Lena
─Esto es una mala idea, mejor volvamos. Dile lo que quieras a Plata —dijo Roxana con nervios.
—Ya estamos a medio camino, no hay marcha atrás —corté.
Íbamos de camino al pueblo, al Oeste del castillo. Me había cubierto la cabeza con una capucha como ella me recomendó y me puse una máscara que Plata me había dado tiempo atrás. Y aunque seguí aquellas instrucciones, apenas divisamos las casas, ella se arrepintió.
Había llegado hacía tres días. Venía con la intención de deshacerme de Roxana: llevarla lejos o decirle que se fuera… No me esperaba que ella fuese la primera que vería apenas llegar, y vaya que me sorprendí al ver que ya no era la niñita de cabellos alborotados, piel pálida y flacucha que recordaba; había crecido bastante a una jovencita bien definida, aunque tal vez sigue siendo una debilucha. Su cabello era de un exquisito tono miel, no era ni rubio, pero tampoco castaño y estaba dividido a la mitad por dos trenzas, mal hechas, por cierto. Toda su cara estaba ligeramente enrojecida (si no es que rosada) por el sol. Tenía brillantes ojos azules que me recibieron acompañados con la sonrisa más radiante y tonta que había visto jamás.
Me quedé perpleja. Los dragones no cambiaban tanto en tan poco tiempo, su crecimiento era más lento, por lo que verla tan diferente me dejó sin palabras; apenas y pude decirle unas cuantas cosas. Tuve varias oportunidades de decirle algo de mi lista de amenazas, pero todo lo que había memorizado se me borró de lamente.
Lo peor llegó la mañana siguiente; me llevé un enorme susto cuando ella llegó gritándome, impidiendo que me comiera una de sus ovejas, estaba acostumbrada a comerlas crudas, así que no me disculpé por un comportamiento propio de mí. Aun así, me había quedado con hambre y salí por un pequeño desayuno, sin esperar que me la toparía otra vez… y ese fue el momento en el que supe bien cómo deshacerme de ella.
—Aún podemos volver —dijo nerviosa.
—Muy tarde.
Vimos las casas tomar forma a la distancia. Me llegaban olores exquisitos y desagradables a la vez mientras nos acercábamos. Pan y pescado, carne fresca y podrida, perfumes y estiércol de animales. La algarabía se escuchaba desde lejos, las risas, los gritos… Si definitivamente habíamos llegado
—¿Por dónde empezamos? —dije más para mí que para ella. Levanté un poco la capucha para tener mejor visión.
—¡Cúbrete el rostro! —regañó—. Lena, aún están cazando dragones.
—Ya entendí —dije frustrada.
Anduvimos un momento, ella mirando todo, nerviosa, como si cualquier cosa pudiera saltar y atacarnos; y yo viendo qué elegir para comer.
Llegamos a las carretas de comida. Saboreé uno o dos platillos de cada una. Comí, comí y comí y a la vez trataba de alejarme de Roxana, si me perdía de vista, se perdería, y ese sería mi momento para regresar. Gracias a que ella casi nunca venía, era probable que no conociera el camino de regreso.
Al atardecer, llegamos al centro del pueblo, justo al lado de una fuente rodeado por unos niños y uno que otro padre curioso, había un escenario bastante pequeño, con cortinas rojas y colores brillantes. Sobre el diminuto escenario había unos títeres haciendo lo posible por agradar al público y ganarse unas monedas. Había visto varios teatrillos en mis viajes, unos más aburridos que otros, nada comparado con el Piying, en los países del occidente.
Roxana pareció disfrutarlo. Estaba asombrada al ver como esos muñecos se movían gracias a unos hilos. Aplaudía y se reía de las mofadas. Me pareció extraño, hace nada estaba regañándome, pero ahora se estaba riendo y días antes se había vuelto un pseudo demonio al regañarme… y de nuevo estaba normal… justo antes de haber estado aterrorizada de estar aquí.
¿Siempre había sido así? ¿Así son todos los humanos? Yo había cambiado bastante: me abstenía de reír, porque la risa solo es característica de los niños, y yo ya no era una niña pequeña. No hacía berrinches ni lloraba; las ánimas y banshees eran las que hacían eso, no los dragones, como yo. Incluso aprendí los 10 credos de los dragones, los seguía y honraba a los de mi especie ¿Qué hacía ella viviendo aún con un Youkai como Plata? ¿Por qué no asumía su estúpido lugar como reina o princesa o como sea?