Al principio no lo entendió. La observo de nuevo, buscando una explicación pero ella se mostraba indiferente. Se encontraba sentada recostando su espalda contra la pared, con los brazos cruzados y su expresión mostraba tensión y rigidez.
—Los lugares que mencioné antes...están en frente...solo debes asomarte.
Los dos, momentos antes, cruzaron algunas cuadras y finalmente entraron en aquel edificio el cual estaba algo descuidado, algunas de sus ventanas estaban rotas y sus paredes estaban un poco desgastadas por el tiempo. Una vez adentro, Principito se dio cuenta que no eran los únicos, el rastro de huellas de zapato delataban que alguien más ya estuvo allí, tal vez días antes o meses atrás no podía saberlo con seguridad. Luego, subieron por las escaleras metálicas, que los llevó hasta el último piso. En aquel pequeño trayecto solo el ruido de sus pasos y algunos nombres extraños de lugares que Rousse mencionó en el camino fueron los sonidos que hicieron eco en aquel deshabitado edificio.
Ahora que lo pensaba. La mayoría de los lugares de aquella ciudad estaban en abandono a pesar que aparentaba lo contrario al observarla de lejos.
Al mirar desde aquella altura. Sintió una extraña sensación que de inmediato trato de ignorar para enfocarse en lo que debía. Recorrió con la mirada aquel panorama que tenía en frente y al mismo tiempo trataba de recordar los lugares que Rousse mencionó con anterioridad. No podía observarlos de la manera que hubiera querido. Estaban algo lejos de su punto de visión. Por lo que le era difícil distinguirlos.
—Si quieres observarlos de cerca...solo debes dirigirte a ellos. Yo me quedare aquí un rato más— respondió Rousse acertando en lo que Principito pensaba.
— ¿No vas a acompañarme?
Rousse negó con la cabeza y respondió:— Yo aún debería quedarme aquí.
— ¿Esperas a alguien?
—Ojalá fuera así.
Principito quiso preguntar más pero ella parecía no querer tocar el tema.
El cielo pronto perdió los colores que emanaban ese calor, alegría y armonía que tanto lo caracterizaban. Ahora dominaban los matices grises que finalmente acaban en convertirse en negros. La noche se acercaba.
—Deberías regresar—recomendó Rousse al notar que ya oscurecía— ya te enfermaste una vez...no volvamos a repetir esa historia ¿de acuerdo?
Él no respondió. El silencio los acompaño a la luz de las estrellas y de la luna las cuales permanecían distantes. Cuando sus ojos azules se encontraron con estas les dedico una sonrisa pero, aquella expresión era distinta a las sonrisas que regalaba a Zorro o a ella. Él estaba recordando a alguien muy especial.
Rousse permanecía con la mirada baja casi como evitando aquel contacto con el resplandor de aquellos astros. Prefería estar atrapada en su cabeza, cerrando sus ojos y dejar que su oído capte los sonidos de su alrededor para que estos sean la música que acompañen a sus amargos pensamientos. Ambos tenían una forma propia de ver un mismo panorama.
—Principito...debes irte.
El muchacho le sonrió y luego respondió: —Lo eh escuchado tantas veces que ahora perdió significado para mí.
Rousse, quien había permanecido con los ojos cerrados durante todo este tiempo, decidió abrirlos. Dejo de escuchar aquella música que no era para nada música para prestar atención al muchacho que ahora se encontraba sentado a su lado.
— ¿A qué te refieres con eso?
—Rousse no pienses que abandonare todo lo que eh prometido hasta ahora solo por conocer la verdad.
— Es gracioso que lo digas ahora— respondió ella. No había para nada de gracia en lo que dijo el Principito mas bien con este comentario se refería a un pensamiento que tuvo antes, mientras escuchaba aquella cacofonía de sonidos: "Me pregunto cuántos días más será de esta manera": — Yo te eh contado la mayoría de cosas sobre esta ciudad casi nada te eh ocultado.
— Entonces yo... desearía saber más sobre ti. Cuéntame más de ti, Rousse.
—Te estas desenfocando de nuevo.
—No lo estoy haciendo—dijo Principito— Al preguntarte sobre ti también me ayuda saber más sobre tu familia...también sobre como las cosas cambiaron.
—No hay nada respecto a eso. Ellos solo se fueron. Solo quiero saber por qué desde aquel día ahora actúan tan extraño.
—Acaso ¿Tú no has cambiado?
Se quedó en blanco. Nunca se lo había preguntado y esa pregunta la tomó por sorpresa: —Estoy hablando de un cambio distinto a uno más extremo. Eso que hicieron no es para nada de lo que....
"¿Siempre fui de esta manera?"
Aquella pregunta hizo que observara con angustia al muchacho. Quería responderse a sí misma aquella pregunta pero ninguna respuesta se le venía a la mente. Esto la dejara sin dormir algunas noches.
"Gracias, Principito. Ahora seré yo la que no pueda conciliar el sueño"
—Lo eh pensado y creo que hay algo en esos lugares que te atemoriza o que simplemente odias ¿Por qué?
— ¿De verdad quieres saberlo? —Preguntó Rousse con cierta molestia, el muchacho asintió— Pero a cambio tú no volverás a hacerme este tipo de preguntas.