Ex Mortis

CAPITULO 10.

«Tyra»

Ángel se agacha para tomar la cabeza entre sus manos, no puedo evitar sentirme orgullosa del miedo que le hago sentir. Soy capaz de percibir la mirada de Lucifer fija en mí, pero no volteo, no quiero distraerme con sus ojos, no debo de bajar la guardia, no en este momento. Mis pasos causan eco en el silencio del lugar mientras Ángel deja caer la cabeza de su aliado al suelo.

—Dos resucitadas frente a frente, sin nadie que pueda entrometerse— levanta de nuevo su arma hacia mí y como si no temiera que me disparara me siento en una de las mesas y la veo con una sonrisa de oreja a oreja —Lo sé todo, sé quién eres.

—¿En verdad lo sabes?— finjo sorpresa, porque lo que pudiera haber descubierto de mí solo es la punta del iceberg.

—Eras una infiltrada de la mafia rusa, trabajabas para ellos, no eras del ejército, investigué y ni siquiera existes, no hay ningún papel que respalde tu edad o tú nacionalidad, no existes en el sistema— me da tanta gracia lo que me dice que no puedo evitar empezar a reírme —tu ibas en esa misión con Demon para obtener esa USB para los rusos, para su beneficio, ese fue siempre tu plan, Miller te descubrió y te mató antes de que usarás esa información en tu favor, no me imagino lo que hubieran hecho esos hijos de puta con el santo grial.

—Lo mismo que los hijos de puta que lo encontraron, ¿Se te olvida como Miller se corrompió? ¿Cómo se volvió avaricioso? Lo mismo hubiera ocurrido cariño— le guiño un ojo y le sonrío.

—¡Tu nos traicionaste a todos! ¡Nos mentiste! ¡No eres quien dices ser!— veo en su mirada que se siente herida, traicionada, puedo recordar cómo ella se sacrificó en el aeropuerto para que todos pudiéramos escapar, entiendo su sentir más de lo que se imagina, cuántas veces a mí no me han traicionado.

—¡Policía! ¡Baja el arma! ¡Ahora!— Simone decidió no abandonarme, que corazón tiene la chica, entra apuntando hacia Ángel con la mirada llena de odio, pero aunque grita las órdenes con fuerza, Ángel parece no querer ceder. —¿Qué no entendiste? Baja el arma lentamente y nadie te hará daño.

—Antes me sacrifique por ti Tyra, por tus ideales que resultaron ser diferentes a los míos, no veo por qué no hacerlo una última vez— con un tono cansado y triste dice esas palabras; me desconcierta, pero a los pocos segundos entiendo lo que me quiere decir, sin dejar de apuntarme jala el gatillo.

               Todo pasa muy rápido, escucho la detonación y Simone hace lo mismo, veo como entra y sale la bala en la cabeza de Ángel, sus ojos se pierden y cae al piso casi al mismo tiempo que yo, pierdo la noción del tiempo y un grito desesperado se vuelve sordo, es la voz de Lucifer y antes de que todo se vuelva negro siento sus brazos sosteniendo mi cuerpo como aquella vez. La luz se va de mis ojos y caigo de nuevo en esa laguna negra donde flotaban mis recuerdos.

—¿Tu otra vez aquí? ¿Qué afán tienen tu y esa mocosa de regresar como si está fuera su pinche casa?— Caronte parece molesto, ahora es un joven con la cara pintada como si fuera un cráneo, uno de sus ojos es blanco, pero se alcanza a ver su pupila negra así como el contorno de sus iris.

—¿Volví a morir? ¿Tan rápido?— veo mis manos como si no me explicara la situación.

—Descuida, te regresé al cuerpo que poseías antes de unirte al Covenant, no tardas en regresar, solo recuerda que tú suerte puede cambiar en cualquier minuto como cualquier inmortal— se cruza de brazos y me ve fijamente esperando. No puedo evitar sonreír ante su comentario y de nuevo una luz blanca me abraza, como siempre, la primera vez es la más complicada, la más tardada, pero aun así, regreso.

*****

—Les dije que regresaría.

               Escucho esa voz femenina ya entrada en años, pronuncia con fuerza la r y la g parece que sale desde el fondo de su garganta. Abro los ojos después de haber jalado aire con mucha fuerza y me siento en lo que parece una de las mesas de billar. Paseo mis dedos sobre la herida en mi pecho, siento el borde de la herida de bala y lentamente está sale de mi pecho y cae sobre la palma de mi mano.

—La valquiria, madre de las rusalkas— levanto mi mirada hacía esa mujer anciana que conocí cuando era una niña pequeña y frágil, las arrugas han aparecido en su rostro, pero sigue siendo ella, mi pequeña Dusha. —la leyenda cuenta que en un poblado vikingo, una de sus mujeres asesinadas durante un saqueo retornó, el último hombre sabio y anciano que sobrevivió al ataque dijo que ella había regresado como una valquiria, mandada por la mismísima Freyja para dirigir a los guerreros a la batalla y asegurar su victoria. Esa guerrera está maldita, por qué no puede morir y está condenada a pelear cada batalla en la que la humanidad se enfrente— habla con ceremoniosidad mientras se acerca a mí. — mi abuela me habló de ella al igual que mi madre, era una leyenda, una fantasía, hasta que por fin la conocí y vi su poder, es un honor pertenecer a su familia.

—Wow wow wow… babushka ¿estás diciéndome que Tyra, mi tía Tyra Sheppard es una valquiria de hace miles de años?— se acerca Simone con curiosidad hacia Dusha quien sonríe sin quitarme la mirada de encima.

—No es tu tía, de hecho han pasado tantas generaciones entre ella y nosotras que no sabría decirte que lugar tiene en el árbol genealógico.

—Demasiadas Dusha, demasiadas… — de un brinco salgo de la mesa y acomodo mi ropa. —No sé si soy una valquiria, no me siento como tal, jamás vi a Freyja, pero he vivido tanto tiempo y peleado en tantas batallas que llegó un punto en el que quise recuperar lo poco o mucho que tuviera de familia, así que busque el árbol genealógico, específicamente la descendencia de mi hermano que fue el único que procreo y llegue hasta ustedes, pero cuando lo hice ya la familia estaba hasta las narices comprometida con la mafia rusa, la abuela de Dusha fue la primera que conocí, una bailarina de ballet de alto renombre, una espía sin experiencia en batalla, la preparé y se volvió letal, fue mi primera rusalka, después de eso se volvió popular dentro del crimen organizado y más mujeres se sumaron a la lista, incluidas su hija que también fue preparada por mí, eran las mejores asesinas, sabían cómo meterse en cualquier estrato social, tenían la delicadeza de una princesa y la sangre fría del mejor asesino, las rusalkas fueron un éxito y cada vez más mujeres se fueron sumando hasta que la madre de Dusha se volvió maestra y después ella. — Simone parece confundida y molesta, como si no quisiera creer en mis palabras. — Cuando supe que tú madre no quería pertenecer a ese mundo y decidió huir con tu padre, todo un policía, fue cuando las busqué, al principio pensaba traerla de regreso incluso en contra de su voluntad, después, cuando la vi siendo feliz, cuando vi que tenía un hogar, una familia, una hija, una vida normal, todo aquello que yo no podía tener y a lo que jamás pude aspirar decidí dejarlas en paz, pero cada cierto tiempo regresaba para asegurarme de que estuvieran a salvo, cuando eres parte de una mafia, no es tan fácil que salgas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.