Expediente: Fénix

Capítulo 5: Enfrentando la Oscuridad

La oscuridad en el complejo era absoluta. Las luces de emergencia parpadeaban, pero no había suficiente visibilidad para saber qué estaba pasando exactamente. Nathan intentó calmar su respiración mientras sentía el pesado silencio rodearlo, roto solo por los ecos distorsionados de los gritos que provenían de los pasillos. El terror se filtraba en el aire, como si algo mucho más grande estuviera ocurriendo, más allá de cualquier explicación lógica.

—¡Agente Cole, tenemos que irnos ya! —gritó James, sujetándolo por el brazo y tirando de él hacia una de las puertas de emergencia. Pero Nathan no estaba listo para huir. Tenía que entender qué estaba pasando.

—¡Espera! —respondió, zafándose de su agarre—. No podemos correr sin saber qué está pasando aquí. Algo está en este complejo, y tenemos que detenerlo antes de que se descontrole.

En ese instante, un ruido metálico resonó desde el pasillo. Un crujido sordo, seguido de un arrastre pesado. Los pasos eran demasiados para ser humanos.

Nathan sacó su arma y, con cautela, se adentró en la oscuridad. El eco de los pasos retumbaba en el corredor vacío, como si algo o alguien lo estuviera siguiendo. James lo siguió, pero la tensión era palpable. Ambos sabían que algo fuera de lo común acechaba en las sombras.

De repente, una figura se desmaterializó frente a ellos. Un ser con ojos brillantes como los de Derek, pero esta vez, la figura era mucho más horrible. La piel del ser parecía estar en proceso de descomposición, y su cuerpo se movía como una máquina defectuosa. El ser arrastraba algo, como si fuera una extensión de su propio cuerpo. Nathan se detuvo, sin creer lo que veía.

—¡¿Qué demonios es esto?! —gritó James, retrocediendo, pero Nathan lo detuvo.

—No lo hagas. —Nathan mantuvo su voz baja y firme, apuntando con la pistola hacia el ser—. Hay que averiguar qué es y cómo detenerlo.

El ser levantó la cabeza, y sus ojos brillaron con un resplandor verdoso que parecía atravesar el alma. En ese instante, la boca de la criatura se abrió, dejando escapar un sonido gutural, como si estuviera intentando hablar, pero la voz que emergió era distorsionada, y parecía venir de múltiples direcciones.

—La máquina ha despertado. El Proyecto Fénix ya no puede ser detenido.

Nathan apretó los dientes. No sabía qué significaba, pero estaba claro que lo que estuviera sucediendo en el Área 51 ya no se trataba solo de abducciones o experimentos fallidos. Algo había sido liberado.

—¡Sigue disparando! —gritó Nathan, sin esperar más. Comenzó a disparar hacia la figura, pero las balas parecían apenas rozar su piel. Cada vez que la alcanzaban, el ser se desmaterializaba parcialmente, como si fuera un ente que no podía ser destruido tan fácilmente.

James, pálido de miedo, también comenzó a disparar, pero las balas tampoco parecían causar efecto. Nathan pensó que tal vez el ser no era completamente físico, que tal vez había algo más detrás de todo esto, algo que escapaba a su comprensión.

De repente, el ser desapareció en un parpadeo. Nathan miró a su alrededor, pero no podía encontrarlo. Sin embargo, algo aún lo acechaba. Una presencia.

En ese momento, las puertas del complejo se cerraron de golpe. El sonido metálico de los cierres resonó por todo el edificio. Nathan y James estaban atrapados.

—¡Nos están cazando! —dijo James, su voz llena de pánico—. ¡Tenemos que salir ahora!

Nathan no respondió. Estaba demasiado enfocado en lo que acababa de escuchar. "La máquina ha despertado." La única forma de que algo así tuviera sentido era si lo que habían descubierto en el Área 51 era mucho más avanzado de lo que había imaginado. Quizás las desapariciones no solo eran abducciones, sino experimentos para crear algo más.

Sin embargo, antes de que pudiera procesar más, un sonido fuerte y cercano interrumpió sus pensamientos. Algo estaba viniendo hacia ellos. Rápidamente, se giraron y, en el pasillo, apareció un grupo de figuras sombrías. No se movían como humanos. Eran rápidos, casi como si desafiaran las leyes de la física. Algo en su naturaleza estaba profundamente alterado.

—¡No podemos quedarnos aquí! —gritó Nathan, arrastrando a James hacia una de las salidas de emergencia, pero las figuras ya los rodeaban.

Con un disparo, Nathan derribó a una de las criaturas, pero el resto continuó avanzando. No había tiempo para pensar. Solo para correr.

Nathan y James siguieron corriendo por los pasillos oscuros, sabiendo que algo mucho más grande que ellos estaba en juego. Un secreto que iba más allá de cualquier gobierno, más allá de cualquier investigación. Algo que podría destruir todo lo que conocían.

En ese momento, Nathan se dio cuenta de algo aterrador: El Proyecto Fénix no solo era un experimento. Era un despertar. Y si no lograban detenerlo, toda la humanidad pagaría el precio.




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