─Madre ¿Por qué lo hiciste? ─Recostó a Roxana a un lado de Eris.
─Ellas necesitan dormir ─contestó con la seriedad que ya conocía bastante bien. Mamá parecía ser una dragona seria y fría aunque eso solo era la fachada, ella era bastante amable y muy aventurera en algunos casos, de ahí que la llamen “la niña de las travesuras”.
─También nosotras, no dormimos toda la noche ─Miré mis manos, me había hecho bastante daño tratando de controlar la cerreta, eso sin mencionar que varias personas trataron de atacarme en el proceso.
─Primero arreglemos esto ─Me acarició las orejas y tiró de ellas. Apenas y sentí un leve tirón cuando noté que tenía de vuelta mis orejas normales.
─Gracias ─Llevé mis manos a la cabeza para volverme a atar el cabello.
─Ahora sigamos con esto ─Sentí un tirón en el rabo y éste se desvaneció.
─¡Ouch! ─Apenas y murmuré.
─Has avanzado bastante, mi pequeña Lena ─Me acarició la cabeza y comenzó a caminar, quería alejarse de quienes había hecho dormir.
─Ni tanto, aún tengo problemas. Mira nada más cómo terminé.
─Aun así, ya eres capaz de mantener un cuerpo humano completo, me alegro.
─Días de práctica ─Nos detuvimos hasta que ella lo consideró prudente—. Creí que habías vuelto con tu padre ─Llevó las manos a sus caderas.
—Lo hice, estuve todo el invierno y la primavera con él, pero los dragones de Schubert invadieron el bosque de Niebla y las brujas buscaron refugio en Wolfgang por lo que papá me pidió que fuera con el Gran Abuelo y…
Pude haber continuado de no haber sido porque mamá no me estaba prestando mucha atención. En cambio, miraba el lugar que habíamos dejado.
—¿Quién es ella? —cuestionó. Frunció la nariz.
—Es Roxana, la bebé que la Reina Roselyne dejó a cargo a papá hace dieciocho inviernos —contesté, confundida—. Creí que ya la conocías.
—Conocí a su madre —Se veía molesta— Ahora entiendo porque se me hacía familiar. Son idénticas. Pero esos ojos azules nunca los había visto.
—Tal vez haya sido herencia de su padre ─pensé unos momentos─ ¿De casualidad lo consiste, a su padre, "El rey negro"?
—No —en verdad estaba enojada— ¿Qué hace contigo? ¿No debe estar en el castillo?
—Me está acompañando, si se quedaba en Wolfgang, las brujas podían hacerle algo.
—¿Y Shirubā? ¿No estaba ella para protegerla?
—Sabes que no puede hacer mucho con brujas tan poderosas. Además, pasar tiempo con Roxana es entretenido durante el viaje, le he estado enseñando parte del reino y parece que le gusta, canta muy bonito ¿Sabes? también hace muchas pinturas hermosas. Aunque hace poco me di cuenta que no es muy buena cazando una vez que intenté que…
Aunque en esta ocasión los ojos de mamá estaban sobre mí, tampoco me estaba prestando mucha atención; escudriñaba mis facciones y seguramente también notó mis pupilas dilatadas. De pronto, me tomó de los hombros y me empujó, caímos al suelo y cuando tuvo oportunidad, me sujetó del cuello. Sus ojos de oro brillaron y se introdujeron en los míos, toda mi alma fue expuesta al desnudo. Al enterarse de todo, soltó un gruñido y se levantó.
—¡TE HAS ENAMORADO DE ELLA! —Acusó molesta.
Tosiendo en el suelo, llevé una mano a mí cuello, lo único que hice fue levantar la mirada.
—¡Sabes que eso no es natural! —Me gritó— Los dragones y los humanos no debe estar juntos, lo sabes, Lena.
Me levanté del suelo
—¿Por qué? —Cuestioné— ¿Es porque son enviados de un dios diferente al nuestro? ¿Por qué no pueden leer las estrellas? ¿O porqué ellos no pueden mover los elementos? ¡Dime, madre! Porque te puedo asegurar que no estoy enamorada de lo que puede o no hacer Roxana con la magia. Estoy enamorada de sus ratos de valor, de sus momentos de duda, de su lado inocente y ahora que estoy descubriendo su lado juguetón, solo sé que la amo más.
—¡¿TÚ QUE PUEDES SABER DE AMOR SIENDO TAN JOVEN!?
—¡Y tú, siendo ya mayor, no lo has logrado comprender! —acusé.
Resopló y vi una nube de humo escurrirse entre sus dientes.
─¿Siquiera ha pensado en la responsabilidad que tiene? —Trató por otro lado
─Las sacrifica, madre, teme lo que la bestia pueda hacer, sabe que la está buscando.
─¿Qué harás si un día ella decide regresar? ─insistió─ ¿La seguirás? ¿Tú qué sabes de gobernar un reino? Lena, hija, ella tiene un reino que gobernar.
—No está obligada, los actuales reyes...
—¡Roselyne no tenía hermanos! ─Su voz se esparció por el aire.
—¿Qué...?
—Ella era la única heredera ─bufó─ sus padres murieron muy jóvenes y tuvo que gobernar sola muchos años: se encerró en Palacio. Cuando me enteré que estaba embarazada, supe que ella estaba tratando de conservar el linaje, pero nunca me dijo quién era el padre, nunca me dijo por qué se escondía… no la volví a ver por culpa de esa... niña.