Evitando el apocalipsis

Capítulo 1

Fue tanta nuestra avaricia, que lo destruimos todo.

El ser humano tiene ese mal hábito; cuanto más tiene, más quiere.

Nuestro planeta quedó devastado a causa de desastres naturales y no tan naturales.

Terremotos, Tsunamys, Tornados, Inundaciones, Sequías, Erupciones en cadena de los volcanes, Explosiones de las fábricas, Contaminación masiva de tierra y agua, Muerte de la gran mayoría de las especies, tanto animal como vegetal.

Unos pocos humanos sobrevivieron en diferentes puntos de lo que quedó de nuestro planeta.

Las personas más habilidosas lograron conservar tierras poco fértiles, las cuales fueron purificando con trabajo y conocimientos básicos de la ciencia; lo mismo con el agua y algunos animales (principalmente de granja y mascotas).

 

Y como para no perder la costumbre del ser humano; esas personas se convirtieron en los nuevos reyes de sus localidades.

 

Solo hay un pueblo ''prospero'' cada miles de kilómetros. Es horrible ver la desolación y aridez de lo que antes era verde, puro, bello y nos obsequiaba todo lo realmente necesario para vivir.

El cielo siempre está gris, lluvias ácidas, tormentas de arena y ni una gota de agua en millas.

 

Las ciudades deben ser subterráneas, ya que por el día el sol calcina a cualquier ser vivo, mientras que por las noches el frío es tanto, que todo se convierte en hielo.

 

Nadie intenta salir de su lugar natal, sería suicidio seguro.

 

Las personas de clase alta tienen sus casas con todas las comodidades.

Pero los que no tienen tanta suerte, viven en los corredores, comen los desperdicios de la clase alta y beber agua, ¡eso si es difícil!. Aveces es solo una vez al día y eso si te las ingenias. Mucha gente muere deshidratada, entre ellos: mujeres embarazadas, niños y ancianos. Lamentablemente con los recursos escasos por tanta destrucción y la avaricia de los pocos que lo tenían todo, ver gente muriendo es algo normal.

 

Si quieres tener comida y agua aseguradas, solo te queda trabajar para la clase alta, pero al ser pocos, la mayoría no consigue trabajo.

 

En alguna parte de lo que es América del Sur, no se decir con exactitud en qué antiguo país sería, pero en ese continente hay un pueblo llamado Bia.

A pesar de los problemas, Bia contaba con su gobernante con conocimientos extensos sobre purificación y preservación del hambiente. Conocimiento que habían pasado de generación en generación y otros que iba adquiriendo con el tiempo, estudios y prueba y error.

 

El pueblo contaba con 7 familias que conformaban la alta sociedad. Dos de ellas tenían granjas de animales, otras dos tenían ''empresas'' purificadoras de agua, las dos siguientes, invernaderos gigantes y una de ellas (la familia del gobernante) tenía una ''empresa'' de energía renovable.

Aunque tenían todo lo necesario para salir adelante, las ''empresas'' eran pequeñas y solo necesitaban unos 100 empleados (los cuales conformaban la clase media) cada una, máximo 200.

La población de Bia era de 3000 habitantes y seguía creciendo. 

Los corredores del pueblo eran angostos, sucios y lamentablemente repletos de ''indigentes''.

En estos corredores vive la pequeña Karasi. Una niña de 11 años que se encuentra sola desde muy chiquita.

Karasi, vestía harapos encontrados en la basura de las casas, se alimentaba y bebía agua pura gracias a una ancianita que, a escondidas de su arrogante familia, le dejaba la comida y su botellita de agua siempre a la misma hora, en un pequeño canasto que colgaba por debajo de su ventana.

 

La única compañía con la que contaba la niña, era un ''peluche'' por así decirlo, creado por su madre (ahora fallecida a causa de deshidratación, ya que la poca agua que conseguía era para su bebé) con retazos de tela y objetos que encontró y reutilizó.

El juguete era el tesoro más preciado que poseía; su nombre era Amigo.

 

Una noche Karasi se dirigía a buscar la cesta de comida. Al llegar a la casa de la anciana vio que el canasto estaba vacío, al acercarse más escuchó voces y sonidos fuertes que provenían del interior de la habitación; se acercó en cuclillas hasta quedar debajo de la ventana y por un momento le pareció oír gente llorando.

Sin entender nada y con el estómago vacío, regresó a su corredor.

 

Al día siguiente más temprano de lo habitual, decidió volver a pasar por la casa de la anciana. Necesitaba saber si le había sucedido algo, ella jamás se olvidaba de Karasi. Era la única que se preocupaba por ella, por lo que sabe desde antes de nacer.

Al pasar por la ''acera'' de enfrente a la casa de la ancianita escuchó a dos señoras de la alta sociedad hablando.

–¿Sabes que le sucedió a doña Esmeralda?– preguntó la mujer mayor.

–Por lo que dijo su nieta, le dio un infarto– comentó la mujer de menor edad.

En ese momento Karasi sintió como si unas manos enormes le estrujaran con fuerza el corazón. Esa anciana tan amable, que se preocupaba por ella, no merecía algo así.

La mujer mayor preguntó -¿sabes si se encuentra bien?- A lo que la otra respondió -está delicada, es lo único que sé- 

Y fue todo lo que la pequeña pudo escuchar, ya que la más joven de las señoras se molestó al ver que la niña las estaba escuchando y la echó diciéndole un montón de groserías.

 

Los días siguientes para Karasi fueron un verdadero calvario. La comida que conseguía era escasa y la mayoría de las veces aparecía alguien mayor a ella y se la arrebataba de las manitos, dejando a la pequeña con sus ojitos llenos de lágrimas, el estómago vacío y el corazón echo pedazos. Su único alivio temporal, era abrazar muy fuertemente a Amigo (su peluche) que le hacía sentir que mamá estaba ahí acunando a su bebé, y llorar desconsoladamente.

 

Al cabo de 2 semanas la niña ya no aguantaba el hambre y la sed. Comenzó a pensar en salir de ese horrible lugar. Después de todo, ¿cuál sería la diferencia? Si no moría afuera por las temperaturas extremas, moriría en el pueblo de hambre y sed.




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