—Por el amor al cielo Alex, pensé que te perdía mi amor. —Besaba mi cabeza y sentí lágrimas correr por mi rostro, ya que, las suyas cayeron en mis manos cuando se agachó a mi lado. Trate de acariciar su rostro y fue cuando un dolor me golpeo. Cerré los ojos con fuerza porque fue demasiado, traté de respirar con calma—: Alexa no te muevas, no puedes moverte bruscamente.
>> La herida ya cerró, pero aún necesitas reposo ya que fue profunda. Estas a salvo gracias a Dael y su águila, de no ser así estarías muerta. Y no olvidar a Muchi que también se lanzó contra el enemigo con todo según me contaron.
Miro a mi brazo y veo la venda alrededor de este y mi pecho, buen zarpazo me dio el animal. Supongo que debo agradecer a Dael y a los animales que me salvaron.
—Creo que es la segunda vez que la muerte está tan cerca, Gaia a la tercera va la vencida.
—¡No digas eso! —"¡Oh! Me asusto"—. Lo siento Alex. —Me aprieta contra su pecho, supongo que ha sido duro verme así, no puedo imaginarme el terror que debe haber sentido. Se despega y me mira a los ojos—. Pensé que todo mi mundo colapsaría cuando me enteré de que estabas en el salón de cirugía.
Le sonreí y acaricie su bello rostro, lo bese sin pensarlo mucho, necesitaba el calor de esos bellos labios. Y él parece que igual porque su pasión se desbordó en segundos sobre los míos. Casi sin aire nos separamos y pego su frente a la mía.
—Lo siento, siento haberte hecho sufrir.
—Prométeme que nunca más te pondrás en peligro.
—¿Eh? No puedo prometer eso.
— ¡Alexa! Promételo, sí que puedes hacerlo, no necesitas sacrificarte así.
Me separé y lo mire, de repente sus pensamientos implorando que diga que sí, que haga el compromiso, flotaron en mi mente.
—Lee, primero, como responsable de un grupo no puedo decir que no volverá a pasar esto. Segundo, sea o no jefa vienen momentos en los que nuestras vidas estarán en riesgo constante. Y tres, qué diablos está pasando entre nosotros que escucho tus pensamientos y siento tus sentimientos fluctuando en mí.
Lo vi respirar y retirarse evitando mis ojos.
—Sé que tienes razón en que no puedes prometerme que no estarás más expuesta al peligro, pero quería intentarlo, al menos por nuestro hijo.
—¡¡¡¿Qué?!!!... ¿De qué diablos estás hablando?
—Nuestra comunicación y esto que sientes, está ocurriendo por nuestro hijo. Alexa, estás embarazada.
—¡No! Eso es imposible, tendría que haber roto la barrera que tenemos puesta ambos.
—Se te olvida quienes somos.
—No, pero…
Vino y se sentó a mi lado, agarro mis brazos.
—Alex, es tan malo tener un bebé conmigo.
—Claro que no, pero no estamos autorizados ni casados y ahora no es el momento, esto va a complicarse, lo siento.
—Alexa… si no quieres tenerlo ahora…
—¡¿Qué dices?! No voy a matar a nuestro hijo, no. —El respiro tranquilo—. Sin embargo, aunque decida ser madre, no podré dejar de luchar.
—¡Seh! Lo sé, por eso haré todo para protegerlos.
—¿Cuántos lo saben?
—Solo nosotros y Muchi.
—¡¿Cómo?!
—No deje que nadie tocara las pruebas de sangre que te hicieron, pues me olía que algo raro pasaba entre nosotros. Además, tu lobo me lo confirmo. —Lo miré para que explicara más—. ¡Seh! Al parecer nuestro hijo ha creado una conexión tan fuerte que nuestros poderes se están ligando.
>> Puedo entender al lobo y este lloraba de que no pudo proteger bien a la cría. Al principio no entendí bien hasta que, me dijo que se referia a tu cría. En ese momento casi me vuelvo loco y luego pensé que, era peligroso si otros lo sabían, por eso cubrí tus exámenes.
—Bien hecho, es mejor no mostrar a nadie nuestro pequeño aún.
Mordí mi labio y acaricié mi vientre, él puso su mano sobre la mía y beso mi frente.
—No veo la hora de ver como se debe parecer a mi niña hermosa.
—¡Ja! Si es un varón se parecerá a ti, tiene que salir tan apuesto como su padre. —Ambos reímos—. Hablando de otra cosa, encontraron la nave.
—Si… Fue un momento bien tenso y al final tuve que usar la comunicación con los chita.
—¡En serio! ¿Cómo fue?
—Luego de que nos dejaron, montamos en los camiones y partimos. Todo iba bien hasta que, a medio recorrido, una manada de rinocerontes gigantus comenzaron a atacarnos. Tuve que pedir ayuda a los guepardos, ya que los sentí cerca. Les doy mil gracias, porque acudieron a nuestro socorro. Mientras servían de distracción logramos escapar, pero no nos dimos cuenta hasta tarde que nos habían desviado de nuestro camino.
>> Algunos de los nuestros, estaban heridos por el ataque, era evidente que no íbamos a salir sanos de semejante ataque. Creo que comenzamos a perder la esperanza en un punto e incluso llegamos a temer por nuestras vidas. Hasta que la llave comenzó a brillar indicándonos el camino. Por suerte nuestro chofer de avance pudo recobrar en algo la orientación de la vía, ya que los equipos dejaron de funcionar con los choques de los rinocerontes.