«Altair»
Abro los ojos después de haber permanecido dormida por tanto tiempo y lo que veo a mi alrededor me asusta, esa oscuridad, el agua en el suelo, todo apunta a que de nuevo estoy muerta o eso creo. Levanto mis manos como si pudiera corroborarlo tan solo con verla.
—No, no estás muerta, pero si sigues desangrándote así, claramente lo estarás— esa voz de ultratumba que ya no me perturba tan fácil llena mis oídos, cuando volteo lo veo como un joven con la cara pintada como si fuera un cráneo, un ojo blanco y el otro de color, con el cabello negro como el resto de su vestimenta.
—Si no estoy muerta, ¿por qué estoy aquí?
—Por que tenemos que hablar— se cruza de brazos y después de liberar un suspiro vuelve a hablar. —Estoy consciente de lo que le pasó a Tony.
—Bien, entonces podrías explicarme.
—Creo que ya lo sabes, Ágata lo tiene bajo su poder y no solo eso, lo ha hecho consumir siete almas volviéndolo difícil de matar— cuando dice eso mi corazón se estruja, puedo recordar cómo pude asesinarlo y no lo hice.
—Pero la idea no es matarlo o ¿Si?
—¿Cómo te explico que si no está con nosotros, entonces está en nuestra contra? Y claramente no tenemos tiempo de encontrar la forma de sacarlo del control de Ágata.
—No es su culpa, no podemos matarlo—siento que me empiezo a alterar.
—Lo siento Altair, pero por eso quería hablar contigo, no puedes distraerte y te recuerdo que Tony ya no es más el demonio que conocíamos, solo buscará matarte y muerta no me sirves para acabar con esos híbridos.
Me quedo observándolo con el corazón roto, me rehúso a pensar que he perdido a Tony para siempre, pero estoy consciente de que el poder de Ágata es impresionante y será casi imposible liberar a Tony de ese embrujo.
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—¿Eso funcionará?— pregunta Tamir cruzado de brazos mientras que ve como el arcángel Miguel deja caer su sangre sobre la herida en el abdomen de Altair.
Después de la destrucción de la iglesia, el ángel, el demonio y el padre, junto con la mal herida Altair decidieron encontrar refugio en un hotel cercano, dado el estado tan deplorable de la híbrida optaron por esa opción.
—La sangre de los ángeles cura, la idea es que la herida de Altair cierre— el arcángel algo desesperado voltea a ver molesto al incubo que no deja de caminar de un lado a otro.
—Esta herida es poco común, la espada que portaba ese demonio no es usual, sabía cuál era su objetivo y estaba preparado, un arma maldita, para matar ángeles— dice el padre Thomas mientras ve la carne sangrante de Altair. —No solo corta y lástima, también intoxica, envenena. Esta mujer es mitad ángel, por eso le está afectando tanto, creo que Tamir hubiera sobrevivido mejor que ella, necesitará un milagro.
Después de que Miguel terminara de verter su sangre sobre el vientre de Altair se cubre su mano con un pedazo de tela y la ve con tristeza, sabe que lo que hizo puede no funcionar y lamentaría que eso ocurriera después de que sabe que ella lo rescató. Se levanta de la cama y sale junto al padre de la habitación dejando a Tamir y a Altair solos. Ella permanece inconsciente, su rostro afligido demuestra que siente dolor, la herida no es para menos. El demonio se sienta a su lado y la ve atento, como si esperara que mágicamente ella regresara y le dijera que todo fue una broma, pero lo cierto es que no pasará así. Tamir nunca tuvo que preocuparse por nadie más que por el, lo tenía todo, dinero, una mansión, sirvientes, todo lo que quería lo tenía con solo tronar los dedos, pero al conocer a Altair se dio cuenta de que no todo en la vida era tan fácil de conseguir, ella lo dejó prendado de su belleza y no solo eso, de su habilidad como guerrera, le agradaba su temperamento fuerte y su destreza en la batalla; era una mujer que quería poseer, pero pronto se dio cuenta que no era tan fácil, así como era dura para pelear, también no era para ceder ante sus encantos y eso lo torturaba, además de que había aprendido que en verdad deseaba tenerla con el por su propia iniciativa, quería que ella quisiera estar con él, que quisiera amarlo, que ella quisiera entregarse, lo cual parecía una misión imposible pensando en que su corazón ya pertenece a otro demonio.
—Altair ¿por qué lo hiciste?— Tamir se sienta a su lado en la cama mientras la ve con ternura y preocupación, acaricia su frente y quita los mechones de cabello acomodando los a un lado. —No tenías por qué arriesgarte así por mí— pasea sus dedos por su frente y sus mejillas acariciando al tersa piel de la híbrida.
Se inclina delicadamente sobre ella, acerca su rostro al suyo y puede inhalar su esencia, su aroma, embriagándose de ella, lentamente sus labios se posan encima, haciendo presión sutilmente sobre los de Altair, disfrutando ese acercamiento que desearía fuese correspondido de la misma forma. Él nunca había estado enamorado, jamás creyó que su mundo girará alrededor de una criatura como la que ahora reposa convaleciente en la cama; siempre fue el sexo y la lujuria lo que lo movía, ver una mujer hermosa con un cuerpo envidiable aunque solo tuviera basura en la cabeza, como buen incubo se alimentaba de la energía de ellas cuando las poseía, pero después de eso las desechaba sin más, jamás sintió lástima por sus acciones ni creyó que alguna de las mujeres con las que estuvo pudieran tener el derecho de un final distinto; pero está vez, Altair había despertado algo en él que creyó inexistente, en verdad deseaba protegerla, quería que nada le pudiera hacer daño, quería ser su protector, su guardián y claramente él único dueño de sus besos, de su cuerpo, el único que pudiera recibir sus caricias, pero ese lugar ya estaba ocupado en el corazón de Altair, Tamir no es rival para Tony, desde el momento en que su hermana los obligó a besarse vio esa conexión entre ambos y lo odio, sintió celos y hasta ahora, pese a que Tony ya no está de su lado, aún le tiene envidia, por qué Altair prefirió morir a hacerle daño, ¿Qué persona hace eso? ¿Quién puede amar tan profundamente que decida sacrificar su vida?
Editado: 04.10.2020