Evitando el apocalipsis

Capítulo 9

Fue un recorrido largo y con muchas detenciones en el camino. Al sexto día de viaje, decidieron descansar junto a un río, fue una jornada calurosa y Aqua necesitaba hidratarse, además a nadie le venía mal un chapuzon.

La Elemental fue directo al agua y desapareció, el resto disfrutó nadando y jugando.

En la nochesita armaron un campamento, asaron peces que el Guardián había atrapado convertido en oso y durmieron junto a la fogata.

Comenzaba a amanecer Karasi sintió cosquillas que la despertaron con una imagen aterradora, Alvéy y Amigo colgaban de los árboles envueltos en enredaderas que les impedía cualquier clase de movimiento,

Se estiró para sacar el cuchillo de la mochila y cuando se quiso levantar una de las plantas le sujetó con fuerza la pierna derecha, con  un ágil movimiento la cortó y ésta comenzó a retorcerse como si le doliera, corrió para ayudar a sus amigos y antes de llegar a ellos un monstruoso montón de plantas se interpuso en su camino. Era enorme y con forma humanoide, tenía ojos bien formados de color dorado brillante y de su espalda salían las enredaderas que aprisionaban a sus amigos.

La pequeña tenía miedo, pero nada le impediría intentar ayudar a quienes quería, ni siquiera esa cosa .

Saltó en un intento de cortar las lianas pero salió expulsada por el golpe que le propinó una de ellas. 

Esto sucedió varias veces, no encontraba una zona desprotegida por la que pudiera acercarse a sus amigos. Se sentía cansada y adolorida, se puso de pie nuevamente y una enorme rama de punta afilada se dirigió a su pecho con intención de atraversarlo.

En ese momento un largo y delgado chorro de agua la cortó de un solo golpe. La bella Aqua había llegado en su ayuda.

–¿Te encuentras bien pequeña?–

Karasi solo asintió y volvió a envestir contra el monstruo.

Rebanaban cada rama, planta, hoja, todo el bosque parecía estar en su contra, por más que luchaban éstas se regeneraban y atacaban con mas fuerza que antes.

Les costó muchísimo abrir un camino que le ayudara a llegar a los chicos. Cuando al fin lo logran liberaron a Alvéy, pero en ese mismo momento se formó un muro impenetrable que los alejaba cada vez más de Amigo. Éste parecía estar sufriendo y no habia manera de llegar hasta él. Esa cosa le estaba cortando la respiración, se veía cada vez más débil.

–Necesito llegar a él ¡ya!– gritó Karasi con miedo incontrolable que no logró esconder en su voz.

Alvéy recuperó el aliento y tomó sus armas, sumándose a la batalla para rescatar al protector, impregnó una de sus flechas con aceite que traía en su cintura y encendió la flecha con ayuda de la hoguera. Debían darse prisa, parecía ya no quedarle fuerzas.

El arquero disparaba sus flechas en un intento de abrirle camino a la niña  mientras Aqua apagaba el fuego enseguida de que ella pasaba para evitar que se exparciera por el resto del lugar.

Las ramas seguían atacando, golpeando y rasgando la piel de Karasi, pero estaba decidida a salvar a su Guardián sea como sea.

Corría, saltaba y se arrastraba por cualquier lugar que le permitiera acercarse a su destino, cuando por fin llegó a él se deshizo de todas las plantas que le sostenían pero la última diana apretó con fuerza el cuello del protector y éste se desvaneció luego de un aullido de dolor.

Furiosa por lo que había sucedido ordenó a Alvey incendiar a aquella bestia en cuanto se le diera la oportunidad y se abalanzó sobre el monstruo segada por la ira, abrió un claro perfecto para el paso de una flecha aunque le costó una muy profunda herida en una pierna a causa de una raíz que se irguió desde la tierra atravesandole la pantorrila.

–¡Ahora!– gritó con desenfreno y dolor punzante.

Alvéy apuntó su flecha y la soltó, la temible bestia comenzó a arder y sus extensiones se retorcían y contraian. 

A lo lejos se comenzó a sentir llanto de dolor y gritos.

Aqua instintivamente apagó las llamas de aquella cosa, cuando por fin se extinguió el fuego todas las plantas volvieron a su lugar. Sin contar las heridas de la niña y la inconsciencia de Amigo, todo era normal. Parecía que ese monstruo no había existido, Karasi y Alvéy se quedaron mirando uno a otro sin entender por qué la Elemental no había permitido que la naturaleza siguiera su curso y ¿que había pasado con todo aquello?

–Muéstrate, no te haremos daño mientras no intentes nada– el ser de agua le hablaba a la oscuridad entre los árboles –Si no sales por tu cuenta él irá a buscarte– señaló al arquero –¿yo? Ni loco, mejor ve tú– Aqua hizo una mueca de fastidio tras él comentario del joven.

–No, no me lastimen por favor– de las sombras salió una niña de no más de ocho años, con un vestido confeccionado con hojas y petalos naturales de orquidea magenta y púrpura al igual que su larga cabellera, su piel era morena, tenía unos hermosos ojos verdes que brillaban a pesar de la escasa luz –Lamento que Ent los atacara, pero por favor no lo maten–

–¿Nosotros? Esa cosa nos atacó– gritó el joven –¿y que carajos es un Ent?–

Karasi solo observaba mientras sostenía a Amigo entre sus brazos. Aqua puso los ojos en blanco ante la pregunta de aquel humano tan ignorante –un Ent es un protector de los bosques y animales, no suelen ser agresivos a no ser que les provoque–

–esa cosa casi nos mata y nosotros solo dormíamos– gritó Alvéy enfurecido señalando donde antes habia estado situado aquel monstruo.

–Pido disculpas por eso– dijo la pequeña de tez morena–Él vio fuego y creyó que venían a destruir lo que queda de su bosque, no lo hizo por maldad, el problema es que hemos tardado mucho en recuperar a los árboles y plantas desde el último ataque– agachó la mirada con sus ojos repletos de lágrimas –Por cierto, mi nombre es Orquidea, soy una Elemental de planta, permitanme ayudar a si Guardián–

 

 

 




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