Existir: Bajo la misma lluvia

CAPÍTULO #1

¿Es posible que dos maletas y un bolso pesen tanto como para dejarte sin aire después de caminar solo 10 metros? Pues esa soy yo, exhausta después de un vuelo de 17 horas. A duras pelas logro llegar a la salida del aeropuerto esperando que los amigos de mis padres estuvieran ahí para recogerme. Adivinen. No había nadie. Esto era una mala idea y yo se lo dije a mi madre.
Visto que nadie estaba ahí me senté en un banco con la esperanza de que alguien llegara en mi búsqueda. No podía quedarme en el aeropuerto pero tampoco tenía una dirección para tomar un taxi. Encendí mi teléfono y solo me dio tiempo a leer una notificación en la pantalla.

—¿¡Dios pero qué te he hecho!?—mi móvil se quedó sin batería y se apagó —Genial ¿¡Qué podría salir peor!?—se escuchó un trueno.

"Yo se los dije", me repetía a mí misma con mi cabeza apoyada en una mano sobre mis nerviosas piernas cruzadas.

—Hola —me saludó una enérgica chica a mi lado. Era rubia, de cabello rizado y piel bronceada. —Soy Érika.

—Hola,Emma.

—¿Molesta? —preguntó como si se me saliera el disgusto por los poros.

—No, solo espero a alguien y viene tarde. —si es que viene.

—Yo también, espero a mis tíos. —la chica parecía tener la alegría de una niña.

Respondí con una sonrisa y miré el reloj en mi muñeca que marcaba las 7:10pm y vi que ya empezaba a anochecer.
No tardaron cinco minutos cuando un auto verde vino en busca de Érika y ella se fue.
De repente el hambre y el sueño me atacaron y para mi buena suerte comenzó a llover.

—Genial —bufé en el instante en que un lujoso deportivo negro se detuvo frente a mí. De este salió un personaje conocido de una que otra fotografía.
El chico caminó hasta mí mojando su carísimo conjunto y cabello negro.

—Hola.Soy el hijo de Mike y Ana— cogió una de mis maletas y yo quedé tiesa.
Ni siquiera una disculpa por dejarme una hora esperando

—¿Qué esperas?—dijo y mi furia juraba salir por mis pupilas viendo su tranquilidad.

"No seas impulsiva" me repetí a mí misma las palabras de mamá.

—Esperé por casi una ahora. —respondí tomando calma.

—Ah...me quedé dormido. —cogió mis maletas y se metió en el auto rápido.
Yo lo miré como si de mi víctima se tratara. Para mi colmo, bajó la ventanilla apresurándome.

—¿Falta la alfombra roja?—idiota.
Comencé a caminar al auto mojándome por completo con la torrencial agua que estaba cayendo en ese momento.
El viaje a la casa no tardó mucho,por no hablar de lo estúpidamente rápido que conducía este chico. Si quería disimular que no me quería aquí, no le estaba saliendo muy bien que digamos.
Llegamos y mi mirada fue capturada por la lujosa mansión ante mí. Para entonces seguía lloviendo y un señor medio calvo se acercó a nosotros con dos paraguas, uno usado por él y otro seguramente para el niño rico.
«Mira quién habla».
El mismo abrió el paraguas y me lo tendió cuando ya hasta mis moléculas estaban entripadas y muriendo de frío.
Yo lo miré y no moví un solo músculo. Su oscura mirada parecía tan desafiante como la mía y tan afilada como si fuese capaz de cortar el silencio.

—No pienso sujetarlo un segundo más —y sí,era ridículamente guapo.
Caminé sin tomar el paraguas y al llegar a la entrada dos hombres más abrieron las puertas.
Entré, seguida del que mi mamá me había asegurado era Kael y fui recibida por Ana con una enorme sonrisa.

— Hola Emma,has crecido mucho—aseguró en un abrazo corto. —Mike y los otros chicos están dentro, primero te guiaré para que te cambies, debes estar congelada.

—Hola, gracias por recibirme en su casa.
Kael caminó directo a las escaleras pasando por nuestro lado y una empleada se llevó mis maletas.

—Ya conociste a Kael—afirmó con una sonrisa. —Es algo molesto al principio, supongo que le cuestan los cambios.

—No pasa nada. —dije casi bromeando.

—Le tuve que pedir que te recogiera aunque está enfermo, era el único de la familia que estaba en casa.

—No era necesario —que pena.

—En verdad queríamos recogerte nosotros mismos pero Mike y yo tuvimos una reunión importante.

—No se preocupe, se los agradezco mucho. —mentira de papá no era que realmente era una familia elegante y adinerada.
Nada fuera de mi entorno pero aún así impresionaba.
Ana me guío hasta mi habitación en el segundo pasillo de la derecha al fondo. Ahí estaban las habitaciones de los tres hermanos también.
La mía era amplia, decorada explícitamente a mi gusto, tenía detalles en lila y luces acomodadas en lugares específicos. El estilo minimalista me encantaba y el balcón daba a una vista preciosa del patio, que tenía una enorme piscina.

—Muchas gracias nuevamente, me encanta—le aseguré.

—No hay nada que agradecer, tus padres nos ayudaron mucho una vez, es lo mínimo que podemos hacer por ellos.—sonreí —Bien, cámbiate y baja a cenar.

—No tardo.—declaré.

Me duché y me coloqué unos jeans blancos y un abrigo azul, no traje mi secador, así que por ahora tendría que dejarme el cabello mojado. Lo peiné y cogí mi móvil que había puesto a cargar antes de bañarme. Tenía que preguntar la contraseña del Wi-fi para poder hablar con mis padres. Salí de mi nueva habitación. No voy a mentir, estaba nerviosa. Mamá aseguró que sería solo de prueba, a ver si la escuela me gustaba lo suficientemente como para quedarme. ¿Irónico no? ¿A quién le gusta la escuela?

—¿Emma? —una voz detrás mío me asustó sacándome de mis pensamientos.

—¡Mierda! —me giré y lo vi riendo. —Lo siento,no quise decir...

—Tengo tu edad —me aseguró y sonreí. —Soy Kevin. —Pelo castaño ,ojos verdes y de metro ochenta.

—Que gusto. —estreché su mano en el aire.

—¿¡Ibas a cenar verdad!?
Asentí.

—Vamos ent...—de repente el idiota de la alfombra roja pasó entre nosotros como si fuera un fantasma.

—¿Siempre es así?

—Te acostumbrarás. —Kevin me sonrió amable.
Estaba claro que dos de los hermanos eran totalmente diferentes.




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