Expediente: Fénix

Capítulo 8: La Última Esperanza

La figura misteriosa los miró con ojos de un color metalizado, como si su pupila fuera un espejo reflejante. El resplandor de la esfera en su mano iluminaba las paredes de la caverna, creando sombras que parecían moverse por sí mismas. Nathan y James intercambiaron una mirada rápida. ¿Confiar en ella? La situación era desesperada, y aunque la figura se veía como una creación del mismo Proyecto Fénix, su presencia no era hostil... al menos no aún.

—Siganme —ordenó la figura, mientras comenzaba a caminar hacia un pasillo lateral que se extendía hacia la oscuridad. Su voz resonaba, casi como un eco, en las paredes de la caverna.

A regañadientes, Nathan y James lo siguieron. La figura los guiaba con pasos seguros, sin dudar, como si conociera cada rincón del complejo subterráneo. Cada paso resonaba con la misma intensidad de la catástrofe que había comenzado a desatarse, y Nathan no podía evitar preguntarse si realmente había alguna salida, o si los estaba conduciendo hacia la perdición.

—¿Qué eres? —preguntó Nathan, su voz tensa, mientras intentaba averiguar si podía confiar en el extraño.

La figura no respondió de inmediato. Solo los condujo más lejos, a través de pasillos que parecían interminables, hasta que llegaron a una enorme cámara que parecía ser una especie de laboratorio. En el centro de la sala, una gigantesca máquina estaba rodeada por cables, tubos y pantallas de monitoreo que parpadeaban sin cesar.

—Este es el núcleo —dijo la figura, señalando la máquina en el centro de la sala. Su voz ahora sonaba más humana, pero todavía mantenía un tono metálico, como si fuera un eco de su propia creación.

Nathan y James observaban en silencio, sin comprender del todo lo que estaba pasando.

—El Proyecto Fénix nunca fue solo un experimento para crear una nueva raza de soldados —continuó la figura, ahora con una calma inquietante. —Fue una estrategia para liberar a la humanidad de su propia destrucción. Yo fui creado para asegurarlo... pero nunca se cumplió el propósito original.

La máquina central comenzó a emitir un zumbido bajo, como si la energía estuviera a punto de sobrecargarse.

—¿Liberar a la humanidad? —preguntó James, confundido. —¿Entonces... por qué estas criaturas? ¿Por qué intentan destruirnos?

La figura levantó la esfera en su mano y la sostuvo frente a ellos. A medida que lo hacía, una serie de datos comenzaron a proyectarse en el aire, holográficos y transparentes. Era un mapa, pero no uno común. Las líneas mostraban las redes de control del Proyecto Fénix, las ubicaciones de los sujetos, y un código que parecía estar cambiando constantemente.

—Las criaturas no están intentando destruir a la humanidad —respondió la figura, sus ojos ahora fijos en los hologramas. —Ellas son la última fase de la evolución del Proyecto Fénix. Ellas son la respuesta a una guerra que nunca sucedió. Estaban destinadas a ser nuestras guardianas, pero se desviaron... por un error en el código.

Nathan frunció el ceño. Un error en el código. La idea de que todo este caos fuera el resultado de un fallo le parecía surrealista, pero, al mismo tiempo, no podía ignorar la verdad de lo que veía frente a él.

—¿Y qué tenemos que hacer nosotros? —preguntó, sin perder de vista la esfera que la figura mantenía suspendida en el aire. —¿Qué quieres de nosotros?

La figura volvió a mirar a Nathan, su expresión inexpresiva.

—Solo ustedes pueden detenerlo —respondió. —Este complejo está diseñado para auto-destruirse cuando se alcanza un punto crítico. Pero si no logramos reiniciar el protocolo, el sistema se desactivará por completo. Las criaturas se volverán completamente autónomas, y sus consciencias se expandirán más allá de esta base. El mundo entero quedará a su merced.

James miró a Nathan, los ojos llenos de dudas, pero también de miedo.

—¿Entonces cómo podemos detenerlos? —insistió.

La figura dejó caer la esfera en el suelo y comenzó a manipular los controles a su alrededor. Los pantallazos en las paredes de la sala mostraron imágenes de las criaturas ahora completamente activas y avanzando a gran velocidad. Cada vez se acercaban más a la sala en la que estaban, y Nathan podía escuchar los ecos de sus gritos en la distancia.

—Debemos reiniciar el protocolo Kronos, el último intento de detener el Proyecto Fénix —dijo la figura con firmeza. —Pero para ello, deben ingresar al núcleo. Ustedes dos son los únicos que pueden interactuar con él debido a la composición genética que ambos poseen.

Nathan se quedó paralizado. Composición genética. No sabía si la figura estaba hablando en serio o si era otra mentira del Proyecto Fénix, pero la urgencia en su voz era palpable.

—¿Qué tenemos que hacer? —preguntó, listo para hacer lo que fuera necesario.

La figura los miró y asintió lentamente. Luego, de su brazo, surgieron dos pequeñas cápsulas que lanzaron al suelo. Una de ellas contenía un líquido viscoso y brillante. La figura levantó la cápsula y explicó:

—Cada uno de ustedes debe tomar una de estas cápsulas. Les otorgará la capacidad de sincronizar sus mentes con el sistema de control central del Proyecto Fénix. Sin esto, no podrán interactuar con el núcleo. Y sin acceso al núcleo, todo estará perdido.

Nathan miró la cápsula y luego a James. No había tiempo para dudas. Si eso significaba la única oportunidad de salvar el mundo, tenía que hacerlo.

—¿Listo? —preguntó Nathan a su compañero, con una mezcla de determinación y miedo.

James asintió, y juntos, tomaron las cápsulas.

Al instante, un calor extraño se extendió por sus cuerpos. Sus mentes comenzaron a conectarse con el sistema. La visión de Nathan se desvaneció, y lo que vio a continuación fue un caos de códigos, imágenes y datos imposibles de comprender. El Proyecto Fénix estaba vivo, y ahora él también lo estaba.




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