Ex Mortis

CAPITULO 13.

En cuanto el cuerpo del híbrido cae al suelo escucho el movimiento de armas levantándose hacia mí, un conjunto de hombres armados con lo que parece M16 y vestidos totalmente de negro me comienzan a rodear, lo único que puedo ver son sus ojos, el pasamontañas cubre su rostro, pero puedo saborear su miedo y me alimento de él, empiezo a sentirme indestructible, que claramente no es lo mismo que inmortal. De repente el helicóptero empieza a dar vueltas errático, sé que Ragnar es el autor de eso; aprovecho el descuido de todos y levanto de nuevo mi arma, le vuelo la cabeza a uno de ellos y regresan su atención hacia mí, pero ya es demasiado tarde, tomo uno de los cañones y lo desvío al mismo tiempo que coloco a Sally entre los ojos de mi siguiente víctima, jalo el gatillo y este cae de nuevo al mismo tiempo que una ráfaga de balas entra por mi espalda, caigo hincada sobre una de mis rodillas y cambio de mano a Sally, apunto hacia mi agresor y le pego tres tiros antes de girar en el suelo y apuntar hacia el siguiente que tarda más en apuntarme que en yo dejarle una bala a mitad de cráneo. Un segundo cañón se apoya contra mi nuca y cierro mis ojos, aunque no es una seguridad que me mate soy capaz de sentir el dolor de la muerte, pero después de unos segundos me doy cuenta que las balas nunca salen del arma, cuando me levanto veo a Lucifer tomando del cuello al hombre, lo ha levantado por lo menos medio metro y lo ve fijamente mientras lo asfixia hasta que un crujido de huesos me dice que le acaba de romper el cuello, el cuerpo cae al piso como si estuviera hecho de trapo y me quedo petrificada. Lucifer voltea hacia mí y veo el fuego en sus ojos, su rostro es serio, contenido, levanta su mano rápidamente hacia mí y no soy capaz de pestañear, pensé que terminaría igual que su víctima, que me tomaría del cuello y terminaría conmigo, por lo menos lo intentaría, pero por el contrario detiene una bala que iba directo a mi cabeza, volteo a ver su mano que sangra por recibir el proyectil que termina cayendo al suelo y la acerca a mi mejilla, la acaricia con delicadeza y mis ojos empiezan a llorar al volver a sentir esa muestra de cariño que tanto anhelaba. El híbrido de al principio se levanta, ese tal Erick se sacude como si acabara de despertar y ese fugaz momento de reconexión entre Lucifer y yo se termina.

—Tyra… la inmortal, la valquiria. ¿Sabes algo? Tu y yo somos iguales, podemos morir una y otra vez y el resultado será siempre el mismo— sin decir ni una sola palabra vuelvo a levantar mi arma y descargo las últimas balas que quedan en Sally, el cuerpo del tipo cae al suelo y en su propio charco de sangre.

—La diferencia es que tú absorbes vidas ajena y las usas como carne de cañón, en cambio yo tengo que morir una y otra vez, sufrir la muerte y volver a la vida para volver a morir, la diferencia entre tú y yo es que tú eres un maricón, ladrón, no eres escoria por ser híbrido, eres una escoria por tomar lo que no te pertenece— lo tomo de la ropa y lo levanto hacia mí en cuanto regresa a la consciencia. — Cuántas veces te levantes yo estaré ahí para matarte, he tenido una vida larga, he vivido peleando, no me molestaría vivir cada día para verte morir una y otra vez— saco todo mi odio y mi frustración en cada palabra, veo más miedo en sus ojos y me molesta pensar en cómo tuvo las agallas para venir y alardear grandeza y ahora se orina en los pantalones.

              Antes de que pueda encontrar la forma de poder torturarlo un hacha entra por el ventanal roto girando en el aire y le cercena la cabeza para después quedarse clavada en la pared. Volteo en dirección del ataque y veo a Ragnar orgulloso de su tiro mientras que Héctor maneja el helicóptero con maestría.

—¡Tyra! ¡Compórtate!— de un brinco entra al penthouse, camina con soltura entre todos y una sonrisa de oreja a oreja. —Pensarán que somos unos salvajes— agarra la cabeza del híbrido y la levanta con curiosidad, la pone contra la pared y saca una daga larga de su bota para dejar la cabeza colgando como cuadro.

—Claro, buen ejemplo de cómo no ser salvaje— me cruzo de brazos y lo veo con desaprobación.

—Bueno, bueno ya estamos aquí, ¿Dónde está tu hombre?— su pregunta me toma por sorpresa y le pego en el estómago para que se calle.

—¡¿Mi qué?!— le reclamo, pero no parece comprender mi molestia. Sujeta su abdomen mientras muestra una sonrisa.

—Tu hombre, tu esposo, tu pareja, tu macho, el padre de tus hijos…— antes de que continúe vuelvo a golpearlo.

—Eres un chismoso…— antes de que continúe reclamándole escucho la voz de Lucifer detrás de mí.

—Yo soy el padre de sus hijos, Lucifer—volteo lentamente y veo a Lucifer avanzando lentamente, despidiendo ese halo de oscuridad a su alrededor. Cuando volteo hacia Ragnar parece emocionado. —¿Tu eres…?— Deja la pregunta flotando esperando a que Ragnar la responda.

—Ragnar Lodbrok, hermano de Tyra Lodbrok, la valquiria de Shetland, de Orcadas y Hebridas interiores. Bueno, creo que a ella ya la conoces muy bien.

—Lamento decir que no es el caso— en cuanto dice eso voltea a verme fijamente, parece herido y me pesa en el corazón.

—Por eso estoy aquí, tengo que hablar contigo— me armo de valor y me planto frente a él renuente a escuchar un no como respuesta. Por un momento veo en sus ojos piedad, una luz de esperanza, una posible segunda oportunidad, pero antes de que él pueda responder alguien nos interrumpe.

—Lucifer, déjame recomendarte que te alejes de ella, Tyra Sheppard…— empieza a hablar esa mujer que jamás había visto.




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