Ex Mortis

CAPITULO 21.

«Altair»

La noticia de Caín nos toma por sorpresa, ¿cómo es que Tyra no está? Terminamos de vestirnos y de inmediato salimos de la habitación, vemos a toda la gente moviéndose de un lado a otro, removiendo las cosas, como si Tyra pudiera estar debajo de un banco o dentro de una caja. La desesperación está llevando a todos a un punto incontrolable de psicosis.

            Intento tomarme unos segundos para pensar, debe de haber una forma más fácil de encontrar a esa inmortal. Volteo de regreso hacia la habitación y recuerdo la espada con la que liberé a Tony, claramente es algo que pertenece a Tyra, es uno de sus huesos y como si ya conociera a la perfección mis poderes y supiera que hacer, regreso a la habitación y tomo la espada entre mis manos, la sujeto de una y mil formas esperando que casi casi por si sola me muestre el camino hacia el resto de sus huesos. Cierro mis ojos y me concentro, trato de hacer caso omiso del alboroto y las miradas que se posan en mí con curiosidad, de alguna u otra forma esto debe de funcionar. Una sensación me hace alertarme, camino hacia el lugar donde fue la última vez que la vi: la fragua.

            Avanzo entre la gente con la espada en mano hasta que llego a las enormes puertas, no tengo necesidad de abrirlas, veo a Tyra salir de ellas como un espectro, camina de manera relajada moviendo las hachas que le dio Caín en sus manos, se queda por un momento estática viendo todo y decide volver a caminar, se dirige directo hacia mí, su fantasma me atraviesa y yo me siento perturbada, como si cada órgano hubiera resentido su esencia, volteo viéndola fijamente mientras Tony y Caín parecen no comprender lo que me ocurre.

—¿Qué es lo que pasa? ¿Encontraron algo?— La voz de Lucifer me hace dar un brinco, estaba tan concentrada en la imagen de Tyra que por un momento me desconecte de mi entorno.

—No lo sé aún— responde Caín sin quitarme la mirada de encima.

—Vaya, no había notado que Tony estaba aquí, entonces asesinar a mi hija y a su esposo no te hace lo suficientemente malo, que curiosa es a veces la vida— ese comentario por parte de Lucifer me pone alerta, volteo y noto que los demonios están frente a frente, Tony no parece querer pelear, pero los ojos de Lucifer llamean al verlo.

—Él no mató a Fiore a propósito, lo obligó Ágata— respondo intentando defender de alguna forma a Tony, me niego a que Lucifer lo mate por despecho cuando a mí me costó mucho traerlo de regreso.

—¡Claro! Pudo alejar su espada de tu carne, pero no de la cabeza de Fiore. Bastante selectivo el control que tenía sobre ti Ágata ¿no? — Vuelve a insistir Lucifer acercándose peligrosamente a Tony.

—No tenemos tiempo para esto— mis palabras no son suficientes para detener ese duelo de miradas.

—Lamento lo que ocurrió, me duele lo que le hice a Fiore…—no termina su frase Tony cuando Lucifer lo empuja por el pecho con ambas manos, haciéndolo retroceder.

—¡Ella confiaba en ti! — Le grita Lucifer con el corazón roto y la rabia naciendo de sus ojos.

—Altair tiene razón, no es tiempo para esto— interviene Caín metiéndose entre ambos demonios —tenemos que encontrar a Tyra— después de pronunciar eso Lucifer parece contener su furia, sabe que encontrar a su pareja es más importante que cobrar venganza. —Parece que tú tienes una idea de cómo encontrarla— me dice Caín haciéndome recordar lo que hace un momento vi.

—Sí, eso creo— lo digo ante la mirada de los tres hombres. Volteo hacia donde se fue Tyra y decido caminar sobre sus pasos con ellos detrás de mí.

            Camino entre la gente, pasando con cuidado de no empujar a nadie, a lo lejos veo el fantasma de Tyra, como si me hubiera esperado para continuar su camino. Avanza hacia una de las orillas, entra por un pasadizo bastante oscuro, pero la luz que irradia su espectro me ayuda a no perderme, piso sobre sus mismos pasos para no caer. Después de un largo laberinto llegamos a un callejón sin salida donde con un poco de presión de su hombro la pared cede y se hace a un lado. Pego mis manos hacia la pared y la siento con el tacto como intentando comprenderla. Apoyo mi hombro e intento hacer presión, pero la pared no cede con tanta facilidad como lo hizo con Tyra. De pronto Caín se acerca y pone su mano en mi hombro, me sonríe entre las sombras y retrocedo un par de pasos, él, que parece saber ya cada truco de este lugar, hace presión y la pared se despega y corre  hacia un lado abriendo el camino; Caín me ofrece pasar, encabezar la búsqueda y salgo hacia el interior de la catedral.

            Veo a la poca gente que empieza a ser desalojada para que la catedral cierre sus puertas. Volteo hacia todos lados buscando el espectro de Tyra y la veo cerca de unas bancas manoteando y hablando con alguien a quien no veo. Me acerco lo suficiente para ver el rostro de Tyra frustrado y molesto.

—Aquí fue la última vez que vi a Tyra— interviene Caín quien parece sorprendido de que hayamos llegado hasta este punto. Me ve con curiosidad.

—Entonces… ¿discutía contigo? — Me acerco por uno de sus costados y me asomo para ver su rostro, parece triste.

—¿Eso parece? ¿Parece que discutíamos? No… más bien ella intentaba hacerme entrar en razón— lo veo fijamente, su rostro demuestra que no quiere hablar de lo ocurrido en ese momento, y sinceramente no es que tengamos mucho tiempo para hacerlo.

            Tyra vuelve a emprender el camino, voltea hacia las puertas y da un par de pasos antes de detenerse, parece estar hablando con alguien de nuevo y retoma el camino de regreso hacia la pared de donde salimos, pero duda, sus pies ya no se mueven y la miseria parece apoderarse de ella, de su mirada, dice algunas palabras y retrocede, avanza de nuevo hacia la enorme entrada por la que todos están saliendo. Vuelvo a caminar detrás de ella hasta que llegamos a las afueras de la catedral, se queda por un momento pensativa, viendo todo, algo le llama la atención, de repente tiene un celular en la mano, borra una foto, parecen un grupo de mujeres, jóvenes casi adolescentes, borra la foto y vuelve a tomarla, regresa el celular y de nuevo emprende el camino. Dudo que alguna de esas mujeres fuera la que orquestó su desaparición.




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