Llegamos y mostramos la invitación. Como en cualquier colonia fuimos revisados de arriba abajo y al final nos dejaron pasar. Nos guiaron hasta una zona donde deberíamos esperar, como a los diez minutos apareció el presidente.
Era un hombre de mucha elegancia, educadamente nos saludó y comenzó a hablar con nosotros sobre que creíamos de la colonia. Si nos gustaban sus proyectos, como las personas se comportan en la colonia y de repente comencé a ver un filo de él que no me gustó. Él consideraba que todos los ciudadanos le debían agradecer el logro de que fuera un increíble lugar para vivir.
No sé por qué comenzaron a llegarme recuerdos de presidentes de antigua tierra que pensaban que habían hecho todo por el pueblo, cuando en realidad el poder se les había subido a la cabeza. No tenían ni idea de lo equivocados que estaban con respecto al agradecimiento, de hecho, los pueblos sufrían y se estancaban en pura miseria. Otros avanzaban, pero con temor en sus corazones y sin libertad. No sabía nada de política ni me gustaba, sin embargo, la historia me había enseñado que existían varios tipos de presidentes, lo que era normal siendo humanos.
Unos querían realmente hacer por su pueblo, no obstante, al llegar a la cima el poder y a veces el miedo los hacía convertirse en tiranos. Algunos simplemente se equivocaron en ciertos aspectos, mientras que otros solo querían llegar al poder para hacerse omnipotente y arreglar el país de la forma en que creían debía ser. Algunos llegan embullados suponiendo que pueden hacer un mejor trabajo que el anterior. En cualquiera de los casos había algo más que podía tronchar cualquier plan que tuviesen esos tipos de presidente y es que nunca se gobierna solo. Siempre hay un gabinete para hundirte, apoyarte o manejarte.
Los humanos anteriores utilizaban dos tipos de modelos de gobierno. El socialismo y capitalismo, pero ninguno de los dos era perfecto uno sería una utopía (parecida a la de mi madre con esta colonia) o se convertía en tiranía. El otro imponía una sociedad consumista y más llevada a intereses de guerra. Aunque la violencia podía ser extrema en cualquiera de los dos, nada más se trataba de defender una idea, una meta que en realidad únicamente un grupito consideraba y engañaba, manejaba y hasta adoctrinaban a las poblaciones. ¿Cómo? Con diferentes trucos, cualquier cosa era válida, el hecho era convencer y lograr.
Diría que la mayoría de las veces estos grupos se aprovechaban de los ingenuos y mal informados que los seguían. Muy pocos presidentes, contados con las manos, escaparon a esta tendencia y lograron traspasar ese nivel de atracción asesino que tiene el poder. A pesar de que los tiempos cambiaron, en mi opinión ya no existen los sistemas, pero seguía "El Poder". Podía verlo en este presidente, claramente.
El solo vino a confirmar mis pensamientos cuando se sentó en su silla de forma altanera, puso los codos sobre la mesa y nos miró fijo sonriendo con algo de malicia.
—Sé que ustedes poseen información vital, sobre una posible salida de este mundo.
—Señor presidente con el debido respeto, pero no cree que, si tuviésemos información de esa relevancia ya no se lo habríamos hecho saber.
Se recostó al espaldar de su silla con las manos en la mesa y nos miró fijo. Al parecer quería ver si mentíamos, mas, ni Lee ni yo nos inmutamos. Supongo que Lee leía sus pensamientos y en ese momento me alegré de que lo hiciera.
—Bueno, no tensemos el ambiente, quiero proponerles algo. Si por alguna casualidad su investigación encontrará la manera de escapar deben prometerme venir primero a mí. ¿Entienden verdad?
—Claro señor presidente, está claro que mi deber es con la colonia que mi madre contribuyó a crear.
Vi como apretó los puños y a duras penas extendió su sonrisa.
—Gracias, señorita Alexa. Bueno fue un placer recibirlos, esperemos verlos pronto.
Estrechamos manos y salimos. No hablamos, entramos al auto y arrancamos.