Exiliert

1. El oro sin brillo

''Si la vida te da grandes cosas, tómalas y se mejor de lo que la vida espera de ti. No te arrepientas por lo que una vez quisiste, solo llega al trono de la grandeza, ya que si estás ahí, es que fuiste destinado a estarlo''

Tus palabras, sonaban como las manecillas de un reloj contando los segundos en mi cabeza. Era como una lanza que me atravesaba para despertar de mis lamentos y ver a la realidad por lo que en verdad es, por mis hechos, lo que es ahora...

Ahora que recuerdo como partiste de este mundo padre, enterrado bajo dos metros de concreto, me haces saber que lamentar lo, que he logrado sería un insulto ahora a tu voluntad, tu que viste lo que la vida encubaba para mí.

Aquí, sentado en el trono de la grandeza, mi única esperanza es que veas desde tu calmado sueño eterno el destino que me dicto la vida.

Seré el héroe que tu mortal vida no te permitió ser y le recordare ahora a esta nueva humanidad, que solo los inmortales pueden ser héroes. ‘‘.

 

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A veces, lamentas no haber salido al parque en ese momento en el que el día estaba soleado, pero en la actualidad, se puede decir que es peligroso debido, al humo de la guerra, que vive esparcido en el aire y se junta con el sol como una capa para quemarte la piel.

 

Los climas en estos tiempos actuales era una prueba de supervivencia. Ahora había solo ocios como caminar entre escombros y pensar en que tan bien estaban las cosas antes.

 

Zyan, un chico de tan solo 10 años, solo vive para saborear lo cruel de la vida. Carecía solo de los placeres más bajos, su comida se encontraba en el piso y muy pocas veces tenía el estómago lleno. Luchaba día a día por comida, como todos ahora en la ciudad; por lo menos para merendar en la noche; esto era el reto de todos los días, siempre había algo que necesitar, que querer y de lo que aprender para conseguirlo. En estos tiempos, la ciudad de Mofang ya no era lo de antes. La supervivencia era como el nuevo comercio, era como un talento o poniéndolo simple, esa riqueza que no poseía todo el mundo aquí. Parecía que nacían con esa cualidad muy pocos y los sobraban, solo eran débiles. Era certero decir que cuatro bombas y 100 tanques dieron un 180° a este lugar. Mofang pasó a ser un lugar donde la decadencia humana aumentaba y esos valores de bienestar por el otro tan solo morían o se escondían para no ser masacrados por semejante maldad viviente.

 

A pesar de todo lo dicho, como todo lugar, debe haber algo opuesto a lo que ofrece, así fuera mínimo.

Zyan comenzó a albergar de los restos de la ciudad miles de libros, cómics y de vez en cuando, muñecos de acción de la basura. El pudo encontrar el lado bueno de las cosas y lo poco que quedaba de su mente infantil hizo el resto.

 

Día 8 después de la catástrofe:

 

Otro día en Mofang, el sol despertó para revelar los edificio caídos, el polvo y los cuerpos tirados que se escondían en la oscuridad de la noche, algunos destrozados y los que fueron afortunados, se encontraban en los huesos, por lo que no sufrieron tanto. Desde uno de los callejones, uno estrecho y sorprendentemente, de los más limpios; Zyan despertó del aporreado colchón en el que dormía él y su hermano. Fue el último en salir del sueño, ya que no encontró a su hermano ni al anciano que los cuidaba.

 

Se levantó, froto su rostro con su camisa manchada de sangre y sucia por la mugre. No era su camisa de verano, porque este ''apocalipsis'' lo apartó de su buena ropa. Ahora le tocaba cualquier prenda que pudiera usar para cubrirse y el eligió vestirse con la camisa que su padre usó por última vez. Tomo varios pasos con sus pies descalzos, sentía el concreto del piso arder, lo sentía con las plantas de sus pies; el sol del verano tenía la culpa de por ello.

En estos casos era normal, no podías quejarte tanto si no encontrabas la solución y para ser claros, la única solución era salir corriendo de Mofang; todos los supervivientes sabían esto, pero salir de Mofang significaba enfrentar a ese enigma, a esa pregunta que todos tenían. ¿Qué los esperaba a las salidas de la ciudad?

Solo recordaban las historias que rondaban de boca en boca, de esos desafortunados que no volvieron a ver a sus seres queridos cuando se emprendían a buscar esa salida de aquí; muchas personas, hijos, madres, padres, tíos y entre otros, era siempre la misma historia, desaparecían por completo.

No se sabía más después de eso, no llegaba una señal de que seguían en este mundo, tampoco una carta de que estaban a salvo, que al menos admitieran haberlos abandonado solo por no volver, quizás los que desaparecían eran padres arrepentidos de tener hijos o encontraron mujeres más ardientes que sus esposas. Pero no, esas personas no volvían, no dejaban pistas de qué les sucedió. Surgieron estipulaciones, sí se desvanecían era porque estaban en un lugar mejor, donde se acomodaban sentados en sillas de cuero, champaña en vaso, con una ''bienvenido a un mejor lugar'' por parte del ejército y quizás, el protocolo de la armada era asegurarles que rescatarían a sus familiares; tranquilizándolos de que no fueran a arriesgar sus vidas y volver.



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En el texto hay: misterio, viajes dimensionales, villano

Editado: 23.08.2019

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