Evie Grehnne. Introducción a la magia.

Abstinencia.

El torneo iniciaba a las 10 de la mañana, no era obligatorio asistir a las presentaciones, y se le recomendaba a las jóvenes brujas no hacerlo, esperando que se mantuvieran tranquilas, convivieran con su familia, y tuvieran variaciones en sus presentaciones.

Evie caminaba de un lado a otro de la habitación, sus padres y hermano habían llegado ya, la habitación era lo suficientemente grande para todos, la abuela estaba tardando demasiado, eran casi las 9.

Anthony estaba emocionado, llenaba a Evie de preguntas, y quería que le mostrara todos sus poderes, hablaba de sus amigos en la nueva escuela, y de como nadie lo vencía en atletismo, le contó que el castillo era enorme, y tenía muchísimas cosas divertidas.

Su madre estaba casi tan nerviosa como ella, se habia comido las uñas durante el desayuno, y contrario a lo acostumbrado, había hablado poco desde que llegó.

—También vendrá tu tía Petnie, no veo como vamos a contener a estos niños.

—Escuché que el castillo tiene un área de juegos, con niñera.—Dijo Evie, bastante intranquila.

—¿Sabes quién es la niñera?

—No, me temo que no.

—No sé que tan seguro sea dejar a Anthony con una niñera, pero igual trataré de revisarlo.—Su madre había decidido abrazarla, esperando calmar sus ansias.

Los minutos de tranquilidad se acabaron pronto, Petnie Grehnne había llegado, con bebé en brazos, pañalera, dos pequeños revoltosos y un esposo con cervezas en mano, todos ellos, en el pequeño cuartito.

—¿Sabes que puedes obtener una habitación contigua?—Dijo Petnie, que sudaba un poco por el esfuerzo.

—No, no sé, hay muchas cosas que no entiendo todavía.—Respondió Evie, un poco apenada.

—No puedo hacerlo yo, pero nos vendría bien un par de camas extra, es decir, creo que nos vendría bien algo de privacidad, a veces los torneos se extienden un poco, tienes que pedírselo al castillo, es muy fácil, pero debes ser muy específica.

—Algo como, eh, disculpe, señor castillo, podría darme una habitación extra, con camas, por favor.

—Es demasiado vago, y se llama Richard, por favor, Evie.—Su tía dejó a la pequeña Alice en la alfombra, mientras se acomodaba el pelo.—Intenta de nuevo, sin pena.

—Señor Richard, mi familia ha venido, pero somos muchos, y me preocupa que no estemos del todo cómodos, me gustaría, si es posible, una habitación contigua, con puerta, aire acondicionado, dos camas, un baño pequeño, espacio para poner unas mudas de ropa, y una alfombra para la pequeña Alice.—Evie se sonrojó un poco.

El tío George había tomado asiento junto a su padre, y le hacía bromas sobre su creciente panza, no se habían visto en un tiempo, aunque por lo que Evie recordaba, la última vez que estuvo con su familia, estaban mudándose al castillo.

Ambos se sobresaltaron cuando el amable Richard cedió a la petición, en minutos había levantado un muro, y tras la puerta había una habitación, el tamaño de la habitación principal había disminuido, pero finalmente había sitio para todos.

—Petnie, hija, recuerdo cuando no eras una señorita presumida.—Dijo Jannie Grehnne, mientras soltaba su bolsa de mano, y tomaba en brazos a sus nietos.

Kreisten y Charles habían llevado sus cosas a la nueva habitación, Anthony le ayudaba a la abuela con su equipaje, incluyendo los cuadros que bajaba con dificultad, Grace Grehnne sintió curiosidad.

—Se los prometí a Richard.—Dijo su madre.—Que chismosa eres, por cierto ¿Han hablado ya con las Henderson?

—Aun no, abuela.

—¿Y que esperan? Tienen que hacerlo de inmediato, vayan, ambas, el torneo nunca inicia con las brujas woorfe, dale a la chica mis saludos, yo le daré mis regalos a Richard, y las veré en el estadio.

Grace se puso de pie con pesadumbre.

La habitación de Cristine, tenía el mismo desorden que la de Evie, había llegado su madre, su padre, su abuela, el novio de su abuela, que estaba sentado muy tímido en la cocina, y su media hermana, que tenía las mismas cejas desordenadas que su padre y ella.

Cuando salió a recibirla, cerró la puerta tras de sí, pues su habitación estaba en un caos, unos minutos después, salió su madre.

—Tu hermana y tú, se parecen mucho.

—A mi madre no le agrada, pero me hace bien tenerla aquí, es media hermana, está emocionada, recién supo que somos brujas, mi madre y yo, ya sabes.—Cristine tenía una amplia sonrisa en el rostro, estaba emocionada.—Señora Grehnne, me preocupa un poco hacerle daño, no soy muy buena todavía.

—Yo aun no conozco a alguien que dañe con husmear en los recuerdos, lo peor que puede pasar, es que veas algo poco agradable.

—¿Dónde vamos a hacerlo?—La mamá de Cristine, Emma, fue quien habló esta vez.

—Todo mundo se encuentra ahora en las habitaciones, o en el estadio, son casi las 10, creo que los lugares comunes estarán más vacíos, mamá.

—O podríamos ir a casa, tengo entendido que Grace sabe transmutar.

La madre de Cristine estaba nerviosa, pero Grace Grehnne asintió, dándole seguridad, se sujetaron de las manos, y en segundos estuvieron en la sala de las Henderson, decorada en rojo y negro.

—¿Las habías visitado antes?—Preguntó Evie.

Su madre se encogió de hombros.

—Un par de veces, las Henderson son aliadas de la rebelión.

Se sentaron en la mesa del comedor, Emma Henderson preparaba un té, esperaban que el proceso fuera tranquilo, hasta que Jannie Grehnne se apareció, en medio de la casa, medio agitada.

—El torneo ha iniciado, pero este año, lo abren las brujas woorfe, Cristine es la segunda en pasar, Evie la tercera, deben volver al castillo de inmediato, y cambiarse cuanto antes.

Y aunque sonaba a sabotaje, no había mucho que pudieran hacer para evitarlo, eran las reglas.

Los siguientes minutos, fueron una Evie llevando de un lado a otro a Cristine, vistiéndose rápido, y sin bañarse, y una Grace Grehnne transportando a Emma y su familia.



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En el texto hay: brujas, magia, hadas

Editado: 07.08.2021

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