Evitando el apocalipsis

Capítulo 7

La bestia se acercó lentamente a los hombres con una mirada penetrante e intimidante, sus relucientes colmillos a la vista y un gruñido que paralizaba; sus presas le observaban atónitos.

Cuando el animal acortó la distancia sin tener otra opción se lanzaron al ataque.

Alvéy observaba en shock, aun no se movía de su sitio.

–¡Hey! Ayudame– gritó Karasi haciéndole salir de su estado catatónico.

El chico corrió hacia ella y con su daga cortó las sogas que amarraban sus pies y manos.

–¿Que cosa es esa?–

–Un león– contestó la niña mientras corría hacia su mochila en busca de su cuchillo.

–¿Esa es tu mascota?–

–Tenemos que ayudarle– gritó la pequeña mientras se dirigía hacia la caja. Su Guardián ya se había encargado de tres hombres.

En su camino se interpuso un veterano calvo y enorme, con toda la cara tatuada, ella apenas pasaba la altura de su ombligo ¡era una montaña!

Más atrás se encontraba su protector luchando con cuatro tipos y a su derecha estaba Alvéy peleando con tres más, entre ellos Casey.

Karasi tomó una espada del suelo y ¡sorpresa! Esa cosa pesaba más que ella, no la pudo elevar.

Cuando el gigante que tenía enfrente se dispuso a atacarla, ella por instinto se agachó y con su brazo cubriendo parte del rostro miró hacia arriba, en ese instante vio pasar volando sobre su cabeza al león, que mientras aún estaba en el aire mordió el hombro macizo de aquel hombre y ambos salieron rodando colina abajo.

La pequeña se dio cuenta que no podía luchar, no sabía hacerlo y su complexión física no le ayudaba en nada.

–Si no puedo luchar, al menos intentaré salvar a la joven, aunque voy a tener que aprender ¡Urgente!–

Corrió rumbo al artefacto metálico.

Se paró en frente y observó cada detalle, en la cubierta de cristal transparente se veía a la chica la cual tenía adheridos a su cuerpo decenas de tubos que se conectaban a la caja por los cuales corría un líquido color turquesa traslúcido que supuso era la sangre. La Elemental yacía incociente y con lágrimas en sus mejillas. Intentó abrir la cubierta pero no lo logró. Rodeó la caja para ver si encontraba el mecanismo.

Sin ser por la puerta por la que habían ingresado a la chica, parecía totalmente hermética a excepción de un contenedor que tenía sobre un lado en el que se depositaba aquél líquido turquesa.

Karasi intentó retirarlo y no pudo, lo golpeó primero por atras, luego por los lados, en el cristal, en el contenedor, le hizo palanca con el cuchillo lo quiso dañar a puñaladas y aquél odioso aparato nada, ni un rasguño, comenzaba a frustrarse tenía que sacarla de ahí como sea.

En ese momento sale su protector de entre los árboles y se acerca con intención de ayudar.

–Amigo, ayuda a Alvéy por favor– el chico estaba herido pero aun así continuaba en pie.

El guardia salió en aquella dirección y a mitad de camino se convirtió en un elefante que se llevó de a rastras a dos de los hombres. Casey logró esquivarlo con un salto y al incorporarse salió corriendo despavorido hacia el bosque, Alvéy lo seguía de atrás a un paso más lento por las heridas.

Karasi estaba agotada de golpear con su cuchillo aquella cosa sin obtener resultados positivos.

–Vamos, ábrete, no puedo dejarla morir así–

A su alrededor comenzó a llenarse de pequeñas luces de colores, supuso serían luciérnagas, había leído sobre ellas aunque nunca habia visto una ni recordaba que mencionaran tantos colores.

Las luces se posaron sobre el cuchillo y éste empezó a brillar y aunque solo por la luz que lo bañaba, pero parecía haber aumentado su tamaño.

Golpeó el cristal con su arma una vez más (sobre una esquina para no herir a la chica) y éste se hizo añicos.

–Gracias, gracias, gracias– decía la pequeña, feliz de poder alcanzar al fin al Elemental.

Desconectó todos los tubos del cuerpo de la joven y la dejó recostada en el suelo junto al fuego. Estaba helada y apenas tenía pulso.

Karasi corrió hacia su mochila y la trajo, de ella sacó una manta térmica y arropó a la muchacha, le humedecido los labios en un intento de que bebiera agua.

–¿Amigo podrías transformarte en algo con pelaje abundante para darle calor?– así lo hizo.

El protector convertido en lobo gruñó hacia la oscuridad del bosque al oír el sonido de ramas quebrándose, la liña levantó su cuchillo apuntando a esa dirección.

–Tranquilos soy yo– avisó Alvéy mostrando sus manos elevadas y vacías.

Pero ninguno bajó la guardia.

–No te acerques– advirtió Karasi apuntando su arma –o le pediré a Amigo que te saque de aquí–

–No voy a hacerles daño– respondió el muchacho.

–¿No? Pensabas dejar que la torturaran. Pensé que eras diferente–

–De ser esa mi intención no los hubiese detenido, después de todo aún le queda mucha sangre– se burló el joven en modo sarcástico y salió expulsado por un enorme chorro de agua, golpeando su cabeza y espalda contra un árbol lo que le hizo perder el conocimiento.

Karasi abrió los ojos enormes, miró hacia abajo y vio a la chica con un brazo extendido en aquella dirección –se lo merecía– dijo la Elemental, levantó su vista y le dedicó una sonrisa débil y triste, sus iris eran del mismo color que su sangre y sus pupilas tenían forma de gotas.

Un aura color cian rodeo el cuerpo de la muchacha, la niña miró hacia atrás y vio que millones de aquellas luces de colores estaban desintegrando la caja.

–Mi nombre es Aqua, soy un Elemental de agua, gracias por tu ayuda-

–No hay nada que agradecer, además todo lo hicieron Amigo y Alvéy, yo solo te saqué del artefacto–

–¿Podrías llevarme a un río o laguna?– preguntó la joven –estoy débil y aturdida aún–

–Claro, solo que no se hacia donde ir–

Alvéy se levantó del suelo algo atolondrado por el golpe.

–Yo te guío, prometí liberarte y cumplí ¿lo olvidas?. Aunque tu mascota arruinó mis plantes de hacerlo en silencio y sin que se enteraran–




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