranquilidad.

Él bufó, caminó hacia Joan, y le extendió una mano.



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En el texto hay: brujas, magia, hadas

Editado: 07.08.2021

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