—¿Zorro estás aquí? —pregunto Principito con voz soñolienta.
Azeri que en un primer momento quiso preguntar, decidió callar, por ahora debía pensar sobre lo que sentía ahora y en ese momento no paraba de preguntarse porque sentía ese algo extraño en su brazo que no podía fácilmente describirlo, y que para no alarmarse, se explicó a si mismo que lo único que pasaba era que su brazo estaba "adormecido". Tuvo un poco de miedo en el momento en que trató de mover su otro brazo, pero inmediatamente se sintió aliviado al sentir que este se encontraba normal.
—En que lio te eh metido.. —susurro esperando que su compañero de su costado no lo oyera, lo cual lamentablemente no sucedió.
—No te sientas culpable, Azeri—dijo Principito medio adormitado.
—Solo uno de nosotros podrá salir—y luego se apresuró a añadir antes que el rubio dijera algo—si vez la oportunidad quiero que la tomes... a partir de ahora creo que solo dejare llevarme— sus ojos observaron el cielo estrellado por un momento. A pesar de que no podía observarlo del todo bien, porque las cabezas de las réplicas de personas obstaculizaban su vista, juró que en ese instante Principito había notado un destello verde en sus ojos, un destello que irónicamente era bastante apagado—este río de gente no nos lleva a ningún lado en realidad... solo darán vueltas y vueltas... solo de pensarlo me da nauseas.
—¿Cómo sabes todo esto? —pregunto Principito luego de haber recuperado un poco de fuerzas.
—No pienses que seré un mentiroso por haberte ocultado algo importante, pero ahora no podré... mis acciones—dijo Azeri afligido y tratando de hablar a pesar de tener un nudo en la garganta—no serán justificadas eso lo entiendo... lo que hice con Dean... debo de alguna forma pagarlo.
Tal vez era el dolor, las lágrimas tal vez no pudieron contenerse más y debían salir una tras otra. Se debían expresar aquellas emociones retenidas y manifestarse por medio de gotas cristalinas que resbalaran en las mejillas de Azeri hasta finalmente hacer su recorrido final por su barbilla y luego morir cuando hicieran contacto con el suelo. Azeri al sentir como su represa no podría contenerse más tan solo optó por taparse con su brazo, pero el chico de cabellos dorados podía estar seguro que en ese instante estaba llorando. Cuando iba a decirle observo algo a lo lejos, aunque solo fueron por unos cuantos segundos, pudo reconocer lo que observaba.
Era su salida, su salvavidas...
— Azeri... Azeri—llamó pero el mencionado no respondía, parecía como si lo estuviera ignorando— Sí podremos salir, sé que podremos salir allá esta un buen amigo mío... estoy seguro que vino hasta aquí para ayudarnos.
Era cierto, aquel rey que peleaba contra las ideas negras para que no lo capturaban podía ser su salida pero también podría ser malas noticias, tal vez algo más había ocurrido. En ese momento recordó a su Rosa, la imagino desesperada y angustiada porque no había recibido noticias de él, había sido demasiado descuidado de su parte, sin su libreta o alguna hoja para escribir no podía enviarle cartas.
El Rey que en medio de su pelea contra dos ideas negras, las cuales logró vencer, logró percatarse de que lo llamaba aquel príncipe sin corona. Respiró con alivio y recobró la compostura, la cual en su opinión, siempre debe tener un Rey. Erguido y con la corona bien puesta se acercó desde lo que podía llamar como "orilla" de un mar de lo que parecían ser gente.
— Ellos no te escucharán—Dijo Principito en referencia a las ideas negras— mantente ahí y estira tu bastón, por favor—Pidió Principito.
—Claro mi querido subdito— diciendo esto el Rey procedió a extender su bastón.
—Azeri estira tu brazo— dijo Principito mientras extendía su mano para alcanzarlo pero Azeri seguía con su único brazo sobre su rostro— Dean también debe estar esperando a su mejor amigo—Azerí se estremeció, sacó el brazo de su rostro y cuando Principito lo observó no pudo evitar estremecerse, al mismo tiempo el Rey al ver aquella escena quiso dejar de extender el bastón debido al miedo que sentía.
—Tal vez... no haya salvación para mí, Principito—dijo Azeri con cierto pesar. Principito al bajar la mirada se tomó con la sorpresa que la mayor parte del cuerpo de Azeri estaba convirtiéndose o tal vez desvaneciéndose en una especie de humo negro. Cuando el joven retiró el brazo de su rostro, Principito pudo confirmar sus sospechas en aquel ojo derecho, de pupila pequeña, casi imperceptible, y de iris tan amarillento tal y como si lo estuviera observando una idea negra.