Existir: Bajo la misma lluvia

CAPÍTULO #2

¿Alguna vez han tenido un sueño tan raro que ni siquiera pueden creer que su cabeza fue capaz de crearlo? Yo si. Y ahora siento que me están mirando. ¿Quién me está mirando? La claridad del ventanal me hace girar de lugar para continuar con mi sueño pero...

—Buenos días —siento una voz casi robótica.

—¡Ah...! —posiblemente mi grito se escuchó en todo el pasillo —¿Qué haces aquí? —era Kyan mirándome con cara de psicópata alegre.

—Mi mamá me pidió que te despertara —dijo jugando con su teléfono. —son las 8:45am

«Ay. ¡Qué vergüenza!»

—Hay otras formas para despertar a las personas ¿Sabías?

—Lo se —dicho esto se marchó.

¿Él es raro por naturaleza o intenta ser un fenómeno?

Era tarde. Al parecer el cansancio del día anterior optó por manifestarse. La clase alta del avión no es molesta para dormir pero, tampoco es el lugar más cómodo.
Me miré al espejo y mi cabello despeinado era un espectáculo. Un pequeño estornudo me invadió, al parecer me hizo daño el cambio de temperatura y la lluvia fría. En mi ciudad el ambiente es cálido todo el tiempo, menos en invierno.
Sin más preámbulos, le envié un mensaje a mamá, me lavé los dientes y me fui a duchar. Me vestí con un jean y un pullover corto con un pequeño lacito en el escote, me peiné y me hice una coleta sin mucho arreglo, protector solar, zapatillas blancas y lista. Tenía pensado salir a comprar algunas cosas que necesitaba, por ejemplo, cada vez que me lavara el cabello no podía dejarlo húmedo o estaría enferma siempre. Bajé a desayunar y me encontré a un somnoliento Kevin y al fenómeno sentados a la mesa con Ana y Mike apresurados para el trabajo.
—Buenos días, disculpen la tardanza, al parecer no dormí muy bien en el avión —bromeé y me alegró ver las sonrisas comprensivas de Ana y Mike.
La mesa estaba servida, había frutas de todo tipo, jugos, tostadas, mermeladas y miles de aperitivos más.
Me senté a la mesa a un asiento de distancia de una esquina.

—Buenos días Emma. ¿Pudiste descansar?—preguntó Ana y yo asentí mientras probaba unas uvas.

—Sí, gracias. —sonreí.

—Cariño cualquier cosa que necesites los chicos pueden ayudarte, o le preguntas al señor Frank. —señaló a un viejo señor que pasaba por el pasillo y parecía mano derecha de los señores Blythe (el mismo que le alcanzó el paraguas a Kael la noche anterior), éste saludó educadamente.
Y hablando del rey de Roma...

—Buen día —saludó el que parecía un cansado Kael mientras se sentaba a la mesa.
Lo miré por un milisegundo y aparté la mirada rápida.

—Hablando de eso...—dije respondiéndole a Ana. —estaba pensando en ir a comprar algunas cosas que necesito.

—Oh claro —sonrió Ana —aunque si quieres también pueden traerte lo que quieras aquí —agregó mientras se preparaba una tostada con mermelada. — se que faltaron algunas cosas en tu habitación.

—Gracias...pero, quisiera ir yo misma para... conocer mejor la zona.

—Bueno, si así lo deseas te pueden llevar sin ningún problema. —dijo Mike sonriendo y yo sonreí de vuelta en agradecimiento.
Después del desayuno Ana y Mike se marcharon, Kael subió a su cuarto y el fenómeno seguía enfrascado en su móvil.

—¿¡Qué carajos!? ¡Me mató!..—gritaba Kyan levantándose y sentándose en el sofá.

—¿No le hace daño estar así todo el tiempo? —le pregunto al Kevin sentado a mi lado mientras ambos observamos una crisis existencial de su hermano menor a causa de un juego.

—Dímelo tú...—respondió con cara extraña.

—Yo mejor voy a dar una vuelta. —suspiro.

—Ah...si quieres puedo llevarte y así no tienes que ir con ningún chófer.

—Mm vale, iré a buscar mi bolso y mi teléfono.

«¿Por qué no?»

Subí las escaleras y camino a mi cuarto escuché un sonido, bastante agradable para mí gusto. Venía de la puerta entreabierta de al lado de mi habitación. Mi curiosidad no soportó y desde mi lugar me asomé sigilosa. De pronto un estornudo más rompió mi silencio y su vista se clavó en mí.

—Eres bueno —dije apenada casi como una sorpresa y él solo asintió.
Claro, no pude evitar hacer una mueca irritada y me fui.
Todos son amables pero él parece un mundo aparte, aunque la noche anterior me salvó de un resfriado mayor al que parecía estar comenzando.
Cogí mi bolso y mi móvil con una pequeña lista de las cosas que necesitaba para las clases y las que me faltaban aquí en la casa, que era práctica nada. Bajé admirando bajo la luz, el jardín de adelante que era rodeado por una pista para los autos, donde ya me esperaba Kevin.

—¿Nos vamos?

—Sip. —dije sin ocultar mucho mi emoción.
Aunque estaba lejos de casa, en un lugar que apenas conocía y con personas que no conozco prácticamente de nada, éstas se habían portado bien conmigo en las pocas horas que llevaba en su casa y por lo menos ellos parecían estar en confianza. Además había oído que esta ciudad era reconocida por su belleza natural que jugaba perfectamente con su arquitectura. No estaba mal conocerla.

—Kevin —este se aparece en todos lados. —llévame, igual debo comprar unas cosas.

—Sube —responde su hermano por la ventanilla y el sujeto da la vuelta para llegar a mi sitio como si esperara algo.

—¿Qué?

—¿No vas a ir detrás?

—No...—no quieran saber de mi expresión.

—Siempre voy delante.

—Ir atrás no va a matarte o... también puedes ir en tu auto. —él me miró serio y se sentó detrás.

Tal y como dije. La ciudad era preciosa, moderna pero con un medio ambiente bastante cuidado. No podía apartar la vista de los sitios que nos rodeaban. Estaba maravillada.
—Se te saldrán los ojos. —expresó el antipático.

—Eres insoportable —digo indiferente y Kev se ríe.

—Me esfuerzo.

El resto del viaje fue tranquilo mientras yo ignoraba al personaje de atrás. Llegamos a un centro comercial y ya habíamos comprado las cosas para el colegio y Kevin me ayudaba. Karl ya había comprado también lo que necesitaba y ya nos íbamos. Sin embargo un pequeño y rojo recuerdo vino a mi mente.




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