El viaje había transcurrido sin ningún percance. Tan sólo notaron cuando la nave espacial aterrizaba haciendo vibrar el suelo.
La aeronave se posó sobre el suelo rocoso del pequeño satélite de Caelum, era de un extraño color anaranjado oscuro.
Las compuertas se abrieron, dejando paso a guardaespaldas, comandantes de la Brigada y políticos de las más grandes esferas del gobierno.
—Presidente Lawson —recibió uno de los militares que esperaba a la aeronave— Por aquí —señaló haciendo que todos le siguieran.
El nuevo presidente observó el satélite en el que se encontraban; La Cúpula.
El cielo estaba oscuro y desde allí podían divisar perfectamente su nuevo planeta, el resto de estrellas y objetos estelares que orbitaban a su alrededor.
Delante de ellos se erguía un enorme edificio abstracto, era de un cristal opaco, por lo cual, no se podía divisar lo que contenía.
Una luz cegó a los recién llegados, la abertura blindada se abría ante ellos, dejándoles ver la entrada a lo que, literalmente, era "La Cúpula".
Sólo entrar, las puertas se cerraron de nuevo, evitando que alguien más pudiera colarse.
Los miembros del Gobierno observaban con inquietud el lugar mientras esperaban a que les dieran paso a su siguiente destino.
Era enorme, ya lo parecía por fuera, pero por dentro lo era aún más.
Las paredes eran metálicas, al igual que el suelo, y su color era platinado.
Se dividía en diferentes estancias de cristal irrompible, debido a la cantidad de información restringida que contenía, las cuales estaban custodiadas por fuerzas armadas.
A lo lejos, se podían ver los laboratorios con las puertas cerradas a doble paño con tal de resguardar los peligrosos y nocivos materiales que allí guardaban. Por ello, la mayor parte de científicos y médicos que se encontraban allí vestían con extraños trajes amarillos sujetos a máscaras de gas.
—Mira a quién tenemos aquí —saludó un hombre vestido de militar— Almirante Mark Lawson, un placer volver a verte por aquí —dijo dándole un golpe amistoso en la espalda.
—Nayan —correspondió al saludo de su más antiguo compañero dentro del servicio militar— Presidente Lawson si no te importa —bromeó el nuevo presidente del Gobierno, sus ojos azules se clavaron en los científicos que iban y venían a su alrededor— Veo que habéis acentuado la vigilancia.
—Sí, ha sido necesario después de los últimos acontecimientos —dijo empezando a caminar— Pasad.
Los recién llegados observaron con detenimiento cada pequeño detalle de la enorme sala en la que se habían introducido.
Varios ojos se clavaron en ellos cuando cerraron la puerta detrás de sí, a continuación, unos cuantos murmullos mal disimulados.
—¿Qué solicita esta vez, señor Lawson? —preguntó uno de los miembros de la reunión.
—Como sabrán —dijo aclarándose la garganta. Sus ojos azules se pasearon por la sala en la que se encontraba. Era bastante oscura debido a que tan sólo la iluminaban unas leves luces y una enorme pantalla que mostraba el mapa geográfico de Caelum— El índice de ataques híbridos ha aumentado más de un treinta por ciento, cada vez son más los híbridos sin identificar que nos encontramos. HybernalCity necesita más protección.
—La Brigada debería poder encargarse de ellos sin problemas —se quejó uno de los líderes militares.
—¿Más protección? —bufó el hombre que presidía la gran mesa de madera que ocupaba casi toda la sala— La Cúpula ya ha cedido un 16% más que el año anterior para los servicios militares de la ciudad.
—No es suficiente, la cantidad de híbridos se ha multiplicado, cada vez hay más que se disponen a atacarnos. —contestó Lawson. Una mueca de exasperación se dibujó en su rostro, sabía de antemano que hablar con el consejo de La Cúpula no sería algo sencillo.
—En dos semanas hemos detectado cinco ataques, cada vez más agresivos e inesperados, la Brigada no tiene recursos suficientes para abastecer a toda la ciudad. —recriminó el Comandante Bradley.
—Entonces tal vez la Brigada debería buscar agentes más competentes —le echó en cara uno de los científicos que estaban presentes mediante hologramas.
—No hemos venido a que cuestionéis lo que planteamos, sino a que aprobéis las soluciones que proponemos —concluyó el presidente Lawson, evitando que el agente de la Brigada respondiera de mala manera— Los ataques son constantes e imprevistos, no podemos controlar con la suficiente seguridad el cuándo y dónde van a suceder. Los habitantes ya se han dado cuenta y se están impacientando. —dijo con determinación. Pasó algunos informes a múltiples miembros, tanto militares como científicos— Los cinco pilares nos reunimos y llegamos a la misma conclusión. Debemos actuar con más dureza, la población lo exige, el pavor se está propagando de nuevo, no podemos permitir que tomen el control.