—Ojalá estuvieras aquí, Principito— dijo nervioso Zorro —El sabría qué hacer— Zorro estaba preocupado pero al mismo tiempo estaba alerta por si alguien pasaba cerca para que lo pueda ayudar —Por favor, alguien— suplico mientras se echaba en la acera con las orejas agachadas— tal vez no debimos separarnos... Yefri me advirtió que no lo hiciera.
— ¿Quién..?
Zorro observo el poste de luz que parpadeaba, apoyado a este se encontraba el vagabundo.
—Yefri... ¿lo conoces?... bueno eso no importa por ahora solo debemos encontrar a alguien que pueda ayudarte.
—No necesito de nadie.
—Eso lo dicen los que necesitan más ayuda— dijo Zorro —No seas terco... si alguien se acerca deberías agradecerlo— pero al observar como el cielo se oscurecía no pudo evitar sentirse angustiado —Eso espero— luego de algunas horas, Zorro miró al vagabundo y preguntó— ¿Cómo terminaste de esa manera? —el vagabundo guardo silencio, solo se recostó de lado y pronto se quedó dormido —lo siento por preguntar— se disculpó Zorro, al parecer su pregunta lo había incomodado. No había pasado mucho desde que lo conoció de hecho fueron solo algunas horas antes, pero sintió que su deber era ayudarlo lamentablemente, la noche ya se cernía sobre ellos, no creía encontrar a alguien en plena oscuridad por lo que en un suspiro de agotamiento añadió: —Espero que pronto amanezca.
.
Las pesadillas que incontables veces aparecían tras cerrar sus ojos, no le permitieron dormir. Se mantuvo desde hace un buen rato despierto mirando a la nada, solo recordando. Luego de aquella cena había tenido una charla con "sus padres", al menos así le gustaban que los nombraran a ellos se sentían incómodos cuando les decía señores, era lo único que recordaba lo demás era borroso pero sabía que había sido una plática amena. Se recostó de lado, sus pensamientos al mismo tiempo tomaron otro rumbo. La imagen de Zorro invadió su mente, realmente le preocupaba que ocurriría con él o con Rousse, de la nada su pequeño asteroide apareció en su mente. Pensó en escribir alguna carta, le preocupaba como se encontrarían.
Se levantó y buscó su libreta pero no lo encontró, pensó que tal vez lo habría dejado en alguna otra parte pero él no solía descuidar sus pertenencias ni menos algo que era tan importante para él como su libreta, lo cual lo dejo extrañado. Se encontraba sentado, al pararse escuchó un crujido. Miró bajo sus pies y notó que era una hoja de su libreta. Las hojas habían sido esparcidas por toda la habitación.
¿Quién haría algo como esto?
Cuando el muchacho salió de su habitación observó un camino de hojas. Pronto supo quién lo había hecho, se dedicó a recoger las hojas con rapidez con la esperanza de que luego de reunirlas, se encargaría de buscarla, de seguro ella estaría jugando por allí. El camino lo llevó a un cuarto que era algo oscuro por los colores fríos y por el ambiente pesado a pesar de, los adornos florares que se encontraban allí, ni estos podrían darle algo de vida al lúgubre lugar. El cuarto contenía muchos lienzos y caballetes, los lienzos estaban cubiertos por una sabana con demasiados detalles, aquello atrajo su curiosidad por lo que, se acercó a uno de estos y sintió a través de sus dedos una sensación extraña al levantar ligeramente la sabana, por lo que optó por dejarlo como estaba. Sus ojos azules recorrieron el cuarto pero no encontraron a la pequeña, solo había más caballetes y más lienzos cubiertos. Un caballete no estaba cubierto, aquello le llamó la atención, cuando se acercó, observo que este estaba casi impecable excepto por los colores grises y algo llamativos en la parte superior del lienzo, al dar un paso para acercarse a descifrar aquello observó que un pincel se encontraba incrustado en el lienzo, este objeto le era familiar, de la misma manera aquella paleta de colores que se encontraba encima de la pequeña mesa al lado del caballete.
El muchacho se sentó en la silla frente a aquel lienzo. Se sentía agotado, apoyo sus codos sobre su pierna y sobre sus manos colocó su cabeza. Frotó su cabeza por lo que algunos de sus cabellos rubios se despeinaron, trataba de que las ideas se le aclarasen pero mientras más descubría sobre aquel planeta o sobre Ali cé, Yefri o Rousse se sentía un más confundido, aunque por un lado tenía cierto sentido acerca que encontrara a Yefri y Ali cé pero aun así habían ciertas cosas que no encajaban. La confusión y frustración se desvanecieron y dieron paso a una risa. Había recordado las palabras de Rousse el día en que se conocieron.
—Pero eso no tiene nada de sentido.
Él se sentía de la misma manera, tan confundido y en blanco como el cuadro de al frente. Sus ojos azules ahora se hallaban fijos en el cuadro buscando descifrar que era lo que se quiso pintar. No se había percatado del tiempo y porque se encontraba allí, era como si lo que hubiera visto aquella noche fuera producto de un sueño hasta que el timbre sonó. Por la ventana, observó que tenía visitas.
—Pensé que no vol—se interrumpió a sí mismo el extraño al ver al muchacho de cabellos rubios salir por la puerta— mmh— dudó el desconocido mientras estiraba su cuello al parecer tratando de ver a través de las ventanas probablemente esperaba encontrar a alguien más — ¿Está en casa Dean? —Aquella pregunta confirmó lo que había intuido pero aun así no pudo evitar mostrarse confundido. El realmente no era Dean pero la mayoría lo había llamado de esa manera a pesar de sus tantos reclamos.
— Supongo que no... bueno dígale que Azeri lo buscó— Dijo Azeri retirándose.