Yuji no podía comprenderlo, se quedó inmóvil mirando la mano aún en la góndola e intentando analizar la situación. Regresó en sí y vio que el suelo estaba manchado de sangre, dejándolo perturbado. En ese momento se percató el por qué gritaba el cliente y no pudo contener el vómito.
—Yo… Le aplasté la pierna… No puede ser. —miró la cámara. —mierda, mierda… Todo fue grabado, carajos… Ya casi viene el del otro turno, ¿Qué hago? ¿Qué hago? April, debo llamarla, ella me ayudará.
Mientras la llamaba iba en busca del trapeador que se encontraba en el depósito. Atendió al comienzo de limpiar, así que frenó.
—¿Qué necesitas? Estaba duchándome.
—Lo siento, tengo un problema muy grave en el trabajo.
—¿Qué tan grave? ¿Asesinaste a alguien? —bromeó entre risas. —¿Yuji? ¿Por qué no contestas? Yuji, ¡Yuji! No puede ser… ¿Tú de verdad…?
—No, no lo maté.
—¿No lo mataste? ¿Qué fue lo que hiciste?
—Sólo ven, ¿Sí?
—¡Carajos, Yuji! Voy ahora mismo. Cierra la tienda, luego le digo al jefe que quisieron asaltarnos.
—¡Sí, ahora mismo la cierro! ¿Pero qué hay del otro turno?
—Nos las arreglaremos.
No pasó mucho tiempo en llegar, sólo un par de minutos; minutos en el cuál limpió y se sintió alterado. Cuando vio a April en la puerta, se alivió y corrió hacia ella, abriéndole rápido.
—Pero si está todo bien. No entiendo.
—Ven, vamos a ver la cámara.
Escuchar eso la heló. En el camino se imaginaba las peores situaciones posibles de lo que podía llegar a ver. El inicio de la grabación ya estaba preparado, sólo tuvo que darle inicio. Yuji vio a April, no demostraba expresión alguna y no quitaba la vista. Terminó la grabación y ella se quedó en silencio, provocando que Yuji se pusiera más nervioso, comenzando a pensar que estaba acabado.
—¿Desde cuándo puedes hacer eso? —seguía con la mirada fija.
—Nunca lo hice, no tenía idea que era capaz de hacer algo así, ¡Lo juro! —hablaba demasiado rápido que apenas se le comprendía, se notaba los nervios.
—Bien, bien. Te creo. Hay que editar esto antes de que el jefe llegue de sus vacaciones, un amigo puede. Me lo llevaré ahora mismo.
—¿Yo qué haré? ¿Si rompo algo sin querer? Ya lo hice con la góndola.
—Intenta no hacerlo.
—Uf, buena idea. No lo pensé.
—Termina con tu sarcasmo, ¿Quieres? Es la primera vez que algo así me sucede, ¿Conoces a alguien más con este tipo de fuerza? Ninguno. Además, tú provocaste esto, no yo.
—Lo sé… —desvió la mirada.
—Mierda, perdón. No fue mi intención. Tú no tienes la culpa.
—No, está bien, tienes razón. Es mi culpa. Si no quieres ayudarme no pasa nada, lo comprendo. Me las arreglaré.
—Te ayudaré, no te preocupes. Sólo quédate tranquilo.
—¿Cómo es que no te alteras?
—¿Bromeas? Es lo más increíble que me pasó. Al fin algo genial en este mundo de mierda de sólo cien millones. Y si tú tienes poderes, si es eso, pues podremos ir contra el gobierno para que nos ayuden como se debe.
—¿Crees que tengo poderes? Y no quiero ir contra el gobierno, eso es una locura. Aunque en el caso de que tenga poderes, sería el único.
—Eso crees.
—¿Tu también tienes? —preguntó exaltado.
—Claro que no. Si los tuviera no estaría trabajando en esta pocilga. Sólo estoy diciendo que es imposible que seas el único. Cuando salgas del trabajo ve a la casa de mi amigo, ahí hablaremos bien.
—Claro.
Hizo una copia en un pendrive, luego ocultó el archivo original y se marchó al instante; él la acompañó hasta la entrada. Al otro lado de la puerta estaba el empleado del siguiente turno, se quedaron quietos mirándolo por unos segundos.
Le abrieron la puerta, y como si no hubiera pasado nada, April se marchó, dejando a Yuji con la responsabilidad de la explicación; lo único que se le ocurrió fue inventar un robo, pudiendo así irse de ahí después de diez minutos.
El empleado notó la góndola aplastada apenas se fue.
—¿Qué pasó? —se acercó rápido a la entrada. —¡Oye, infeliz!
Yuji huía sin mirar atrás.
—A ver, a ver… Bien, tengo la dirección. Espero que haya podido editarlo.
*
—Lo de tu compañero es increíble, ¿Cómo es que…? —dijo Isumo tendido hacia atrás en la silla, con un chupetín en la mano.
—Ni idea.
—Oye… No me dejaste terminar.
—No era necesario. Yo también me hago la misma pregunta.
—¿En serio? ¿También crees que es muy guapo? Yo le doy un ocho punto cinco, ¿Tú cuánto?
—¿¡De qué mierda hablas!? —cada segundo se ponía más colorada. —¡Yo me refería a la súper fuerza!
—Oh… Sí, eso también es asombroso. No sabía que podías ponerte muy roja. —sonreía con el dulce en la boca.
—¡Cierra la boca!
Sonó el timbre y April fue rápido a la pantalla.
—Nunca eres así de rápida conmigo. Me da celos… —dijo con puchero, luego se rio.
—Cállate, imbécil. Es un compañero que necesita ayuda.
—¿Eso es todo?
—Es todo… —lo dijo tan despacio que apenas se le escuchó. Abrió la puerta con una sonrisa. —saliste ileso de ese idiota. —enrolló el dedo en su cabello.
—Sí… Cuando ya me iba parece que se dio cuenta de la góndola, porque salió a los gritos. —dijo riendo.
—¿En serio? —se rio a carcajadas, pareciendo exagerado.
Isumo la miró sonriendo y de inmediato se puso tensa.
—¡Yuji, ¿¡Verdad!?! ¡Vamos, entra!
—Ah, sí, entra. El idiota aún no hizo nada. Se la pasó mirando la grabación.
—Una disculpa por eso, es que es asombroso lo que hiciste. Dejando a un lado lo del otro tipo.
—Aunque se lo merecía. —contestó April con la mirada fría. —él lo trató mal e intentó irse sin pagar cuando lo vio en el suelo. Es uno más del montón.
—Qué dura eres. —dijo Yuji.
—Pero tiene razón. —se giró con la silla para mirarlos. —tu caso es algo que puede abrirnos a nuevas puertas, ¿Cómo ocurrió eso?