Ex Mortis

CAPITULO 30.

Abel llega hasta la puerta y de forma impulsiva la abre de par en par; el espectáculo lo deja por un momento con la boca abierta y sin saber hacia dónde dirigir su mirada, los pedazos de espejo rotos en el suelo, Tyra sobre la cama con sábanas blancas manchadas con su sangre mientras ella se aferra a uno de los fragmentos del espejo y lo mantiene clavado en su cuello, dejando la herida abierta para que la sangre siga fluyendo de su yugular hacia el suelo. Abel corre hacia ella y le quita el espejo, se lo arrebata y ella se mantiene con la mirada perdida como si no se hubiera dado cuenta de la presencia de él.

—¿Qué crees que estás haciendo?— Tira el espejo en el piso y este se vuelve a romper en pedazos más pequeños. Intenta hacer contacto visual con Tyra, pero ella simplemente no levanta su vista del piso, se mantiene en silencio y de una forma desesperada Abel la toma del rostro y lo levanta hacia él. —Tyra.

—Todo sería más fácil si simplemente pudiera morir, pero seguiré siendo maldita por esta inmortalidad— Abel acaricia su rostro y de repente la abraza con fuerza contra su pecho y besa su cabeza con miedo.

—Tenemos un trato Tyra— dice Abel con miedo, pensando en que claramente la orilló a hacer esto, la obligó a renunciar al hombre que ama solo por su capricho y egoísmo, la está llevando al borde de la locura y no sabe cómo detenerse.

—Tú me dijiste que Lucifer solo me quería como guerrera, como mujer, como un vientre para traer hijos al mundo— la voz de Tyra suena entrecortada, pero con cada palabra empieza a brotar la fuerza. Se levanta separándose por un momento de Abel, lo ve fijamente a los ojos y esta vez no ve al ser arrogante que encontró en la biblioteca, de nuevo es el caballero sobrio de poder que conoció. — Dime, Abel… ¿no es acaso que tu buscas lo mismo? La diferencia es que yo no te amo, quieres a una compañera, quieres a una madre para tus hijos, quieres mantenerme a tu lado a la fuerza, bajo amenazas, eso no te hace mejor que Lucifer, de hecho te has vuelto peor de aquel a quien odiabas— Abel sintiéndose ofendido por las palabras de Tyra no duda en levantar su mano y descargarla en la mejilla de ella, pese a que el golpe no fue tan fuerte como él hubiera podido darlo, logra que el rostro de Tyra se voltee hacia un lado, ella se mantiene de pie con la piel de su rostro ardiendo por la bofetada, pero pronto regresa a verlo mientras él se encuentra sorprendido por esa demostración vulgar de poder.

—Yo no soy como él— Abel vuelve su mano un puño y lo guarda en su bolsa del pantalón como si temiera que pudiera usar de nuevo su mano para lastimar a Tyra.

—¿Qué has venido a hacer Abel? ¿Me violarás? ¿Me tomarás por la fuerza para que traiga a tus hijos al mundo? O ¿solo has venido a golpearme? — Pregunta Tyra mientras lo ve fijamente a la cara con el alma destrozada y perdiendo toda esperanza por volver a ver a Lucifer.

—Vine por una pizca de piedad— Tyra es capaz de ver en el rostro de Abel el arrepentimiento, la culpa pesando sobre sus hombros, está ante un hombre destruido, confundido que busca una salida, que espera que ella pueda guiarlo, darle una mano para salir del foso al que ha caído.

—Aun tienes el poder de enmendar tus errores Abel; abre las puertas del cielo y del infierno, llévate a tus hombres, desaparece de aquí, deja que sigamos viviendo como mejor podemos— Tyra parece suplicante, intenta agarrarse de la sensibilidad del hombre para hacerlo recapacitar, pero alguien tan viejo con tantas mañas simplemente no puede cambiar sus viejos hábitos y sobre todo su manera de pensar de un día para otro.

—Eso es lo que quieres ¿verdad? Que me vaya muy lejos y deje que tu querido Lucifer regrese a tus brazos, eso es lo que anhelas— se aleja un poco de la inmortal y la ve como si esta le estuviera tendiendo una trampa, como si lo estuviera traicionando de manera descarada. —¡Eso es lo que quieres! — su cabeza se ve afectada por el veneno que el libro ya depositó en ella en el momento que decidió usarlo, simplemente ya no será jamás el dulce y responsable Abel que quería el bien para los demás, así como con Ágata, él empezará a pensar solo por él y para él, olvidando su verdadera misión, olvidando que lo que vino a hacer aquí en la tierra era a servir a los humanos, protegerlos. —¿Qué tengo que hacer para que me ames como lo amabas a él? ¿En verdad tengo que deshacerme de él? ¿Tengo que acabarlo? ¿Dime que es lo que quieres Tyra Lodbrok? — por un momento Tyra se queda pensando en lo que en verdad quiere no lo podrá conseguir, en este momento lo único que puede competir con la influencia del libro en la cabeza de Abel es ella. Después de un suspiro lleno de tristeza se acerca lentamente a Abel, lo ve con dolor, porque sabe que está a punto de perderlo todo, de hacer un sacrificio personal, más fuerte y más complicado de lo que ella creía que seria.

—Bien… ¿quieres saber que quiero? Te lo diré— toma con suavidad las manos de Abel entre las suyas y este parece dar un respingo —vámonos de aquí, deja todo atrás, huyamos de tu gente, de la mía, de todo, deja el libro y yo dejaré de pensar en Lucifer, te volverás lo único en mi cabeza y en mi corazón, pero necesito que te comprometas conmigo, que estaremos juntos por lo que nos reste de eternidad, deja a Caín y deja al Covenant, simplemente hay que desaparecer juntos del mapa donde nadie nos encuentre y podamos empezar de cero, solos tu y yo, eso es lo que quiero, una vida tranquila con un hombre que me ame y no me meta en problemas, ya no quiero guerras, no quiero luchar ni estar cerca de cualquier batalla. ¿Me entiendes? Eso es lo que quiero, si en verdad estás enamorado de mí aceptaras mi petición.




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