Ex Mortis

CAPITULO 27.

Los pasos de Abel suenan por todo el pasillo, se escuchan a lo lejos y parece que lleva prisa, todos los que lo ven se quitan de su camino, saben que no deben de estorbar y lo hacen por respeto más que por temor, la reputación de Abel lo ha puesto como una persona poderosa y de la cuál es bueno recibir su gracia, tiene el mismo aprecio de sus hombres, así como Caín, se ha sabido rodear de personas que valoran y aprecian su trabajo. Con forme sus pasos se alejan de la habitación de Tyra él siente que vuelve a ser el mismo, que su fuerza es la de antes, como si esa inmortal tuviera el poder de hacerlo sentir débil, fuera de si.

Señor— la exclamación de Abril lo hace detenerse, no se había percatado de su presencia hasta que la escucho.

Abril, pequeña ¿Cómo estuvo todo?—trata de aparentar que todo está en orden, que no se está viendo afectado por su nueva invitada.

Perfecto mi señor, acabamos con la híbrida y tenemos el necronomicon, además de que nos encargamos de un grupo que pertenecía a Caín. Les ganamos.

—No cantes victoria antes de tiempo, los limpiadores no han llegado o ¿me equivoco?— pregunta Abel con curiosidad mientras ve fijamente a Abril, ella parece renuente a creer que algo podría salir mal.

No han llegado, pero no deben de tardar— Abril se cruza de brazos como si con eso pudiera esconder su inseguridad de los ojos de Abel, este empieza a caminar de nuevo dejándola atrás. —Brutus me dijo lo de la emisaria, es una lastima— aprieta el paso con el fin de alcanzar a su líder ya que este no parece querer detenerse de nuevo.

Toda una lástima, espero que cuando reencarne tenga la suerte de volverla a reclutar— dice de forma seca Abel, como si fuera una ilusión, un argumento que dice solo para no asustar a sus ayudantes.

También me enteré de que tenemos una nueva recluta— el comentario incómoda a Abel, pero intenta no demostrarlo. —¿Será la próxima emisaria? ¿De quién se trata? ¿La conocemos?— en cuanto llegan a la enorme biblioteca Abel voltea algo molesto hacia Abril quien se para en seco y deja de juguetear para prestar atención al mal humor de su jefe.

No sé que cargo le daré y no, no creo que la conozcas— voltea hacia las puertas de la biblioteca y las abre de par en par. Antes de poner un pie dentro continúa con la charla —Es Tyra Lodbrok— Abril se queda petrificada, por supuesto sabe quién es Tyra y parece no entender que hace ella aquí.

¿Hablamos de la esposa de Lucifer?

—¿Esposa? ¿Por qué le llamas así? No están casados, nada los une más que los hijos y uno de ellos está muerto— responde molesto Abel como si pensar que Tyra le pertenece a ese demonio le envenenara el alma.

¿Y que hay del cariño? No soy científica, pero creo que deben de tenerse mucho amor como para que estuvieran juntos por tanto tiempo y tuvieran a esos hijos.

—¿Cariño? ¿Un demonio puede sentir amor? No, él solo la busco como un medio para un fin, quería una mujer, quería un vientre y una guerrera, todo lo encontró en Tyra, pero las cosas cambiarán— Abril percibe la molestia y el instinto de protección que Abel despide cuando habla de Tyra y no es algo que le agrade.

Bien, tu eres el jefe, tu eres quien más sabe de esto— levanta las manos a símbolo de rendición sabe que insistir en ese tema puede ser peligroso y no quiere terminar de la misma forma que la emisaria. —Cambiando de tema, el libro está justo ahí— señala un pedestal detrás de él. Abel voltea y ve con repulsión el libro cubierto con ese cuero fruncido y deforme.

—Quiero que monten guardia, que mantengan ese maldito libro vigilado, no quiero problemas, aún no sé si lo conservaré o lo destruiré.

              Después de un momento de silencio donde los dos ven fijamente el libro como si este pudiera regresarles la mirada, la televisión del lugar llama su atención; un corto informativo atrae la mirada de ambos, muestran el edificio  destruido, el reportero platica las anomalías del caso y como no fue una demolición programada, además llama le atención los cuerpos de los ex militares y las plantas que crecieron en cuestión de minutos entre los escombros.

—¿Dos pájaros de un tiro? Creo que al contrario mi pequeña Abril, perdimos un grupo de limpiadores— dice Abel y aunque pareciera no estar molesto, vaya que lo está.

Imposible, no pudieron sobrevivir al derrumbe y si lo hicieron debieron de estar muy cansados y adoloridos como para poder enfrentarse a los limpiadores— Abril se acerca al televisor como si quisiera encontrar las fallas en las imágenes que presentan.

Nada es imposible, he aquí la muestra— Abel se cruza de brazos y parece serio, el coraje lo controla y como buen líder empieza a pensar en el siguiente paso.

¿Qué sigue mi señor? ¿Qué desea que hagamos?— se acerca Abril con actitud dócil, en verdad no quiere decepcionarlo.

Encuentren a Caín, necesito que me digan donde está escondiéndose— dice Abel apretando la mandíbula como si el origen de todos sus males fuera su hermano.




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