Lena
Con una integrante menos en nuestro viaje, y con el verano en su apogeo, Haendel se presentó frente a nosotras. Haendel era la ciudad más transitada por los viajeros, por lo que estaba llena de pensiones y posadas. Las cabañas que usualmente eran de una planta, aquí eran de dos o hasta de tres. Había muchos lugares repletos de comida y ni hablar de las herramientas para los viajes, Tárrega envidiaría la riqueza comercial que Haendel ofrece, con la diferencia de que aquí los no-humano tienen prohibida la entrada.
Habíamos viajado por ocho días seguidos y he de admitir que estaba exhausta y ni hablar de Roxana, llevaba días sin dormir, así que cuando llegamos, lo primero que buscamos fue un lugar donde pasar la noche, no íbamos a quedarnos en la intemperie, no ahora que las lluvias torrenciales estaban a la vuelta de la esquina y el hecho de que estábamos muy cerca de la frontera con Hengelbrock.
─Espero que acepten intercambios ─dije preocupada al saber que solo teníamos los doce pekines que entre Eithne y yo habíamos reunido, ella fue bastante amable al darnos lo que tenía, pese a eso nos hemos abstenido de comprar cosas.
─La piel que conseguiste será suficiente ─Animó Roxana─ Si podemos venderla, estoy segura de que nos alcanzará.
─Estás muy positiva hoy ¿Por qué será? ─Para mi desgracia, aún no podía esconder mi pupila adecuadamente por lo que tenía que mantener los ojos cerrados y para mi mayor desgracia, no podía ver la sonrisa que sé que Roxana me mostraba mientras me hablaba.
─No es nada. Es solo que esta será la primera vez, luego de mucho tiempo, que dormimos solo nosotras dos.
─¿Qué planeas, mi niña de las estrellas?
─Nada ─Le sonreí, y sé que ella hizo igual.
Nuestra búsqueda fue infructífera a pesar del positivismo de Rox, no alcanzamos el dinero suficiente ni para llegar a un Coli.
─¿Qué hacemos ahora? Solo conseguimos siete pekines ─Se quejó─ Era una buena piel, no entiendo por qué no pagaron más.
─Quizás sea porque hay gente que se dedica a vender pieles aquí. Ya sabes, cosas “de calidad” ─Fue en ese momento cuando un relámpago iluminó el cielo nocturno y lo siguió un estruendoso trueno. La lluvia se desató poco tiempo después─ Por acá ─Sé que no podía ver nada, más aún era capaz de percibir la temperatura del ambiente y fue el calor de una callejuela llamó mi atención─ ¿Te mojaste mucho?
─Lena, las dos estamos empapadas. Estoy tan mojada como tú. ─Un delicioso olor me llegó a la nariz.
─Mango.
─¿Qué? ─Sentí que alguien se acercaba─. Oh, hay una mujer con una carreta pasando por aquí ─Se oyó un estruendo.
─¿Qué pasó?
─Una rueda se rompió, acaba de caerse todo. Espera. ─Sabía que Roxana se iba a acercar a ayudar, hice lo mismo. Encontré toda la fruta gracias a mi olfato y mentiría si dijera que no se me antojó darle una mordida a cada una de ellas, pero estaba segura de que Roxana me reprendería, así que no lo hice.
─Muchas gracias ─Oí una voz muy dulce y bastante maternal.
─No es nada ─dijo Rox.
─No son de por aquí ¿Cierto?
─Venimos de paso ─Contesté. Aún oía a Roxana respirar con trabajo, supuse que estaban bajando las cestas con fruta─ ¿Se ha roto la carreta?
─No, sólo una rueda ─Contestó la mujer. Tuve una idea entonces.
─¿Le parece bien si la llevamos a su casa? ─Propuse.
─¡Lena! ─Rox me susurró un poco alto.
─Muchas gracias jovencita pero llevo demasiadas cosas.
─No hay problema. Puedo cargar el lado de la rueda rota, el caballo hará todo el trabajo después.
─Creo que es muy pesada ─dijo sin convicción.
─¿Puedo tratar?
─Adelante.
Hice que Roxana me llevara al soporte de la rueda me froté las manos y la levanté sin esfuerzo.
─¿Nos vamos? ─dije al saber la impresión de la mujer.
─Por supuesto. Por acá.
Se adelantó hasta donde estaba el caballo y lo hizo caminar, Roxana anduvo a un lado de mí.
─¿Qué planeas? ─murmuró.
─El plan se hizo solo, aunque si quieres que sea sincera, ya estamos demasiado mojadas como para buscar un lugar dónde pasar la noche.