Ex Mortis

CAPITULO 28.

Entramos a la guarida pasando entre recovecos y pasillos largos y oscuros, en cuanto llegamos al área común vemos a toda la gente que vive ahí, algunos se muestras sorprendidos por nuestra presencia, entre ellos el resto de los hechiceros; Daniel se acerca lentamente y nos ve con una sonrisa en el rostro.

—Perros desgraciados, sobrevivieron jajajajaja— me da una palmada en la espalda y sigue riéndose con fuerza.

—Si, pero tuvimos perdidas— contesta Caipora, de seguro está pensando en sus amigos que perdieron la batalla.

—No fue fácil, pero el objetivo se cumplió— dice Gio levantando los hombros, no muy seguro de sus palabras.

—Se cumplió, pero no gracias a nosotros— mi comentario llama la atención de Daniel. —Abel destruyó el edificio, Abel mató a Ágata, nosotros solo fuimos daño colateral.

—Venga que no es el fin del mundo— dice Daniel buscando animarme, pero la verdad me siento desilusionada de mi misma, no puedo creer que no haya sido capaz de hacer las cosas.

—¿Ya encontraron a Tyra?— pregunto con algo de impaciencia y por la cara que pone Daniel creo que eso sigue siendo un asunto pendiente.

—Lucifer había encontrado el lugar donde la tenían recluida, pero cuando llegó, Abel ya se la había llevado— la voz de Caín resuena con eco llamando la atención de todos. —Bienvenidos, me alegra verlos de nuevo.

—Por lo menos los que quedamos— dice Caipora con resentimiento en la voz.

—Es una tristeza lo que pasó, pero tenemos que seguir adelante— dice Caín intentando comprender el dolor de Caipora por su perdida.

—Lo sé, lo sé…— Caipora parece cansado, molesto y después de sobar su cuello ve hacia mí con seriedad. —Iré por los mapas— se va sin decir más dejando a Caín confundido, me ve esperando que sea yo la que le expliqué lo que ocurre.

—Estamos buscando el necronomicon, que por cierto, lo más seguro es que lo tenga tu hermano— me cruzo de brazos y veo que lo que le digo no le sorprende para nada. —Lo estamos buscando con el amuleto, como lo hicimos la primera vez.

—La primera búsqueda nos trajo de nuevo a Italia, Abel está en el país— el comentario de Tony alerta a Caín.

—Tal vez simplemente hayan pasado por aquí, no lo sé, pero volveré a rastrear el libro e iré por él— rompo el silencio y veo a Caipora salir con los mapas bajo el brazo, me hace una señal para que me acerque y no soy la única que lo hace.

                Llego hasta la habitación en la que se vuelve a meter y me doy cuenta que es la que compartían Warlock y Rita, veo todos los aparatos amontonados, sus fotos en el tocador. El corazón me da un vuelco. Caipora pone los mapas sobre la cama y me siento en ella dispuesta a continuar con lo que empecé.

«Tyra»

Me mantengo recostada sobre la cama pensando en lo que ocurrió, pensando en que tengo el interés de Abel, no me quiere como guerrera, no me quiere como una más de sus lacayos y aunque al principio no pude dejar de pensar en que vería mi fin en este maldito lugar, ahora creo que tengo algo de poder sobre la situación, poder sobre él. Me levanto y me acerco a la puerta, claramente está cerrada, pero si mi intuición no me falla mi cuidadora está del otro lado. Tocó tres veces y espero pacientemente, doy un par de pasos hacia atrás y la puerta se abre lentamente, apenas soy capaz de ver uno de sus ojos asomándose por el diminuto espacio entre la puerta y el marco.

—¿Señorita?— su voz acaramelada y con tintes de temor me hace sonreír.

—¿Señorita? Soy madre de dos hijos, dime señora, necesito salir, quiero tomar aire, dile a tu amo que quiero salir— le pido con la tranquilidad que puedo expresar en mi estado, le guiño un ojo antes su sorpresa, cierra la puerta rápidamente y escucho sus pasos alejándose de la habitación.

                 Regreso a la cama y pienso seriamente, ¿Es un golpe de suerte? O ¿una maldición? Puede que tener el interés de Abel en mí sea bueno, si sé manejar mis tiempos y manipularlo lo suficiente podría salir de aquí, incluso con la precaución necesaria podría tener suerte y matarlo acabando con todo esto de una buena vez, pero también estoy consciente que  un mal paso y puedo acabar con mi vida. Tener el interés de un hombre hace que tengas poder sobre él, que te sea más fácil obtener lo que quieres, pero caminas en esa delicada línea donde abusar de su confianza y cariño te puede llevar a la perdición, si él nota que estoy usándolo o que tengo otras intenciones, mi vida se acaba no sin antes pasar por un serie de torturas indescriptible, así que debo de ser cuidadosa con lo que hago si no quiero perder la cabeza.

                Después de un rato de reflexión y algo de mareos por al inanición escucho la puerta abriéndose, me intento levantar despacio para evitar marearme más, veo a Abel en el marco de la puerta, permanece en silencio y con el ceño fruncido esperando a que sea yo la que inicie la conversación.

—Quiero salir, necesito aire— le digo sin levantar la mirada hacía él, módulo mi voz intentando proyectar necesidad y tristeza.

—Sabes que no puedes salir de aquí— me dice de forma tranquila, parece estar midiéndome, tratando de ver hasta que punto sus acciones y ese beso impactaron en mí.

—¿Esta casa no tiene jardín? ¿No hay un pequeño espacio donde pueda tomar aire? Prometo no escapar, si deseas puedes esposarme, mis intenciones no son huir, solo quiero un poco de aire— le dedico mi mirada más suplicante que tengo, él me ve con lastima y parece estar considerándolo.




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