Evolet

Capítulo 23. Planes y secretos

Corrí por los pasillos, me había entretenido un poco con Ryū. La verdad es que nunca había tenido nada cercano a una mascota y menos una que me contara de sus aventuras; perdí un poco la noción del tiempo y llegué jadeando a la sala de juntas, donde me encontré con Victoria y otra joven de cabello rubio y ojos marrones que había visto un par de veces andar junto con Lydia.

─Su Alteza, llega tarde ─dijo ceñuda la mujer.

─Lo siento, me entretuve.

─Por ello no se preocupe ─dijo la más joven, con una sonrisa cálida─ Me alegra estar ante su presencia, Su Alteza ─inclinó la cabeza─ Me llamo Shin, soy una de las damas de compañía de Su Majestad La Reina Lydia.

─Mucho gusto ─Sonreí─ Exactamente ¿Por qué estoy aquí?

─Su Majestad quiere dar un paseo con usted por los alrededores de los jardines ─explicó Victoria─ Pero, como le dijo desde un principio, necesita siempre estar acompañada de una dama o un mozo para que esté a sus servicios, y pensando en usted, su Majestad ha decidido otorgarle una dama de compañía para las salidas.

─¿Gracias? ─Aquello no me gustó mucho, no tanto el hecho de tener alguien más con quien platicar, sino cómo se referían a alguien como un objeto.

─La he capacitado desde que usted llegó aquí ─continuó Shin─, fue reclutada por los caballeros de Hengelbrock hace unos meses, así que también será su guardaespaldas si la situación así lo requiere.

─Muchacha, ven acá ─Pidió Victoria a alguien que, al parecer, estaba detrás de mí y que yo no había notado. Todo mi cuerpo se paralizó al verla.

Llevaba puesto un vestido marrón que le llegaba hasta las pantorrillas, con un pequeño delantal que al parecer sólo era adorno. Se había rapado el cabello de los costados y mantenía una melena lacia azabache en la coronilla.

─Ella es Eithne ─Presentó Shin. Al verme, la niña del azabache abrió los ojos bien grandes.

─U-Un placer conocerla, Su Alteza ¡hic!, mi nombre es Eithne del clan Scaird, estoy a sus órdenes ─Llevó una mano al corazón e inclinó el cuerpo.

─Mucho gusto, Eithne ─Traté de mantenerme firme.

─Iré por Su Majestad para ver si ya está lista, haré saber a Su Alteza cuando sea el caso ─avisó Shin.

─Bien, que así sea ─concordó Victoria.

─Llevaré a Eithne a mi habitación para que sepa dónde es ─dije tratando de no mostrar desesperación.

─Adelante.

Poco nos faltó para salir corriendo. Caminamos con paso apurado por los pasillos que se me hicieron eternos. Llegamos a mi alcoba donde, luego de cerrar la puerta, me abalancé a la muchacha alta y la abracé, soltando un pequeño sollozo.

─¡Ay, chiquilla! en qué lío te has metido ahora ─Murmuró.

─En uno muy grande ─Imité su tono. Nos separamos y nos sonreímos.

─Cuando me dijeron que iba a cuidar de la protegida de la reina, lo último que me imaginé fue verte. Sabía de sobra que andabas por aquí, pero no que te fueran a sacar tan pronto ─dio unos pasos hacia atrás─ ¡Mírate ahora! Te ves guapísima, no me imagino lo que Lena dirá cuando te vea.

Mi sonrisa se borró al oír aquel nombre.

─No… Eithne, no.

─¿Qué? ─imitó mi gesto, poniéndose nerviosa y seria.

─Lena… a ella… la asesinaron ─Palideció de golpe y trastabilló un paso hacia atrás.

─¿Qué? No…

─Estábamos en Arión ─la interrumpí─, discutimos y se delató. Estaba exhausta por el viaje y no se pudo defender ─Se me quebró la voz.

─No, chica, eso no es… ─Miró el suelo, pasmada─ Oh… no… ya sé lo que…

─Yo también lo negué mucho tiempo, pero me di cuenta que ya no vale la pena pensar en ello, ella se fue, aún me duele, no sabes cuánto, pero estuve pensando desde entonces y puedo asegurarte que estoy dispuesta a usar ese dolor para seguir adelante. Ya no más matanza de dragones, ya no más menosprecio de los mágicos. Es hora de dejar de ser una niñita cobarde. Eithne, necesito ayuda para hacer que los que ahora se hacen llamar reyes, se vayan de ese trono que ellos no han cuidado y que yo he evitado aunque por derecho me pertenezca.

Eithne no daba crédito de lo que le acababa de decir. Mantenía su vista fija en el suelo, con los ojos bien abiertos. Quería decir algo pero de sus labios no salía palabra alguna.

—Es difícil, lo sé ─Me acerqué y le tomé de las manos─, para mí también lo es, pero necesito tu ayuda y la de tus hermanos si es posible.

Luego de un rato, entre miradas y palabras sin formular, Eithne me miró directo a los ojos. Suspiró, se agachó hasta dejar una rodilla en el suelo, con la mano derecha en el corazón y dijo:

—Tienes la valentía de un dragón, y para no haber vivido en Palacio, tienes la mentalidad de una reina. Inspiras respeto, Princesa, me tienes a tus órdenes para lo que necesites.

—Gracias, Eithne —Me agaché para tomarla de los hombros—. Pero recuerda que antes de ser una servidora a la corona, eres mi amiga, así que no hagas esto.




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